Análisis de SSX On Tour (PS2, PSP, GameCube, Xbox)
Empezando como un título de lanzamiento para PlayStation 2 y convirtiéndose luego en un juego multiplataforma, SSX alcanza con ésta la cuarta entrega de una serie de deporte extremo que ha ido madurando poco a poco, conformando una jugabilidad muy bien planteada que bien le ha valido hacerse un hueco entre los aficionados a este tipo de videojuegos.
Sin embargo, On Tour no presenta novedades espectaculares en este sentido, sino que es, más bien, un paso más en el refinamiento de una fórmula cuya eficiencia ha sido constatada sobradamente. De hecho, las principales novedades provienen de la ambientación del juego, uno de los puntos más destacables del título, tanto por su implementación como por la fuerza de su presentación.
Los menús y demás elementos del juego, como las pantallas de carga, están diseñadas para parecer una libreta de un estudiante de secundaria cualquiera, aficionado al rock y a hacer dibujos en vez de tomar apuntes, lo que le da una fuerte personalidad en la estética, de manera que combinándose con la cuidada selección de temas musicales que ha realizado Electronic Arts. De este modo hay una tendencia monocromática sobre blanco en los menús, con dibujos extraños y alocados, llenos de animaciones y transiciones mientras nos desplazamos por los diferentes apartados de los menús, con mucha iconografía musical, y que desde luego sorprende ya que no se corresponde con lo que podemos ver habitualmente en un videojuego y, desde luego, menos en un título deportivo. Por si esto fuera poco, este estilo se traslada también a diversos momentos del juego, como las repeticiones, siempre espectaculares, y la decoración de los diferentes entornos que iremos viendo.
Antes de empezar a jugar tendremos que configurar a nuestro personaje, con un alto nivel de personalización, escogiendo sexo, rasgos principales, altura, peso, peinado, barba o maquillaje, si usa snowboard o esquís, etc. Por supuesto las botas, guantes, gafas y demás también son configurables, con un amplio catálogo para escoger en la tienda del juego. Las posibilidades de configuración del personaje son muy amplias; es cierto que no llegan a las de otros títulos deportivos, pero desde luego es más que suficiente para este videojuego, sobre todo dado el hecho de que no deja de ser un título con un espíritu arcade muy claro y, en consecuencia, no tenemos cuidadas estadísticas que optimizar a nuestro estilo de juego. Es simple diversión.
En SSX 3 teníamos montañas enteras para desplazarnos por ellas, pero este sistema se ha desplazado el modo Tour, una importante novedad que, de hecho, da nombre al juego. El Tour consiste en un mapa repleto de iconos con carreras, competiciones y retos en general que deberemos asumir y superar, ya que cada reto superado abrirá otros nuevos. Todas estas pruebas pueden ser superadas sin tener que recurrir a un orden lineal, y hay bastantes opciones para escoger, ya que habrá más de 130 retos que tendremos que superar, enfrentándonos a muchos personajes rescatados de la última entrega. El objetivo será pasar de ser un novato a una estrella del deporte recibiendo toda la atención posible con nuestras acrobacias.
Entre esos retos se mantienen los clásicos de carrera simple, realizar trucos sorprendentes, y carreras donde también se evalúa nuestro estilo, pero se añaden muchas pruebas específicas, como recolectar una cantidad determinada de objetos en un circuito, pero también cosas mucho más diferentes como alcanzar una puntuación determinada con un número limitado de saltos, o incluso realizar un circuito tocando la nieve lo menos posible; una apuesta cuando menos sorprendente y que, desde luego, aporta una variedad sorprendente al juego, aunque la dificultad varía bastante de una prueba a otra.
Una aportación interesante es poder escoger entre esquiadores y snowboarders, pero es algo puramente estético, ya que las diferencias en el sistema de control son mínimas, y la respuesta ante los diferentes entornos es también virtualmente idéntica; quizás requiera un poco más de destreza usar esquís, pero desde luego no deja de ser algo anecdótico.
En todas estas pruebas habrá que estar atentos a la posibilidad de realizar los llamados monster tricks, al realizar saltos mastodónticos, y de forma tan simple como usar el stick derecho de nuestro mando. Pero no es todo llegar a una altura considerable a buena velocidad, ya que antes habrá que haber llenado nuestra barra de impulso con trucos más pequeños y asequibles. En cualquier caso, el sistema de los monster tricks es muy sencillo y asequible, de manera que con poca práctica podremos realizar trucos impresionantes, si bien es cierto que los mejores estarán reservados para los que le dediquen bastantes horas al juego.
