Un poco de historia
No es ningún secreto que el deporte (si así podemos llamarlo) del Wrestling (aquí traducido como lucha libre) no goza de demasiado público en nuestro país, ni siquiera en nuestro continente en sí. Sin embargo, más allá del Atlántico es un deporte que podríamos calificar casi de masas, básicamente por la incipiente espectacularidad y energía que desprende. Es de América precisamente de donde provienen los abundantes títulos basados en la WWF (World Wrestling Federation), que han pasado ya por todas las consolas habidas y por haber, y que generalmente llegan a España, aunque pasen por nuestro mercado sin pena ni gloria. Así, cualquier consola doméstica que se precie ha tenido sus sagas o juegos de lucha libre. Y entre estas sagas se encuentra una que nació en la ya obsoleta Playstation, con un importante éxito tanto de crítica como de popularidad, y que ahora regresa en la negra de Sony, Playstation 2. Hablamos del regreso de la saga Smackdown, cuyos primeros episodios aparecieron hasta en nuestro país, por lo que los seguidores de este peculiar deporte probablemente la conozcan. Hablamos, en definitiva, de la adaptación de la espectacularidad del original a la tecnología de hoy en día que ofrece Playstation 2. ¿Estará a la altura?
Un esperado retorno
Como ya hemos comentado, no es ésta la primera incursión de la saga SmackDown en las consolas. Creado allá por 1999 por la desarrolladora Yuke’s, dos títulos aparecieron en dos años, ambos para Playstation. Ahora, de los mismos desarrolladores, junto con THQ, nos llega esta tercera parte, que al igual que las dos anteriores cuenta con la licencia oficial de la WWF, por lo que los aficionados al Wrestling (si es que los hay en nuestro país), quedarán encantados al reconocer a las mayores estrellas de la lucha libre mundial en el juego (y alguna que otra fémina de dudosa procedencia...). ¿Qué nos deparaban los juegos originales? En líneas generales: jugabilidad arcade sin grandes complicaciones, divertidas peleas, y, sobretodo, mucha espectacularidad. Se trataba de conseguir traspasar todo esto a la tecnología de nueva generación. Vayamos a ver si el fin ha sido logrado.
Escoge entre las 36 ‘superstars’ y... ¡a pelear!
La mecánica del juego (y con ello en la mayor parte de sus modos de juego) es simple: la pelea entre dos luchadores acabará solo cuando un luchador consiga inmovilizar durante tres segundos al contrincante, o, una vez terminado el tiempo del combate, quien haya obtenido mejor puntuación. ¿Y cómo se obtiene esta puntuación? Pues bien, es fácil, aunque no común (al menos en los juegos de lucha convencionales). Básicamente los puntos (en forma de barra de energía) se obtienen al realizar ataques y dañar al contrario, de manera que, a mejor "combo", más puntos. Así, iremos completando barras, que se irán añadiendo en forma de números. Y el objetivo es, al final del tiempo límite, tener más barras completadas que el contrario, de manera que seremos proclamados vencedores del combate.
Como ya hemos comentado, el juego cuenta con la licencia oficial de la WWF, por lo que todos los luchadores que aparecen en el juego están basados en la realidad, con sus nombres y características físicas totalmente definidas. Nos encontraremos con un plantel de 36 luchadores en total, cada uno de ellos con sus correspondientes características. De estos 36, por cierto, 34 serán hombres (cómo no), pero habrá lugar para dos mujeres, que, a pesar de no tener la fuerza física de los hombres, destacarán por su agilidad y destreza a la hora de realizar combos o ataques especiales.
