La conversación alrededor del final de Stranger Things se ha puesto rarísima, y no precisamente por Vecna. La serie sigue estando en todas partes —rankings, titulares, clips—, pero en redes se ha instalado un runrún de decepción que se está expresando como mejor sabe internet: a base de memes, recortes de escenas y frases lapidarias.
Y en ese carrusel, Millie Bobby Brown se ha convertido en el blanco más fácil, con montajes comparando “sus expresiones” en la temporada 5, chistes repetidos hasta el infinito y comentarios pasados de vueltas que ya no critican una escena concreta, sino que directamente intentan desacreditarla como actriz.
Lo de los memes es casi el corazón del asunto, porque marcan el tono: no es una discusión pausada de “esto funciona / esto no”, sino una reacción en cadena. Te aparece un clip fuera de contexto, alguien le pone un texto gracioso encima, se comparte miles de veces y, cuando te quieres dar cuenta, el chiste ya se ha convertido en “verdad” para mucha gente. Incluso se ha mezclado con especulaciones sobre si su cara “está más rígida” o si se ha hecho algo estético, indicando algunos usuarios que el problema que es se pasó con el botox y las inyecciones de ácido hialurónico, que es el típico salto feo: de hablar de interpretación a vigilar el aspecto físico de una actriz como si fuera deporte.
Cuando una nota se vuelve munición
A eso se suma otro combustible: el episodio 7 ha sido señalado por muchos fans como el punto más flojo, y ha circulado mucho que es el peor valorado de la serie en IMDb. Ese tipo de dato, real o inflado por el momento, funciona como munición perfecta para redes: “¿ves? no es cosa mía, lo dice la nota”. Y ahí ya no hay matices: todo el mundo habla como si estuviera dictando sentencia, cuando a veces lo que hay es un capítulo divisivo, un giro que no ha gustado o una acumulación de expectativas imposibles de cumplir.
También influye algo muy simple: esta temporada reparte más el foco y, si un personaje aparece menos, cada plano suyo se analiza como si fuera un examen final. En una serie tan producida —montaje, luz, maquillaje, continuidad, efectos— es fácil cargar en la actriz lo que depende de decisiones de puesta en escena. Y claro, si encima el algoritmo te sirve exactamente los segundos más “memeables”, la percepción se distorsiona todavía más.
A Eleven com Preenchimento Labial nos anos 80, diva revolucionária pic.twitter.com/cHxwbq1cew
— Matheus Amaral (@cinestera) December 26, 2025
El cierre como evento y el debate como espejo
Con todo, el final está ya puesto como evento de Nochevieja: el episodio definitivo llega a España la madrugada del 1 de enero, y se espera que sea largo, tipo “película”. Eso significa que, bien o mal, lo que queda por delante puede cambiar bastante el sabor de boca: hay series que se recomponen con un buen cierre y otras que se llevan el ruido hasta el último minuto.
Lo que sí estaría bien es separar cosas. Criticar un arco, una escena o incluso decir “me ha decepcionado” es totalmente legítimo. Convertirlo en una tormenta de memes para humillar a una actriz o entrar en el terreno de su cara y su cuerpo ya es otra cosa.















