Análisis de True Crime 2 (PS2, PC, GameCube, Xbox)
Hace ya dos años True Crime: Streets of L.A. se presentó como una alternativa a la completa dominación sobre el género que sostenía –y sostiene- la saga Grand Theft Auto, teniendo en su plasmación de la ciudad de Los Ángeles una de sus principales bazas, así como algunas aportaciones jugables de interés que, sin embargo, no se plasmaron de la manera más afortunada en el producto final. Había cosas por pulir, sin duda alguna, para ofrecer un producto mucho más acertado, y con esa intención llega ahora la segunda entrega, ambientada en esta ocasión en la ciudad de Nueva York.
El protagonista en este videojuego será Marcus, hijo de un importante jefe del crimen, conocido como Isaiah. Intentaron asesinarlos para tomar el control de su organización, y Marcus llevó a cabo su venganza, tan sólo para acabar cinco años después en el cuerpo de policía de la ciudad de Nueva York, pero con su padre en prisión. Marcus Reed dio un giro tan radical a su vida gracias a la ayuda de un amigo de la familia, Terry Heggins, que le llevó por el buen camino, pero ahora éste ha sido asesinado en acto de servicio, en lo que parece ser una trampa, y Marcus no va a parar hasta saber exactamente quién es el responsable.
El desarrollo de la historia ha sido diseñado de una manera mucho más acertada que en la anterior entrega, con personajes más complejos y escenas (realizadas con el motor gráfico del juego) elaboradas de una manera mucho más consistente y cinematográfica, reforzadas con las voces de actores como Laurence Fishburne, Mickey Rourke (recientemente rescatado del olvido profesional) y Christopher Walken, siendo uno de estos casos en los que realmente se agradece disfrutar del juego en versión original; pese a la poca variedad de tacos que ofrece el juego en sus líneas de diálogo. La calidad interpretativa de los dobladores está más allá de toda duda, y sin duda será algo que agradecerán quienes dominen el inglés y puedan disfrutar los diálogos, dando la cohesión a una historia que cuenta con no demasiadas fisuras en su planteamiento, algo que se percibe en lo bien hilada que están casi todas las misiones del juego, combinando las labores habituales de un policía en la gran ciudad junto con las investigaciones personales que harán que avance el hilo narrativo.
La ciudad de Nueva York está recreada con un buen nivel de detalle, lo que se traduce en algunos problemas para generar los entornos, como veremos más adelante, y, sobre todo, en la sensación de vida que puede transmitir la urbe, con tráfico, peatones y delincuentes campando a sus anchas por las calles, dando lugar a muchas situaciones completamente aleatorias que requerirán de nuestra actuación como policía. Pero Marcus podrá cruzar la línea de la ley para tomar parte en carreras ilegales y combates igualmente ilícitos, siendo éstas misiones que sus superiores le encargan para descubrir actividades criminales. Las misiones principales del juego son de una estructura algo repetitiva, basándose esencialmente en llegar a un lugar determinado y matarlos a todos. Es éste un problema endémico en el género, y por suerte True Crime: New York City nos ofrece variaciones de su desarrollo en forma de misiones de escolta, y otro tipo de objetivos. Con todo, lo cierto es que la auténtica variedad de su desarrollo viene dada sobre todo por las misiones secundarias que nos iremos encontrando a lo largo del juego, y que suponen buena parte del jugo de este título.
No pocas misiones nos conducirán al interrogatorio del principal "sospechoso" neutralizado durante el desarrollo de éste, un elemento jugable que aporta una nueva dimensión al género, eso es innegable. Habrá que presionar al criminal enseñándole el arma, apuntándole, y haciendo, en general, de poli malo. Con esos actos aumentaremos su nerviosismo; por el contrario, si le preguntamos educadamente si colaborará con nosotros, se relajará. El objetivo es situar su medidor de estrés en el punto señalado en la barra para conseguir que el tipo se decida a contarnos lo que sepa.
El concepto es muy bueno, aporta una variedad al desarrollo (al menos durante las primeras veces que estemos en estas situaciones), pero su simplicidad –algo inocente en su planteamiento- le hace perder enteros, ya que es muy fácil superar estos momentos. Está claro que el juego se centra en la acción, y este elemento de su desarrollo no es equiparable a un tiroteo contra un puñado de traficantes, pero lo cierto es que nos hubiese gustado disfrutar algo más de este punto de variedad, ya que si se hubiese llevado a cabo ofreciendo una mayor complejidad (no sólo en cuanto a dificultad, sino en toda su concepción, dando más posibilidades al jugador) estaríamos ante uno de los elementos estrella de True Crime: New York City.
En cualquier caso, los interrogatiorios resultarán frescos al jugador, y si a alguien no le gusta, puede saltárselos metiendo la pata durante esos momentos, ya que al hacerlo entraremos en una misión secundaria que nos llevará a buscar a alguno de nuestros informantes habituales, que nos dirigirá hacia la siguiente misión sin mayores problemas. Ambas opciones, tanto el interrogatorio como buscar a un soplón, se plantean de manera que el jugador podrá escoger qué camino prefiere tomar.
