Análisis Dragon Ball: The Breakers, un experimento desequilibrado y tosco (PS4, Xbox One, Switch, PC)
Cuando Bandai Namco y la desarrolladora Dimps anunció Dragon Ball: The Breakers tuvimos una sensación de desconcierto al ver mezclada una franquicia con tanto renombre con un género tan denostado como el multijugador asimétrico, aunque quizás no fue tanto por eso sino por el hecho de que los protagonistas del juego fuesen civiles en vez de héroes con superpoderes, tal y como estamos acostumbrados a ver en la saga Dragon Ball. Superado el impacto inicial, y ahora que ya está disponible en PS4, Xbox One, PC y Nintendo Switch, toca ver cómo ha salido este peculiar proyecto que tanto revuelo ha causado.
¿Qué es exactamente Dragon Ball: The Breakers?
Dragon Ball: The Breakers es un multijugador asimétrico de siete contra uno en el que un grupo de civiles sin poderes tiene que enfrentarse a uno de los grandes villanos de la saga de Akira Toriyama, como Célula o Freezer. Aunque no dispongan de habilidades sobrenaturales, los civiles tienen varias maneras de plantar cara al asaltante: cuentan con varios gadgets que les permiten saltar más alto, desplazarse más rápido o esconderse tras una bomba de humo. También hay objetos que pueden desbloquear para disparar al villano tanto munición como ráfagas de energía al más puro estilo Super Saiyan.
El objetivo, como en muchos otros juegos del género, es escapar de la zona sin que el villano mate a todo el mundo. Hay varias formas de conseguirlo, siendo la principal obtener una serie de llaves especiales que activan una máquina del tiempo; esto es porque el contexto narrativo del juego es que ha habido una falla en el espacio-tiempo y se han generado pequeñas dimensiones en las que estos villanos llegan a destruirlo todo, una vaga premisa que apenas sostiene el núcleo jugable. En base a eso, también hay una base segura que sirve como hub central, con tiendas, NPC y sistema gachapón.
Mejor como villano que como civil
Por otro lado están los asaltantes, villanos clásicos de Dragon Ball que aquí la quedan y tienen el objetivo de impedir la huida de los civiles. Empiezan en su primera forma, la más básica, y a medida que consumen a los jugadores se van haciendo cada vez más fuertes. Por supuesto, estos personajes no saben dónde están los supervivientes hasta que no los ven en pantalla, así que el juego se convierte en una especie de escondite. El asaltante, que juega solo, sí tiene poderes especiales, e incluso puede llegar a destruir zonas completas del mapa dejándolas inutilizables para los civiles.
Suena obvio decirlo y es algo que ocurre en casi todos los multijugadores asimétricos, pero en Dragon Ball: The Breakers tomar el rol del villano es mucho más estimulante que jugar como civiles. Quizás aquí esa sensación se agudiza más debido a que los asaltantes son personajes conocidos y los supervivientes no (a excepción de algunos como Bulma o Uulong) , pero también porque los civiles tienen muchas menos opciones contra los asaltantes que en otros videojuegos: a fin de cuentas, los villanos de Dragon Ball representan a los seres más poderosos del universo, ¿quién podría hacerles frente si no súper guerreros de poder similar?
A fin de cuentas, los civiles sólo pueden huir y esconderse, utilizando su astucia para dar esquinazo a los villanos. Hay veces que esta idea da pie a situaciones de tensión que se convierten probablemente en lo mejor del juego: la sensación de indefensión ante la amenazante mirada del villano de Dragon Ball que nos busca desde los aires. También son destacables algunos momentos de cooperación entre jugadores, cuando alguien utiliza el poder de transformación (que permite a los supervivientes adoptar los poderes de los grandes héroes de la saga, como Goku, Vegeta o Piccolo) para distraer al asaltante mientras activan la máquina que se necesita para huir y ganar la partida.
Una estructura liosa e incómodos sistemas multijugador
Aunque los objetivos para sobrevivir suenen simples, lo cierto es que el progreso de la partida suele resultar bastante lioso. Su estructura no está del todo clara y la mayoría del tiempo vemos a los jugadores correteando por el mapa sin saber muy bien que hacer (y eso que lo único que hay que conseguir son las llaves de poder). Quizás es porque estos objetos están colocados aleatoriamente en los mismos cofres que encontramos otros ítems menores, quizás es porque hay mucha información en pantalla y a veces no queda del todo clara; el caso es que no se percibe una idea consistente que mantenga las bases de la partida, que acostumbra a acabar convertida en un barullo.
Puede que, siendo conscientes del caos que propician sus sistemas, el propio diseño de Dragon Ball: The Breakers incorpora supuestas soluciones que tratan de darle orden. Decimos "supuestas" porque no funcionan: consisten en poner a Trunks gritándonos constantemente lo que tenemos que hacer, voces (sólo en japonés o inglés) que se suman a la agresiva interfaz del juego, plagada de información que satura más que ayudar.
Tampoco son especialmente cómodos los sistemas multijugador que se utilizan para crear y encontrar partidas, sobre todo en lo que respecta a esto segundo: durante el tiempo que hemos jugado para el análisis hemos tenido muchos problemas para encontrar partidas a las que acceder, llegando incluso a tener que reiniciar el emparejamiento después de estar más de 15 minutos esperando la entrada de nuevos jugadores. Además, aunque hay un sistema de prioridad que nos da un punto cada vez que no jugamos con el rol que queremos, acceder a una partida como villano es realmente difícil. La impresión que nos queda es que hay poco volumen de jugadores a día de hoy y que la mayoría quiere jugar como asaltante, precisamente por ese desequilibrio que hace que sea mucho más divertido que jugar como supervivientes.
Visualmente tosco, pero inevitablemente carismático
En lo que respecta a su apartado audiovisual, ya lo podéis ver en las capturas y vídeos que acompañan a este texto: Dragon Ball: The Breakers es un juego tosco, con obvias limitaciones gráficas y un diseño de escenarios (sólo hay tres mapas a día de hoy) que deja mucho que desear. Sin embargo, la licencia Dragon Ball aguanta lo que le eches e incluso en este título responde con un carisma que casi consigue hacernos olvidar lo pobre de su acabado gráfico. Eso no quita que haya momentos en los que al juego se le vean demasiado las costuras, como las animaciones de los personajes supervivientes, que además tienen un control demasiado ligero e imprevisible, o los límites de los mapas. Por el contrario, los efectos especiales y algunas escenas cinemáticas ponen el contrapeso en un proyecto que es difícil de mirar con buenos ojos.
Conclusiones
Dragon Ball: The Breakers ha llegado al mercado con múltiples problemas de base que propician una experiencia liosa, desequilibrada e incluso aburrida en ciertos momentos. La idea de poner a civiles contra villanos de la saga nos sorprendió de primeras y podría haber tenido un resultado mucho mejor llevado del que ha resultado ser, algo a lo que no ayudan su tosco acabado gráfico, los incómodos sistemas multijugador y la presencia de compras y gachapón, teniendo en cuenta que es un juego premium. A pesar de todo, la experiencia consigue volverse interesante en situaciones de cooperación entre supervivientes y, por supuesto, jugar como asaltantes es muy divertido (también muy fácil). Tratándose de un juego como servicio puede llegar a mejorar con el tiempo, pero necesitas muchas y muy profundas actualizaciones para solucionar sus problemas de base.
Hemos realizado este análisis PS5 con un código proporcionado por Bandai Namco.