Análisis de For Honor (PS4, PC, Xbox One)
For Honor es probablemente, junto con Steep, una de las apuestas más arriesgadas que nos ha traído Ubisoft en todo lo que llevamos de generación, atreviéndose con algo completamente nuevo y alejado de las modas actuales. De este modo, la compañía gala antepone la innovación y la prueba de nuevos conceptos frente a una hipotética seguridad comercial, algo muy necesario para que la industria no acabe estancándose y consiga avanzar hacia nuevas direcciones.
Y no es para menos, ya que lanzar al mercado un juego multijugador competitivo de corte medieval y centrado en las batallas y duelos con armas cuerpo a cuerpo en un mercado dominado por los shooters online, no es algo que tenga muchas expectativas de éxito, pero por suerte para todos, Ubisoft ha apostado muy fuerte por el producto que hoy tenemos entre manos, dándole el tratamiento habitual de cualquiera de sus juegos Triple A, no escatimando en presupuesto y realizando el mejor juego que han podido.
De hecho, se agradece mucho lo claros que han sido en todo momento con él, llegando a realizarse hasta tres fases de pruebas distintas para que el público y la comunidad pudiese catarlo y aportar su granito de arena al desarrollo, de modo que todo aquel que estuviese interesado en él pudiera hacerse una buena idea de qué es lo que se encontraría en la versión final.
¿El resultado final? Una propuesta muy interesante y que, aunque está lejos de ser perfecta, sabe ofrecer la suficiente diversión como para hacernos pasar un buen número de horas guerreando y librando intensos duelos entre samuráis, caballeros y vikingos.
La justicia del acero
Lo primero que nos gustaría advertiros es que, aunque el juego incluye una campaña para un jugador, esta no es más que un accesorio y un complemento que no es capaz de sustentar el título por sí mismo, ya que el auténtico atractivo y lo que realmente se ha cuidado es el multijugador, por lo que si estáis pensando comprarlo solo por su vertiente monojugador, os recomendamos que no lo hagáis, al menos a precio de lanzamiento.
Dicho esto, estamos ante un juego de acción en el que podemos controlar hasta doce personajes distintos (cuatro por facción: vikingos, samuráis y caballeros), cada uno con sus propias habilidades, técnicas especiales y peculiaridades únicas. Aunque los controles básicos son prácticamente los mismos para todos, la experiencia de juego cambia muchísimo dependiendo de a quién controlemos, ya que ni la velocidad a la que atacamos, ni la forma de golpear, ni los movimientos que podremos realizar serán los mismos, obligándonos a que nos adaptemos a ellos y aprendamos a dominarlos si queremos ser realmente competitivos.
Hablando de controles, aquí tenemos uno de los mayores aspectos diferenciadores de For Honor respecto al resto de juegos del mercado y uno de sus puntos fuertes. Esto se debe a que existen tres direcciones distintas por las que nos podemos cubrir y atacar (derecha, izquierda y arriba), algo que en combinación con dos tipos de ataques básicos (flojo y fuerte), la posibilidad de realizar agarres para romper defensa y las técnicas especiales de cada personaje acaba resultando en unos duelos de ingenio y habilidad tan tensos como satisfactorios.
Tendremos que demostrar en todo momento que somos mejores que nuestro rival a la hora de averiguar por dónde nos va a atacar y por dónde podemos pillarle por sorpresa, cuando hacer uso de alguno de nuestros recursos y ser muy rápidos a la hora de reaccionar ante cualquier cosa que pueda ocurrir, ya que las direcciones por las que nos pueden venir los golpes pueden ser alteradas dentro de un mismo combo.
Tampoco podemos olvidarnos de que existe un medidor de energía que se consume con cualquiera de nuestras acciones, ya sean ataques o esquivas, el cual tendremos que gestionar muy bien, ya que si se nos vacía nos tocará esperar a que se vuelva a recargar para poder realizar combos y movimientos especiales.