Aunque el sistema de moverse libremente por la montaña de la anterior entrega era bastante interesante y ofrecía una experiencia de cohesión y continuidad inusitada, lo cierto es que el mapa del modo Tour cuadra más con el estilo del juego, muy directo. Además, de este modo, se nos eliminan todas las tranquilas transiciones de un lugar a otro, centrándonos en la acción pura y dura en entornos llenos de otros deportistas más o menos habilidosos que pueden cruzarse indiscriminadamente en nuestro camino, pero si las esquivamos con maestría, eso también potenciará nuestro medidor de impulso. La verdad es que puede ser complicado esquivar a estos espontáneos en el último momento, dada la gran velocidad del juego, y la inclusión del efecto motion-blur, que refuerza esa sensación. Desde luego, es el SSX más rápido hasta el momento.
La música se va adaptando a nuestra velocidad con mucho acierto, y si vamos poco a poco, podremos fijarnos en los cuidados efectos de sonido ambientales que han introducido, tanto a la hora de desplazarnos sobre distintas superficies, el trinar de los pajaritos antes de congelarse, y gente hablando. Pero a la velocidad normal del juego, todo eso se sustituye por el sonido de la velocidad, del movimiento entre los árboles, de los gritos de la gente asustada, etc. La ambientación del juego es de gran calidad, y la música licenciada de grupos como Queens of the Stone Age, Motorhead, o incluso Dio no hace sino reforzarla hasta el extremo, pues incluso los temas más rockeros y los cercanos al heavy-metal se adaptan francamente bien al estilo del juego, pese a lo que pueda parecer en un primer momento.
Quienes jugaron a la anterior entrega en PlayStation 2 recordarán que el juego contaba con algunas opciones multijugador on-line. El sistema no era una maravilla, pues tenía múltiples aspectos a depurar, pero en vez de eso ha sido eliminado por completo. De esta manera, ahora tan sólo tendremos la opción de pantalla partida en las tres consolas, que no está nada mal, aunque con alguna que otra caída ocasional en la tasa de cuadros por segundo. Así pues, estamos ante un juego que resulta idéntico a nivel de jugabilidad y opciones en las tres consolas, aunque parece adaptarse algo mejor al DualShock 2 (el uso de los gatillos es la clave), el mando de control de la consola de Sony, y algo peor al mando de GameCube, aunque es todo cuestión de adaptarse a cada uno, ya que usando el de Xbox tendremos el problema de combinar el uso de los botones blanco y negro con los gatillos.
La versión de GameCube nos ofrece, además, tres personajes extra en un claro guiño a los aficionados a Nintendo: Mario y Luigi, como snowboarders y Peach como esquiadora. Sus características y habilidades están en consonancia con la del resto de personajes normales, aunque por supuesto cuentan con efectos de sonido específicos, samples de voz, y un encanto especial para todos los aficionados y seguidores de estas creaciones de la compañía nipona. Y si esto parece poco, se incluye una zona exclusiva en el mapa: la Nintendo Village, donde encontraremos toda la iconografía de las aventuras de Mario. GameCube es la única consola que recibe algún tipo de contenido extra, lo que sin duda es una ventaja para ella, que irá en función de nuestro interés por los personajes de Nintendo. Por contra, en el lado negativo, GCN sale levemente perjudicada en el aspecto técnico, ya que sus movimientos no son tan suaves como los de las versiones de PS2 y Xbox, idénticas entre sí a nivel técnico.
Esto no deja de ser curioso, ya que el juego no representa un gran salto técnico con respecto a SSX 3, aunque es innegable que la iluminación ha sido mejorada notablemente, perdiéndose, por otro lado, la sensación de continuidad que daba ese juego al poder movernos libremente por la montaña. Como compensación, hay más elementos en pantalla, y estos están más detallados, pero si lo ponemos en una balanza veremos que la evolución en este sentido ha sido muy leve.
Es el mejor de toda la saga, y un gran arcade deportivo, pero sus escasas novedades con respecto a SSX 3 hacen que quienes tengan esa entrega deban plantearse si las aportaciones eminentemente estéticas de On Tour son suficientes como para justificar su adquisición. Además, si somos unos enamorados de las amplias montañas del anterior juego, volver a los menús, por muy bien realizados que estén, puede no convencernos. Pero esto no hará que On Tour decepcione ni a los seguidores, ni a los que estén buscando un juego deportivo espectacular que les prepare para la temporada de deportes invernales.