Análisis Salt and Sacrifice, una irregular secuela que sacrifica más de lo que gana (PC, PS5, PS4)
Salt and Sanctuary fue, sin lugar a dudas, una de las grandes sorpresas indie de la pasada generación. Uno de los primeros títulos que se atrevió a llevar la fórmula de los Souls de FromSoftware a la segunda dimensión, obteniendo como resultado una aventura más que notable, desafiante y absorbente que disfrutamos de principio a fin, tanto por la novedad de su propuesta en pleno 2016 como por su incuestionable calidad. Ahora, 6 años después, Ska Studio vuelve a la carga con Salt and Sacrifice, una secuela que, a pesar de sus esfuerzos por introducir nuevos elementos que la diferencien de su predecesor, convence mucho menos.
A la caza de magos
De este modo, nos volveremos a sumergir en un soulslike 2D que hace gala de muchos de los elementos reconocibles de este tipo de juegos: combates en los que una barra de resistencia limita nuestras acciones para que no podamos esquivar, bloquear o atacar indefinidamente, una dificultad algo alta, puntos de control donde descansar y reponer pociones a cambio de que los enemigos vuelvan a aparecer, un mundo para explorar repleto de atajos que conectan sus distintas zonas, un sistema de progresión que nos da total libertad para desarrollar a nuestro personaje al poder decidir qué atributos queremos mejorar con cada subida de nivel, grandes jefes que derrotar y, cómo no, muertes que nos harán perder toda la experiencia (sal) que no hayamos usado, obligándonos a volver al lugar donde caímos derrotados para recuperarla.
Todo esto sigue manteniéndose más o menos igual que en el juego original a excepción de algunos cambios ligeros como, por ejemplo, la inclusión de la posibilidad de esprintar o que ahora recuperemos nuestra sal simplemente tocando una mancha en el suelo en vez de tener que derrotar a un monstruo o bajar un determinado porcentaje de vida a los jefes para ello.
Eso sí, no tardaremos mucho en darnos cuenta de que hay una serie de novedades que cambian considerablemente nuestra percepción de la aventura para que no sintamos que estamos ante un "más de lo mismo", algo que sí transmiten los controles y muchas de sus mecánicas básicas. De entrada, destaca el hecho de que esta vez no contaremos con un gigantesco mapa interconectado que explorar a placer, sino con un mundo fragmentado en varias regiones completamente independientes a las que accederemos desde nuestra base de operaciones, lugar donde podremos subir de nivel, forjar armas y armaduras, mejorar nuestro equipo, hablar con otros personajes y acceder a un buen puñado de servicios.
Esto no ha terminado de convencernos del todo, pues se pierde la cohesión que tenía su antecesor y disminuye la relevancia del backtracking al darnos muy pocos motivos reales para que volvamos a zonas anteriores para seguir explorando. Además, no podemos teletransportarnos entre los distintos puntos de control y siempre que viajemos a una región apareceremos en el inicio de la misma, obligándonos a recorrer una y otra vez las mismas rutas de manera un tanto artificial, pues volveremos a nuestro campamento constantemente para poder mejorar a nuestro héroe.
El propio diseño de los niveles, sin ser para nada malo, tampoco nos ha terminado de conquistar por la disposición de ciertas trampas y por la forma en la que bloquean nuestros avances mediante una serie de puertas que nos requieren devorar corazones de magos para abrirlas, lo que suele romper el ritmo de la exploración.
Es precisamente aquí donde tenemos otra de las grandes novedades de esta entrega: las cacerías de magos. Cuando encontremos una y la activemos, nos tocará seguir el rastro de uno de estos poderosos seres para dar con ellos y liquidarlos. El proceso es similar a lo que podríais esperar de un Monster Hunter, ya que deberemos perseguir a estas criaturas por todo el mapa y luchar con ellas hasta que huyan y cambien de posición, así varias veces hasta que las acorralemos y podamos tener un combate de jefe tradicional. Una vez matemos al mago de turno, devoraremos su corazón y conseguiremos materiales que nos servirán para fabricar sus piezas de equipo específicas. Como podréis intuir, existe la posibilidad de desbloquear cacerías repetibles y a lo largo de las fases es posible dar con magos a los que podemos derrotar para conseguir más materiales.
El problema es que estas cacerías no terminan de encajar del todo bien con esa combinación entre soulslike y metroidvania que nos quiere proponer el resto de la aventura, interrumpiendo nuestro avance de manera un tanto forzada para emprender unas actividades que pueden hacerse algo pesadas por la repetitividad de su estructura y lo tedioso que resulta perseguir a estos seres mientras el mapa se llena de enemigos adicionales y nos vemos inmersos en situaciones muy caóticas.