Otro de los grandes aciertos del juego lo tenemos en lo bien realizado que está el peso de las armas, consiguiendo que sintamos con mucho realismo cada uno de los impactos, los cuales llegan a resultar especialmente satisfactorios en los bloqueos y choques entre armas.
Para que os hagáis una mejor idea de lo que supone jugar a For Honor, las sensaciones que transmiten los combates contra otros jugadores son mucho más cercanas a las de un juego de lucha que a la de un hack and slash, y esto es algo que se acentúa con el paso de las horas. Lo que un principio parece un sistema complejo pero poco profundo, acaba descubriéndonos una gran cantidad de posibilidades a la larga.
De hecho, no tiene nada que ver un duelo entre dos jugadores que acaban de empezar a jugar con uno entre dos usuarios experimentados y con cierto rodaje. Los primeros serán un poco torpes y aleatorios, con movimientos realizados de forma más o menos aleatoria, mientras que los segundos llegan a convertirse casi en una danza hipnótica donde los bloqueos, técnicas especiales, esquivas y movimientos precisamente calculados se suceden sin parar. Y lo mejor es que ese progreso que tendremos como jugadores está siempre muy presente, por lo que notaremos constantemente cómo vamos mejorando tras cada partida.
El único problema de todo esto es que For Honor no sabe ofrecer mucho más. Es un juego que depende al 100% de que nos guste su sistema de combate y nos divierta a la larga, por más duelos que echemos, lo que puede hacer que a más de uno acabe por volvérsele demasiado monótono y repetitivo antes de tiempo.
De hecho, el título nos llega algo justo de contenidos, con tan solo cinco modos que no son lo que se dicen precisamente variados, ya que no suelen haber muchos más objetivos en ellos que matar al contrario. Por un lado tenemos duelos de uno contra uno, dos contra dos y cuatro contra cuatro al mejor de cinco rondas (es decir, hay que ganar tres para hacerse con la victoria), así como un clásico combate a muerte por equipos de cuatro contra cuatro (con la salvedad de que hay que llegar primero a 1.000 puntos y eliminar a todo el equipo contrario tras ello) y Dominio.
Esta última modalidad es la más "original", ya que nos plantea unos enfrentamientos para cuatro contra cuatro en los que tenemos que conquistar diferentes puntos del mapa para sumar puntos. Nuestro objetivo es sumar 1.000 puntos y eliminar a todo el equipo contrario al alcanzar dicha cifra, por lo que el eliminar rivales pasa a un plano secundario para dar algo más de protagonismo a la estrategia en equipo.
Al igual que en todos los modos para equipos de cuatro, a medida que sumemos eliminaciones iremos subiendo de nivel y desbloqueando habilidades durante la partida, como si de un MOBA se tratase. De hecho, en la base central de cada mapa tendremos que eliminar minions (personajes controlados por la IA que duran un golpe) para ayudar a los nuestros a avanzar y a que conquisten el lugar, lo que provoca unas batallas muy caóticas cuando ambos equipos intentan hacerse con esta zona.
Lo cierto es que esta modalidad nos ha parecido mucho menos divertida que el resto, ya que las partidas suelen caer en el caos más absoluto y requiere de tanta comunicación y juego en equipo que a la que uno de nuestros compañeros falle nos puede echar toda por tierra, por lo que os recomendamos que os busquéis un grupo de amigos para jugarlo si lo queréis disfrutar de verdad.
Al menos, el número de mapas inicial sí acompaña, con doce escenarios distintos y cada uno de ellos con una buena cantidad de variantes, dotándolos de este modo de un aspecto visual muy diferente cada vez que jugamos en ellos (aunque el diseño jugable se mantiene intacto). Eso sí, ninguno de ellos es especialmente grande, ya que lo que se busca es favorecer los enfrentamientos entre jugadores.
Un detalle interesante lo tenemos en la inclusión de una guerra global entre facciones, donde nos obligarán a unirnos a los vikingos, samuráis o caballeros para luchar por su causa e intentar imponernos al final de cada temporada, algo para lo que tendremos que conseguir suministros de guerra jugando partidas y enviarlos para apoyar a las defensas y conquistas de cada territorio.