True Crime: New York City transmite muy buenas sensaciones a nivel gráfico en un primer momento, con un nivel de detalle en los escenarios realmente elevado, acompañado de una texturización acertada y realista. Del mismo modo, los personajes están bien diseñados, de manera muy acertada disimulando su origen poligonal gracias al nivel de detalle y otros elementos como las animaciones faciales, destacables en los personajes más importantes. Pero todo este conjunto representa una carga gráfica demasiado pesada: mover la ciudad de Nueva York, reproducida con un buen nivel de fidelidad, sus personajes, automóviles, y todos los eventos que suceden en las calles hacen que el juego muestre unas ralentizaciones exageradas (comunes a las tres consolas), hasta tal punto que en algunos momentos pueden afectar a la jugabilidad... como sucede siempre que hay ralentizaciones.
Los juegos de este género, en definitiva, suelen presentar estos fallos por lo enorme de sus entornos, y si tenemos en cuenta el nivel de detalle del título que nos ocupa, no es de extrañar que sea algo presente en su desarrollo. Quizás hubiese sido preferible optar por reducir el nivel de detalle (el juego nos muestra incluso con gran acierto las latas de refrescos al golpearlas con los pies y demás elementos que configuran un entorno gráfico realista y coherente), para que el juego no se tornase brusco por las ralentizaciones, pero lo cierto es que el conjunto en líneas generales cumple con lo esperarán los jugadores. Tan sólo podemos esperar, ahora que la nueva generación de consolas está a las puertas, que en el futuro la balanza sea más equilibrada.
Por otro lado, hay que reconocer que, junto a la aportación de los interrogatorios, Luxoflux, los programadores del juego, han mejorado notablemente la accesibilidad del título, con un control mucho más depurado y suave, sobre todo en lo referente al uso de armas de fuego, uno de los puntos más criticados de la anterior entrega. Ahora podremos apuntar libremente, como en cualquier juego de acción en tercera persona, o fijar un objetivo, de manera similar al conocido como Z-targetting que nos ofreció Ocarina of Time, aunque sin duda alguna mucho más similar al que vimos en GTA: San Andreas. Gracias a esto, podremos movernos y disparar de manera simultánea, siendo un proceso sencillo pero eficaz, optando ágilmente entre fijar un objetivo o apuntar libremente. Éste es, posiblemente, el aspecto más mejorado con respecto al anterior juego, siendo flexible y ágil, situándolo muy por delante de ése. Del mismo modo se ha mejorado el sistema de combate cuerpo a cuerpo, incluyendo en esta modalidad de combate también todo el sistema de fijar objetivos, de manera que dirigir nuestros puños será mucho más sencillo, y, todo sea dicho, el sistema funciona correctamente, algo de lo que no podía alardear la anterior entrega.
Estos juegos suelen ofrecer una completa banda sonora, y New York City no iba a ser la excepción. Recurre a la estructura de emisoras de radio para ofrecer música licenciada que, aunque no es tan variada en su oferta como la presente en los GTA, o incluso en juegos como los Project Gotham Racing, su selección de temas es muy acertada, con aportaciones de Danzig o Redman, entre otros conjuntos. Podemos clasificar la música según nos gusten los diferentes temas, de manera que si puntuamos con el mínimo a una canción en concreto, ésta no nos saldrá jamás. Toda la transición del sonido es suave, aunque en algunos momentos se entrecortará, pues se estarán cargando otros datos, como si nos desplazamos en coche a gran velocidad. Al igual que esos cortes de sonido, también podemos encontrarnos con alguna textura díscola, y algún que otro efecto curioso. Son pequeños fallos de programación dispersos aquí y allá, que no supondrán graves problemas al jugador, mucho menos cuando esté inmerso en toda la oleada de acción que le asaltará mientras dure su partida.
Por otro lado debemos tener en cuenta que se han mejorado muchos aspectos del juego con respecto a su anterior entrega, además de los que ya hemos ido mencionando. Así, se ha mejorado el sistema de progresión del personaje, aumentando sus recursos de lucha, mejorar su nivel de conducción y disparo, etc. Para mejorar todos estos aspectos, habrá que aumentar nuestro rango policial llevando a cabo misiones, o comprar las mejoras directamente. En cualquier caso, nos ahorramos pasar por "exámenes" de habilidades, ya que todo el proceso es bastante transparente al usuario, y desde luego mucho más accesible y mejor planteado que en Streets of L.A., aunque, por otro lado, el carácter positivo o negativo de nuestras acciones no tiene tanto peso como en esa entrega, donde si éramos buenos o malos decidía el rumbo de la historia. True Crime: New York City cuenta con un guión mucho más sólido y en consecuencia más asentado y menos variable. Esto puede satisfacer a unos y disgustar a otros, pero en líneas generales mejora el desarrollo del título, haciéndolo más coherente.