Ahora bien, no os penséis que todo es negativo, ya que el título también tiene un buen número de aciertos, como unos controles que funcionan muy bien, la inclusión de herramientas que nos permiten llegar a lugares previamente inaccesibles y que hacen que nuestro personaje sea más versátil y disfrute de una mayor movilidad a la hora de desplazarse por los escenarios, la variedad de enemigos es bastante alta (cada región tiene su propia fauna de monstruos esperando a liquidarnos), los niveles son muy grandes y están repletos de secretos y caminos alternativos que conectan de formas más o menos inteligentes, la libertad para desarrollar y decidir la evolución de nuestro protagonista es total y el combate suele ser, por norma general, muy satisfactorio.
Es un juego que en líneas generales resulta divertido y engancha, manteniendo muchas de las virtudes que hicieron destacar a su antecesor, solo que esta vez sus aciertos se ven lastrados por unas novedades que restan en vez de sumar, dejándonos con la impresión de que se ha dado un paso hacia atrás.
Aquí también hay que señalar algunos problemas de equilibrio que sufre con el planteamiento de determinadas situaciones y especialmente contra un buen puñado de jefes de la recta final, haciéndonos luchar contra enemigos que ocupan casi toda la arena de combate y cuyos patrones están diseñados para acabar dándonos en algún momento sin que podamos hacer mucho para evitarlo, ya sea por la poca maniobrabilidad que tenemos en un plano 2D, la frecuencia con la que atacan (recibir un golpe suele acabar derivando en sufrir devastadores combos) o por lo poco que aguanta nuestra barra de resistencia tras una esquiva o un bloqueo. Esto acaba convirtiendo algunas batallas en una especie de carrera de daño que acabamos superando más por fuerza bruta que por haber jugado realmente bien. Son peleas duras que distan de ser imposibles, pero sí que se prestan con demasiada facilidad a generar momentos un tanto frustrantes que, al final, evitan que al vencer nos llevemos ese sentimiento de satisfacción personal que tanto se busca en este tipo de propuestas.
En total, llegar al final es algo que debería llevarnos entre 15 y 20 horas si no nos detenemos demasiado ni se nos atraviesa ningún jefe más de lo debido, una duración que nos parece perfecta. Además, no podemos olvidarnos de mencionar lo mucho que gana el juego al usar su modo multijugador, ya sea para zurrarnos contra otros jugadores o para hacer equipo con ellos, una función muy bien integrada y que funciona genial, además de propiciar situaciones muy divertidas e inesperadas. Y sí, incluye un sistema de contraseñas para que podamos jugar la práctica totalidad de la aventura en compañía de un amigo.
Una notable mejora gráfica
A nivel gráfico también ha experimentado una mejora más que notable. Para empezar, todo se ha rehecho desde cero, así que no se han reciclado ni reutilizado ninguno de los materiales originales, algo que ha permitido poner en pantalla escenarios mucho más detallados y resultones, personajes más pulidos y unas animaciones dibujadas a mano muy buenas. A nivel artístico no siempre acierta, pero en líneas generales es un producto muy agradable a la vista con una buena variedad de entornos y un diseño de enemigos que cumple de sobra. Finalmente, el sonido cuenta con una banda sonora correcta que ambienta bien las batallas más intensas y unos efectos variados y reconocibles que ayudan a reforzar la contundencia que transmiten los golpes que acertamos y recibimos. Si bien no hay doblaje de ningún tipo, los textos están debidamente traducidos al español.
Conclusiones
No podemos esconder cierta decepción con Salt and Sacrifice. A fin de cuentas, se trata de una aventura entretenida y que hace cosas de manera notable, pero que se ha visto lastrada por una serie de novedades y desequilibrios que no han terminado de sentarle del todo bien, ofreciéndonos un título mucho menos redondo y con más problemas que su predecesor. Eso sí, que esté un par de peldaños por debajo no quiere decir que no sea disfrutable, pues muchas de las virtudes de Salt and Sanctuary siguen presentes y su multijugador nos ha resultado especialmente divertido, por lo que si os quedasteis con ganas de más y no os importa que no sea un juego tan bueno como el original, aquí encontraréis una compra que quizá queráis tener en cuenta.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para Epic Games Store que nos ha proporcionado Stride PR.