No deja de ser una curiosidad, ya que, a fin de cuentas, nuestro aporte al resultado final será muy poco notable, aunque estamos seguros de que ayudará a mantener viva a la comunidad, ya que nos hace partícipes de un conflicto global con sus propias recompensas al término de cada temporada, resultados que también afectarán a la estética de los mapas.
En cuanto al sistema de progresión, este es individual para cada personaje. Jugando con ellos obtendremos experiencia, lo que nos permitirá subir de nivel. Cada uno que subamos nos dará una recompensa concreta, como diseños para nuestro emblema o nuevas habilidades, además de aumentar nuestras posibilidades de obtener mejores botines al abrir cajas (que incluyen varias piezas de armadura aleatorias) o tras cada partida.
Todo este equipo nos mejorará unos atributos u otros, aunque nos ha gustado comprobar que se mantiene cierto equilibrio para no descompensar mucho respecto a quienes lleven poco tiempo jugando, ya que todo lo que nos equipemos nos dará tanto beneficios como contras, por lo que al final acaba siendo cuestión de tener suerte para que nos toque lo que necesitamos y perfilar nuestras preferencias para ajustarlas a nuestro estilo de juego.
Algo a tener muy en cuenta es que el ritmo de progreso está muy bien medido y, por ejemplo, desbloquear nuevos personajes nos ha parecido una tarea relativamente sencilla, especialmente si cumplimos las misiones diarias y jugamos un rato cada día. Evidentemente, para maximizar a un personaje necesitaremos jugar una ingente cantidad de horas, sobre todo si queremos conseguir todo su equipo, aunque al menos el juego nos recompensa con cierta frecuencia.
Aquí nos gustaría señalar que For Honor seguirá el mismo modelo de negocio que Rainbow Six Siege, por lo que todos los mapas y modos que se lancen serán gratuitos, mientras que los nuevos personajes tendremos que desbloquearlos, ya sea jugando o pagando dinero real, por lo que la opción de tenerlo todo sin pagar un céntimo de más está presente, algo que siempre es de agradecer.
Lo que no nos ha gustado tanto es la infraestructura online y el diseño de su interfaz, con un sistema de menús muy poco intuitivo y confuso. De hecho, comenzar una nueva partida suele ser un proceso muy tedioso, ya que el sistema de emparejamientos no es precisamente rápido ni preciso (más bien al contrario), algo a lo que hay que sumarle varias pantallas de carga de larga duración hasta que por fin nos podemos poner a repartir espadazos (o hachazos, o katanazos, o lo que sea que use nuestro personaje).
Además, cuando un jugador se desconecta suele costarle muchísimo al sistema encontrarle un sustituto, por lo que al término de cada partida hemos acabado por tener que buscar una nueva si no queríamos acabar jugando con más bots que humanos, obligándonos a pasar por el proceso de búsqueda otra vez desde el principio, con todo lo que ello conlleva.
Por si fuese poco, el juego no cuenta con servidores dedicados, por lo que siempre será uno de los jugadores de la partida el que haga de host, algo que no ha hecho experimentar todo tipo de irregularidades, como desconexiones fortuitas, cambios de host que interrumpen el ritmo de la partida, momentos con mucho lag, etcétera. Ojo, la mayor parte del tiempo hemos jugado de forma fluida y sin demasiados incidentes, pero la situación es la que es y estos problemas están presentes.
Guerra
Como dijimos al principio del texto, For Honor también cuenta con una campaña para un jugador, aunque nos ha parecido, con diferencia, lo más flojo de todo el conjunto. El principal problema aquí radica en la propia jugabilidad del juego, ya que enfrentarse a bots (que por cierto, son bastante buenos y duros) no resulta ni la mitad de divertido que enfrentarse a otros jugadores.
