Análisis de Krinkle Krusher (PS4, PC, PS3, PSVITA)
Si decimos que Krinkle Krusher es el típico juego de móvil lanzado en consola quizás el resumen sea demasiado escueto, pero es la mejor definición de los puntos fuertes y débiles de este título descargable para las tres consolas PlayStation. Realmente no es malo de por sí, aunque significa que está fuera de su medio y no es demasiado apropiado para el tipo de jugadores consoleros. Al menos en plataformas domésticas, en PS Vita todavía puede tener razón de ser.
Detrás de esta apariencia de dibujos animados y muy de smartphone –esos iconos circulares son propios de botones táctiles- encontramos un juego de estrategia en tiempo real. No lo llamamos abiertamente defensa de torres –género que se puede leer en varias descripciones del juego- porque tiene varias mecánicas que no son exactamente las de ese tipo de juegos si nos referimos a colocar trampas que hacen su trabajo mientras tú te limitas a supervisar, mejorar o arreglar los dispositivos que atacan. Krinkle Krusher es menos pasivo –estratégico- y con un poco más de acción.
La historia de este cuento de fantasía nos presenta la invasión de unas criaturas a un reino, y más concretamente, su entrada en los muros de una fortaleza. Parece que a los Krinkle, unos bichejos con gran boca, se pirran por los pasteles. Cuando en el reino hornean una tarta hecha con el fruto de un árbol mágico tenemos el lío montado. Llega la hora de defender el pastel a toda costa porque nunca hubo un motivo para la guerra más justificado que este.
Aunque la narración corre a cargo de un mago sucedáneo de Gandalf, nosotros controlamos a su guante mágico, que es la habitual representación de un cursor. Este guante parlanchín va equipado con un anillo de poder, y gracias a esta arma nuestro objetivo será detener al ejército de criaturillas que avanzan hacia nosotros por una calle principal. Si llegan a la parte inferior, el castillo, dañarán la estructura, algo que no nos conviene porque tras unos impactos perderemos la partida.
Los ataques elementales se ejecutan en su mayoría sobre los enemigos, o si es sobre una superficie del suelo, su efecto es muy breve, de ahí que no consista tanto en colocar mecanismos de ataque automático con su propia vitalidad, como se haría en la defensa de torres. Esto nos mantendrá activos durante toda la partida lanzando rayos que afectan a un área pequeña, barreras de fuego que cubren una zona horizontal, tornados con desplazamiento vertical y magias similares. Con buena puntería, podremos maximizar su efecto y golpear a los grupos con un tiro, lo cual ahorrará tiempo y energía.
Hay varios poderes que se van consiguiendo de manera progresiva, pero es importante recordar que estamos ante un juego de estrategia, y cada magia tiene una efectividad determinada dependiendo de la situación. Contra un Krinkle solitario es mejor un impacto directo, para un grupo de tres son preferibles repetir ataques de zona –aunque no sea tan dañinos-.
Si has pensado machacar el botón de magias como si de un juego de disparos se tratase, ve olvidando esa idea. Cada poder tiene su reserva de maná, que se agota por su uso y se recupera con el tiempo. Funciona parecido al recalentamiento de una ametralladora, si agotas totalmente el maná, eres penalizado con una espera de mayor tiempo, segundos que suelen decantar la batalla en tu contra.
Por su apariencia infantil y chistes tontorrones uno podría pensar que es un juego fácil y apto para iniciarse en el género. No exactamente, la dificultad está un poco elevada, después de las primeras pruebas que apenas son un tutorial empezará la presión y las oleadas no te dejarán ningún respiro, además que lógicamente irán cambiando su comportamiento –como movimientos más impredecibles-.
Una de las ayudas la encontraremos en mejorar los poderes. Para hacer eso necesitaremos una cantidad de diamantes, obtenidos por completar las fases de manera satisfactoria –un sistema de puntuación califica la partida-. Hasta desbloquear esta opción, la curva de dificultad es elevada y casi frustrante. Ya lo advertimos, la jugabilidad y apariencia es muy casual, pero eso no significa que esté exento de reto.
Hemos encontrado un pequeño fallo de diseño, y es que la parte más inferior –junto al muro- queda tapada por la propia pared. Hay un margen estrecho que queda oculto a la cámara en el que teóricamente todavía podemos matar enemigos, pero por la posición de la vista nos será imposible ver con puntería dónde están. Es una distancia corta, nada excesivamente grave, lo que pasa es que es el punto más decisivo del recorrido. Lo ideal, claro, es que no se aproximen tanto a este extremo, aunque no siempre será posible.
Eso es todo. Ya lo advertimos, su simpleza no tiene nada que ver con que sea más o menos divertido, pero sí con el concepto de juego móvil para partidas rápidas, repetir una misma fase decenas de veces y volver a anteriores para mejorar puntuación. No imaginamos a ningún usuario dedicando dos horas continuas de ocio a Krinkle Krusher. Es adecuado para PS Vita como entretenimiento rápido, mientras que en la librería de juegos de PlayStation 3 y PlayStation 4 no encaja tan bien. Por suerte es cross-buy, que siempre es un incentivo para exprimir el gasto en su compra.
Hay diferentes escenarios para lidiar contra los monstruos y jefes, aunque todos consisten en un pasillo y en lugar de una aldea nos muestran un bosque o parecido. Los gráficos no están del todo mal –a menos que odies este estilo tan frío de smartphone-, lo que sucede es que hay tan poco material y libertad para los artistas que tampoco luce en ningún apartado. La música para muy desapercibida.
Conclusiones
Krinkle Krusher es entretenido y por su dificultad no es un juego para completar en una tarde. Su problema de fondo no tiene tanto que ver con la calidad, sino con lo que ofrece. Es uno más de los muchos juegos de este tipo que encontramos en móviles, ni especialmente bueno ni malo: corriente y estratégicamente simplificado.
Repetitivo por naturaleza, con una diversión a muy corto plazo, y no la mejor manera para iniciarse en el género. Hay que recordar que las pocas alternativas que hay en consolas son mejores y más profundas, caso de Pixel Junk Monsters en sus múltiples versiones.