Análisis de 187 Ride or Die (PS2, Xbox)
La compañía francesa Ubisoft ha destacado en los últimos años por ser una de las de mayor crecimiento, no solo a nivel de ventas, sino también creando juegos de contrastada calidad y nuevas sagas como Splinter Cell y Prince of Persia. El empeño de la compañía gala le ha llevado a intentar diversificar sus apuestas en diferentes géneros, siendo un buen ejemplo de ello el juego de terror Cold Fear lanzado en el primer trimestre de este año.
Ahora, con sus estudios franceses prueba suerte con una mezcla dos géneros que en ocasiones, notablemente con la saga Twisted Metal, ha dado grandes resultados. Con 187 Ride or Die Ubisoft nos introduce en carreras ilegales entre bandas, que no solo tendrán que ganarse las unas a las otras sino también destruirse por el camino.
Ride or Die es un arcade de conducción interesante y variado a primera vista, pero que acaba repitiendo sus mecánicas de juego y quedándose en el montón de lo simplemente decente y entretenido, sin un esbozo de crear escuela.
187 Ride or Die recurre a la estética "gangster" del hip hop americano para introducirnos en una serie de carreras urbanas donde no solo tendremos que ganar sino también dañar en la medida de lo posible a los coches rivales. Como si de un Mario Kart de raperos cabreados se tratase, en las carreras pasaremos por filas de items que son en su gran mayoría (salvo eventuales explosivos, como minas) armas de repetición, con las que podremos disparar hacia delante y hacia atrás. Si no tenemos un arma especial, siempre podremos usar la pistola estándar, aunque menos poderosa y más lenta.
Junto con el uso de armas contamos también con un turbo que se rellenará según vayamos haciendo derrapes y otras maniobras acrobáticas de conducción agresiva, con una barra de energía que irá disminuyendo a medida que choquemos o seamos impactados con balas, pero que también puede rellenarse con botiquines; si perdemos vida también perderemos segundos, mientras que nuestros rivales, controlados por la máquina, perderán la carrera.
El sistema de control del coche es el de un arcade al estilo Burnout, y de hecho el juego incluye ciertas semejanzas con el juego de Criterion Games, como por ejemplo los cambios de cámara "cinemáticos" cuando acabamos con un rival, calcados a los que en Burnout 3 se producían cuando hacíamos un Takedown. De este modo 187 Ride or Die resulta una curiosa mezcla de géneros y de juegos, bebiendo de las fuentes de Mario Kart y Burnout a partes iguales, y resultando por ello interesante, salvo por una serie de errores.
El primero y más evidente de todos ellos es que la fórmula termina agotándose. El modo historia del juego nos introduce en una serie de carreras en diferentes circuitos y territorios narradas por una historia que no tiene demasiado sentido, pero en la que aparentemente tendremos que demostrar que somos los más fuertes y los que merecemos más respeto, hilada por el narrador, que es el que nos dicta las misiones, con un lenguaje callejero que el jugador no entenderá muy bien al no haber sido doblado al castellano.
Hay varios tipos de misiones aunque prácticamente todos ellos giran en torno a lo mismo. La carrera normal no necesita presentación, aunque variará dependiendo del tipo de coche que usemos, mientras que las variaciones son la Eliminación –en cada vuelta habrá un coche menos-, la carrera con Minas –la única arma son las minas- y la Arena, una especie de enfrentamiento donde tendremos que acabar con el enemigo antes de que ellos terminen con nosotros –y nuestro artillero-. También hay en esporádicas ocasiones misiones donde habrá que escapar de la policía, aunque en pocas cantidades.
El problema de todo esto es que el juego no llega a ofrecer la suficiente variedad al jugador, ni tampoco la que en un principio Ubisoft había prometido para el juego. De este modo, al girar todo alrededor del mismo modelo y al no ser los circuitos una obra maestra del diseño, la jugabilidad acaba haciéndose un tanto pobre y repetitiva, como ya comentamos al principio de este artículo.
Además del modo "historia", el juego también cuenta con un modo multijugador online, en el que podrán participar hasta ocho jugadores pero solo cuatro coches. Dos jugadores podrán estar en cada coche, uno de ellos controlando la dirección y otro con las armas. Esto puede parecer interesante a primera vista, pero no resulta "suficiente" para ninguno de los dos jugadores; la conducción del juego no es en absoluto difícil, y disparar es extremadamente simple, de forma que no hay suficiente "juego" para ninguna de las partes del equipo.
El apartado gráfico es probablemente lo mejor de 187 Ride or Die. Ubisoft Francia ha hecho un trabajo competente con el motor, que mueve con fluidez unos escenarios con buen nivel de detalle y bastantes objetos destructibles, y unos coches bien modelados aunque solo basados en modelos reales, ya que el juego no tiene licencia. Algunos efectos están particularmente bien conseguidos, como las explosiones o el "subidón" de velocidad del turbo, mientras que la única parte negativa del juego es cierta falta de originalidad y variedad en lo escenarios, muy genéricamente urbanos y sin ningún detalle con personalidad.
El sonido cuenta con una notable banda sonora realizada por el cantante de hip hop Guerrilla Black que son exclusivas del juego, lo cual es algo muy llamativo y digno de alabanzas para Ubisoft. Por otra parte, el sonido FX está en la línea de lo que podríamos denominar estándar, mientras que las voces, en inglés, suenan un tanto forzadas. Se ha puesto tanto empeño en rodear al juego de la estética del hip hop que los diálogos exageradamente callejero, sobrecargado de expresiones coloquiales.
187 Ride or Die es un juego decente y entretenido, que puede resultar divertido para un alquiler ante la escasez de títulos de este estilo. Sin embargo, y pese a contar con un apartado técnico notable, carece de una personalidad propia más allá de la exagerada ambientación "hip-hopera gangster" y da la impresión de que se ha terminado a toda velocidad, sin que la compañía se haya preocupado de dotarle de mayor solidez y variedad en sus modos de juego. Es un juego simplemente decente que pasará sin pena ni gloria por las tiendas.