Cuando en el multijugador libramos un duelo y ganamos, realmente lo que sentimos es que hemos sido mejores y más listos que nuestro rival, mientras que con un bot esa sensación no existe, simplemente la de que la IA ha decidido que era el momento de cometer un error para no reaccionar a tiempo y dejarnos golpearla. Además, la mayor parte del tiempo nos lo pasaremos luchando contra enemigos muy débiles que mueren de dos o tres golpes, por lo que se pierde gran parte del factor táctico que suele ofrecer el juego, algo que queda relegado para los jefes y minijefes a los que tendremos que encarar.
A esto tampoco ayuda el hecho de que la campaña se desarrolle casi siempre en los mismos mapas del multijugador (bastante retocados y extendidos, eso sí) y que las misiones cuenten con un diseño muy lineal y marcado del que no nos podemos salir prácticamente, por lo que todo será avanzar por donde nos digan mientras vamos eliminando lo que vaya saliendo a nuestro paso. Hay alguna que otra sorpresa, pero esa será nuestra rutina habitual.
No vamos a negar que nos hemos aburrido bastante durante las ocho horas que nos ha durado, ya que en todo momento estábamos tentados a salirnos de la partida para volver al multijugador, aunque al menos tenemos que admitirle que la historia está muy bien contada (hay un gran número de vídeos generados con el motor del juego que tienen mucha calidad), a pesar de que la historia no es especialmente interesante.
También se han añadido varios coleccionables en forma de objetos observables e ítems que podemos romper, lo que le da cierto valor rejugable. De hecho, este modo cuenta con su propio sistema de progresión, por lo que nos tocará rejugarlo varias veces si queremos completarlo al 100%, algo que no nos parece la idea más atractiva del mundo. Eso sí, su inclusión se agradece y como tutorial extendido funciona perfectamente.
A nivel gráfico tenemos que admitir que nos ha sorprendido mucho lo bien que se ve el juego, con unos escenarios detalladísimos, buenas animaciones, grandes modelados de personajes y una iluminación muy conseguida. Hay algunos efectos que chirrían y ciertas texturas no están al nivel del resto, pero por lo general es un juego que entra fácilmente por los ojos, algo a lo que también ayuda su genial apartado artístico.
El sonido nos deja con una banda sonora sin apenas presencia y poco variada, aunque los temas con los que cuenta ambientan muy bien, son de calidad y se adaptan perfectamente a todo lo que ocurre en pantalla. Los efectos también nos han gustado mucho, especialmente en lo referente al sonido de las armas, resultando todo un gustazo escuchar los choques entre ellas, y el doblaje español es bastante bueno y profesional, repleto de voces muy famosas tanto del cine como de la televisión. Además, incluye un siempre agradecido selector de idioma por si no os terminase de convencer o prefirieseis otro.
Conclusiones
For Honor es uno de esos juegos que, sin ser perfectos, es precisamente lo que la industria necesita: algo nuevo, original y diferente a lo visto con anterioridad, que arriesgue y que busque ofrecer nuevas experiencia. Su sistema de combate es divertidísimo y muy completo, dando pie a unos duelos muy intensos, divertidos y satisfactorios que nos depararán grandes momentos.
Su multijugador nos ha gustado bastante, aunque peca de una falta de variedad alarmante que hará que muchos se cansen de él a medio y largo plazo, aunque si conseguimos conectar plenamente con su propuesta, mucho tiempo tendrá que pasar antes de que nos cansemos de medir nuestras habilidades con la espada con otros jugadores.
Por desgracia, la campaña se ha quedado en un mero complemento que no llega a ofrecer los mismos niveles de diversión que el multijugador, aunque su inclusión es algo de agradecer, pero nos resultaría muy difícil recomendaros su compra si solo os interesa esta parte del conjunto.
Sea de un modo u otro, si tenéis ganas de algo diferente, os atrae su propuesta y os gusta lo que os hemos descrito, aquí tenéis una opción de compra muy interesante y a tener en cuenta, especialmente si tenéis un grupo de amigos dispuesto a jugar con vosotros. Y con la seguridad de que todo lo que salga tras su lanzamiento lo podréis obtener jugando.
Hemos realizado este análisis gracias a una copia digital para PlayStation 4 que nos ha proporcionado Ubisoft.