Análisis de Worms 4: Mayhem (PS2, Xbox, PC)
La saga Worms lleva años en la palestra con entregas nuevas cada poco tiempo, pero no dio el salto a las tres dimensiones hasta el año 2003, cuando finalmente pudimos disfrutar de las batallas locas entre gusanos de siempre, pero con apartado gráfico más espectacular y escenarios más complejos. Ha llovido poco desde entonces pero ya está aquí la cuarta entrega de la saga, ya completamente acostumbrada al tercer eje, que retorna a los orígenes de la saga después de aquel extraño derivado llamado Worms Forts Under Siege lanzado el año pasado.
Worms 4 mantiene la fórmula clásica de la saga. Dos o más equipos de varios gusanos se baten, por turnos, en un escenario completamente destruible. En cada turno cada jugador puede controlar a una lombriz (alternándose éstas también por turnos) y, tras elegir el arma de entre una extensa selección, dispararla hacia el equipo rival con cuidado de no dañar a los otros integrantes del equipo –y al propio gusano que en ese momento controla. El ganador es, naturalmente, el que sobrevive. Ésta ha sido la fórmula de todos los juegos de Worms y, combinando su simplicidad con una variedad de armas asombrosa y un sentido del humor muy acusado, se ha convertido en un juego popular, especialmente a varios jugadores.
Las novedades de esta cuarta entrega no radican por lo tanto en una diferente concepción de la matanza de gusanos –como intentó hacer Worms Forts Under Siege- sino en la forma de hacerlo, teniendo esta vez la posibilidad de configurar al máximo los equipos, ya sea modificando a las lombrices como creando armas. Aparte de esto se ha mejorado el apartado gráfico y el juego es ahora más sencillo de controlar y de jugar –más que Worms 3, que a veces resultaba engorroso-, y se ha incluido un modo para un solo jugador de cierto peso que además abre otras opciones en el juego.
El argumento de este modo "single" es puramente anecdótico y sirve de pretexto para que el veterano equipo Team 17 nos muestre escenarios variados ambientados en diferentes épocas temporales y lugares, como si de parcelas de un parque temático se tratasen; nuestro equipo de gusanos tendrá que viajar por diferentes épocas temporales buscando las piezas de una máquina del tiempo; esto dará lugar a que en las misiones no solo tengamos que acabar con la eventual resistencia sino también destruir ciertas partes del escenario para descubrir la pieza en cuestión. Las misiones también se hacen más diversas al estar a veces limitados a cierto conjunto de armas en vez de a todo el plantel de Worms.
Este modo historia se hace variado, mucho más que el de juegos anteriores, y es interesante para el jugador porque a medida que avancemos ganaremos dinero que podremos gastar en la "tienda Worms". Aquí no solo encontraremos nuevos accesorios para configurar a nuestras lombrices sino también nuevos mapas multijugador e incluso modalidades de juego nuevas para este tipo de partidas. Estas modalidades son bastante interesantes y pueden hacer las partidas multijugador más divertidas y sorprendentes. Se trata de condiciones que alteran las reglas de la partida, como por ejemplo que solo se pueda avanzar a saltos, o que las caídas hagan el doble de daño. De modo parecido al de algunos shooters en primera persona, estas modificaciones para las partidas ayudan a dar variedad a un modo multijugador ya de por sí divertido. Hay hasta tres condiciones aplicables a cada partida, tanto por nosotros como automáticamente por la máquina, e iremos consiguiendo más a medida que avancemos por el modo historia.

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