Abundantes y extraños modos de juego
Y digo en la mayoría de sus modos de juego porque lo cierto es que los hay a raudales. Tantos, que para cualquier jugador no iniciado en el mundo de la lucha libre, la mayoría de los modos de juego pueden resultar muy confusos (creédme, lo digo por experiencia). Y es que una vez dentro de la clásica división entre Exhibición (peleas individuales) y el modo Historia (en el que se intenta de alguna manetra enlazar todas las luchas con alguna "trama"), encontramos un sinfín de opciones, de matices, y de subgéneros que pueden confundir al más hábil de los jugadores. Exceptuando algunos que por lógica se pueden intuir, hay otros de realmente extravagantes, aunque la mayoría de ellos estén muy trabajados. Así, encontaremos la opción de peleas hasta con seis luchadores sobre el ring (o fuera de él), peleas con TLC (lo que traduciendo las iniciales serían ‘Mesas, Escaleras y Sillas’ –podéis imaginaros de qué van-), o hasta peleas en el salón de estar de cualquier casa. En cuanto opciones pues, todo sea dicho, Smackdown sobrepasa con creces los límites establecidos, y de buen seguro que estos abundantes (y muchos de ellos misteriosos) modos de juego alargarán considerablemente la vida de éste, sobretodo si se trata de algún fan de la lucha libre.
Gráficos demasiado irregulares y sonido desastrosoAunque esté pareciendo repetitivo, los gráficos también tienden a confundir al jugador. Pero ya el tema en cuestión es grave. Es decir, por un lado, vemos increíbles presentaciones de personajes, llenas de magníficos efectos de luz, caras reales, golpes espectaculares y animación extraordinaria; mientras que por el otro, encontramos modelados de los personajes mediocres, y un público... insultante. El público (aún, ¡en un juego de Playstation 2!) son simples trozos de cartón, puros y duros. El efecto que provocan es más bien lamentable, en especial cuando la batalla cambia de lugar y se desarrolla en medio del público, pues "los cartones" se apartan bruscamente y siguen con sus dos frames de animación; la impresión que da esto es de descuido total por parte de los programadores. Las animaciones durante los combates se salvan con creces, pues están tomadas mediante Motion Capture, así como los simplemente espectaculares ángulos de cámara (aunque se echa un poco de menos un mayor control sobre ellas), y la construcción de escenarios es... correcta. Pero los modelados de los luchadores son dignos de Playstation, y el "público" es horroroso. Aunque, todo sea dicho, las presentaciones de las súper-estrellas están realmente logradas, con extractos de imagen real en calidad DVD, deslumbrantes efectos de luz, y paseos triunfales a lo largo de los cuatro rincones del ring para oir al público aclamarles. Espectáculo puro y duro, igual que en la vida real en este deporte. Podemos encontrarnos, en medio de un combate, con que algún personaje entra de repente en la pista, y se lía a trotazos con los dos luchadores. Además, por si fuera poco, podremos atizarle al árbitro (algo bastante gratificante), así como pelear dondequiera del escenario: ya sea dentro del ring, fuera de él, en medio del público, en la pasarela de entrada, ... El juego aboga por el espéctaculo: de ahí que se haya puesto tanto esmero en la creación de una espectaculares secuencias de introducción para cada personaje, y sus animaciones durante el combate. Aunque, reitero, los modelados de éstos aún dejan mucho que desear.
En cuanto al sonido, digamos que no confunde, pues es poco menos que vergonzoso. Ante todo, la música es decente: melodías mezcladas (se mezcla rap con música electrónica y heavy...), aunque al final acaba haciéndose pesada. Pero lo que realmente llega a los nervios del jugador en cuestión son las voces. Los comentarios, en "perfecto" inglés, a duras penas se corresponden con lo que está sucediendo en las pantallas, y son de absurdos para abajo. ¿Fluidez y concordancia? Cero patatero. Resulta hasta divertido (si se entiende el inglés) ponerse a escuchar lo que dicen los comentaristas, pues aparte de que muchos de sus comentarios rozan lo ridículo, el combate quizás ha empezado hace tres minutos y ellos aún están presentado el combate, o comentando el primer golpe del mismo.
