Análisis de DriveClub (PS4)

Resulta extraño ver a Evolution Studios con un juego de velocidad elegante tras una década de títulos de barro, vehículos revolcándose hasta quedar irreconocibles y terreno completamente irregular. Este estudio británico desarrolló los World Rally Championship de PlayStation 2 y la trilogía Motorstorm –más el spin-off RC- en PlayStation 3 que exageraba aún más la locura off road, primero en parajes naturales y luego con Apocalypse destrozando una ciudad.
El concepto de DriveClub sin embargo parece que llevaba rondando la mente del estudio desde hace muchos años, pero por varias razones -técnicas y de infraestructura online- fue descartado a favor de Motorstorm hasta la llegada de PlayStation 4. Es hijo de la simulación de cinco WRC y de los tres arcades que hizo el estudio en la pasada generación, un equilibrio difícil para el que han contado con Ged Talbot, diseñador jefe de Bizarre Creations y uno de los máximos responsables de todos los juegos de velocidad del estudio, desde Metropolis Street Racer hasta Blur pasando por cuatro Project Gotham Racing. Y por supuesto, se ha puesto un foco de atención importante a las funciones sociales para hacer que el género vuelva a ser relevante en el mercado tras unos injustos años de capa caída.
La razón de esta pequeña crisis de la conducción no está clara, podrían ser simples modas. En Evolution han comentado que los juegos de velocidad contra todo pronóstico no han sabido aprovechar de la conexión online tanto como otros géneros –acción o deportes-. Ganar una carrera online no es suficiente incentivo salvo para los jugadores menos competitivos, así que en el estudio han pensado que si el usuario no va al online, el online debe ir al usuario: hacer que todos sus logros tengan una utilidad y mantener los duelos de manera asíncrona al estilo de Motorstorm RC para que incluso competiendo teóricamente offline, puedas superar récords de amigos.


Siguiendo esta filosofía, lo que más pica en Driveclub es desbloquear contenido y ver la evolución personal. Es un truco usado con mucho éxito en el multijugador de Call of Duty, premiar constantemente nuestras acciones aunque sea con pequeña experiencia o algún desbloqueable, y no hace falta ser el mejor jugador del mundo para disfrutarlo. Decidas jugar al modo contra la inteligencia artificial o las carreras en red, ganarás puntos de fama por cada esfuerzo que realices –puede ser derrapar de manera extraordinaria, un adelantamiento, pillar un rebufo, ganar en uno de los duelos u otras muchas hazañas-, y al formar parte de los clubs, también te beneficiarás de lo que consigan tus amigos de manera global. En la mayoría de shooters ser el peor de tu bando aún te puede premiar con valiosas nuevas armas, y si no eres el mejor tirador te dedicas al apoyo y curación. ¿Y en un juego de carreras estándar? Si no eres el ganador quizás no compense el esfuerzo.
Al menos esa es la teoría detrás de DriveClub para mantener el online en constante actividad. Nada te va a impedir desear la pole en Driveclub en cada carrera, pero si no eres el mejor de la sesión, ese tiempo aún habrá servido para subir de nivel o desbloquear un nuevo deportivo que te facilite tu próxima prueba. En última instancia vas a tener que probar tu habilidad ganando carreras para llegar lejos en los torneos, lo que sucede es que no es un sistema tan estricto que te diga desde el principio "o ganas esta prueba o quedas bloqueado".

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