Lo que, en unión, hará que al cabo de un par de partidas optemos por la eliminación de las voces durante los combates. Para que os hagáis una idea del esmero que se ha puesto en el apartado: todos los partidos son comentados por el comentarista profesional Michael Cole, junto con la super-estrella Tazz, que además es uno de los personajes seleccionables durante el juego. Pues bien, cuando escojamos para jugar a Tazz en algún combate... él mismo comentará su propio combate. ¿No suena absurdo? Pues lo es. Por suerte, Yuke’s ha habilitado la desactivación de tanto las voces como la música durante los combates, con lo que podremos disfrutar de ellos sólo oyendo el rugido del público y los crujidos de los huesos, así como los gritos de dolor al hacerle una llave (hay algunas que hasta resultan dolorosas con solo verlas) a tu peor enemigo.
Jugabilidad desaprovechada
En cuanto a la jugabilidad, Smackdown no es un mal juego, aunque podría haber dado mucho más de sí. No es excesivamente difícil de controlar, aunque costará algunos combates dominar perfectamente un personaje en concreto. El control es intuitivo, rápido y directo, y el sistema de combos y ataques no es difícil. Con tan solo un poco de práctica podremos hacerle lo que queramos al contrincante, desde inmovilizarlo, hasta darle una buena patada en los mismísimos, cosa que convertirá en mucho más espectaculares y interesantes los combates. Creedme, aunque al principio cueste algo de dominar –sobretodo si se es inexperto en el género-, con algunos combates de práctica, resultará toda una delicia jugar sea cual sea el modo, pues el juego es condenadamente divertido.
Pero también en este apartado jugable el juego presenta importantes carencias. La más grave a mi parecer es la omisión del pad analógico del Dual Shock, a favor de la cruceta digital. Esto significa que durante los combates no podremos usar el tan cómodo stick análogico, y tendremos que controlar a nuestro luchador con la anticuada cruceta digital. Esto hace que el control sobre nuestro personaje sea excesivamente duro, y en ocasiones falle escandalosamente. El sistema de orientación no es mejor: será harto difícil girar al sentido opuesto a nuestro personaje si esa es nuestra intención. Esta situación se hace especialmente pesada en combates con muchos luchadores en escena, cuando tu personaje está encarado a uno en concreto, y tú decides intentar golpear al de justo detrás tuyo. Bueno... digamos que es poco menos que imposible. Para el próximo Smackdown, ¡por favor al menos permitid escoger entre cruceta y pad! Creedme también cuando os digo que el juego pierde mucho por este control tan defectuoso.
Divertido a más no poder
Aún y todos los errores comentados anteriormente, si hay algo que no le podamos achacar al juego es que resulta tremendamente divertido. Muchísimo. Es posible que, especialmente para los no iniciados en el género, al principio resulte bastante desesperante, debido en gran parte a su deficiente control. Pero al cabo de pocas partidas, a medida que el jugador vaya descubriendo los modos de juego que le aguardan, el juego se convertirá en espectáculo y diversión puros. Espectáculo y diversión de la mano, al fin y al cabo. El multijugador, magnífico. Si hay algo admirable del motor gráfico de este SmackDown, esto es su capacidad para poner a seis o más luchadores en pantalla sin apenas despeinarse. Lo que propicia que las batallas entre cuatro jugadores humanos (especialmente si son aderezadas por el uso de esclaleras, sillas, y demás –en los combates-) sean absolutamente espectaculares y destilen diversión por los cuatro costados.
En definitva
No se puede decir que este Smackdown!: Just Bring It sea un mal juego, pero tampoco es un juego cuidado al máximo en cada uno de sus apartados. Como queda reflejado en sus notas, tiene una serie de errores a nivel técnico y jugable considerables, que solo si son subsanados en posteriores ediciones podrán convertir a esta saga en la mejor de Playstation 2. Por suerte, estos defectos, aún y afectar a la jugabilidad del juego, no tienen un efecto demasiado importante en la diversión que el título proporciona. En resumen, un juego con errores, pero tremendamente divertido. Para acabar, una pequeña reflexión: si el juego, aún y sus numerosas carencias y fallos, proporciona tal cantidad de diversión, ¿hasta dónde llegará cuando se depuren todos sus apartados? El tiempo lo dirá.