Análisis Oxenfree 2 Lost Signals - Un drama interactivo paranormal, intimista y fantásticamente escrito (PC, PS4, PS5, iPhone, Android, Switch)
Oxenfree cautivó a muchos hace más de siete años. Ondas de radio que manipulan la realidad y el tiempo. Una estética atractiva y original tanto a la vista como al oído. La utilización del misterio y la ciencia ficción para hablar de emociones y relaciones humanas. Pero también porque le dio una vuelta de tuerca a algo tan establecido como el funcionamiento de los diálogos en un videojuego. Aunque hay excepciones, si una conversación entre dos o más personajes tiene opciones a escoger por el jugador, la acción se pausa y la charla no avanza hasta que elija entre una de ellas.
El drama interactivo de Night School Studios rompió con esto: mientras se exploran los escenarios, se escalan muros y se salta por precipicios, los personajes hablan casi constantemente. El jugador puede responder en cualquier momento eligiendo entre dos o tres opciones sin pausar la acción, interrumpiendo el discurso del otro interlocutor o dejándolo hablar a costa de que desaparezca la posibilidad de contestar. Es un sistema que ramifica y dinamiza el guion. Un sistema que en Oxenfree 2: Lost Signals, que ya está disponible en PC, PlayStation, Switch y dispositivos móviles (para los suscriptores de Netflix), no se revoluciona, pero se pule y se lleva más allá.
De vuelta a Camena con las radios paranormales
La secuela nos lleva de nuevo a Camena, la pequeña localidad rústica de la que forma parte la Isla Edwards donde transcurría el juego de 2016. Esta vez, ambientado en el presente, nos ponemos en la piel de Riley, una autóctona del pueblo que dejó atrás hace muchos años, y que ha vuelto para un trabajo en apariencia sencillo: colocar unas antenas en los puntos más altos del entorno para ayudar a un grupo ecologista a identificar unas extrañas interferencias de la zona. No estará sola en su labor: pronto conoce a Jacob, un chapuzas que nunca ha salido de Camena, que no tiene muy claro su objetivo en la vida y al que rápidamente se le coge cariño.
Con esa premisa se da pie a un argumento repleto de saltos temporales, con una narrativa fragmentada que nos hace descubrir paulatinamente las piezas del puzle narrativo, con situaciones oníricas y momentos preciosos, hasta entrañables, y que hasta los últimos coletazos deja constantemente la sensación de no tener ni idea de lo que está pasando. No queremos decir mucho más de una trama que os llevará alrededor de seis horas y media completar a poco que queráis explorar alguna de las misiones secundarias, y que, por supuesto, es muy rejugable si se tiene interés en descubrir las consecuencias de elegir unas respuestas u otras en los diálogos, con mucha influencia en el guion y en cómo se dibujan los personajes, pero limitada en la historia en general.
Como en la primera parte, el trasfondo paranormal, nunca terrorífico, se utiliza para hablar de relaciones y emociones; de igual modo, la ambientación, ese pequeño pueblo, tiene mucha presencia por cómo ha definido a sus habitantes, pues es uno de esos lugares donde los rumores y los chismorreos se esparcen como la pólvora, donde todos conocen los apellidos de los demás. Todo eso, que ya estaba en su predecesor, se aborda mejor aquí, pero también hay una evolución en lo bien escritos que están los diálogos y en la profundidad de los temas tratados. Oxenfree es un drama adolescente, y el siguiente trabajo de Night School, Afterparty, hablaba del paso de la juventud a la adultez. Riley y Jacob, sin embargo, ya son adultos, y sus reflexiones más acertadas, más profundas y más importantes, sin que eso deje de lado el fino humor característico del estudio adquirido por Netflix.
Continuista en lo jugable, pero con algunas mejoras
Precisamente en los diálogos está una de los pasos adelante más fundamentales de Oxenfree 2. Aunque no sea una funcionalidad a destacar en comunicados publicitarios, ni lo suficientemente vistosa como para resaltarla en la descripción del juego, es clave por cómo mejora el ritmo del juego. Hablamos de que las conversaciones ahora no se cortan al pasar de una a otra de las partes en las que se divide Camena, lo que evita un problema de los anteriores títulos del estudio y de otros muchos juegos: tener que esperar a que se termine una charla para avanzar de una zona a la siguiente.
Esto es así tanto para las conversaciones principales que mantienen el dúo protagonista como en las charlas por walkie-talkie que tenemos con personajes secundarios que vamos conociendo a lo largo de la partida, todos ellos con historias que funcionan a modo de misiones secundarias y que otorgan más contexto a lo que está ocurriendo, al pasado del lugar, a sus habitantes, etc. Sin embargo, el sistema no siempre funciona correctamente: si al entrar en una zona se activa un diálogo de la historia principal mientras se está hablando con uno de esos secundarios, esta última charla se interrumpe.
Por supuesto, aunque el núcleo jugable se basa en hablar y en escuchar, no es lo único que hacemos. O, mejor dicho, hacemos otras cosas mientras conversamos. A veces son puzles de entorno muy sencillos. Otras, estamos andando, escalando y saltando. En ocasiones nos topamos con máquinas y artilugios con los que debemos interactuar, y también con brechas en la realidad que, haciendo uso de nuestra radio, sintonizamos para abrir portales a otro tiempo en el mismo lugar; es una mecánica muy gustosa cuando se utiliza, pero que se podría usar más y con mayor profundidad.
Otra novedad que sí es más vistosa, aunque en la práctica no sea tan importante, sea la libertad para afrontar la misión de Riley y Jacob: la colocación de tres antenas (la primera funciona a modo de tutorial para hacerse con las mecánicas básicas) en los puntos más altos de Camena, algo que se puede hacer en distinto orden, lo que ocasiona variaciones en el guion. El escenario es mucho más grande y con más edificios que explorar que la isla Edwards del primer título, algo que juega en su contra en los últimos compases: cuando se nos avisa de que a partir de cierto punto no podremos completar las tareas secundarias, volver sobre nuestros pasos se hace pesado.
Por lo demás, lo que ofrece Oxenfree 2 en cuanto a mecánicas será totalmente reconocible para cualquiera que haya jugado a la primera parte, aunque habrá detalles que podrán resultar relativamente novedosos a quienes dejaran pasar Afterparty y Next Stop Nowhere, el drama interactivo espacial exclusivo de Apple Arcade. Eso sí, escama que en el cuarto juego de la misma índole todavía no se hayan pulido del todo las asperezas en la interacción con el entorno; nos referimos a esos momentos en los que no se identifica correctamente una pulsación de botón para escalar un muro o que haya escenarios en los que se nos hace dudar por dónde se puede pasar y por dónde no.
Bonito en lo visual, un placer en lo sonoro
No es nada grave, sino un pequeño borrón en un título que, sin alejarse de la anterior obra del estudio, se nota a las claras que hay un mayor dominio de las herramientas y un presupuesto más alto. El doblaje al inglés es fantástico en todos y cada uno de sus personajes, y aunque los textos están perfectamente traducidos al español, habrá quien eche en falta voces en nuestro idioma en un título donde constantemente estamos escuchando y moviéndonos. Los paisajes naturales que aparecen en pantalla son todavía más bonitos que los que exploramos en 2016, pero aquí destaca más lo sonoro que lo visual, ya sea que nos fijemos en una música donde no faltan los sintetizadores y las distorsiones mezcladas con los sonidos ambientales, o en la multitud de emisoras de radio, algunas musicales, otras con sus propios locutores, y muchas misteriosas.
Conclusión
Oxenfree 2: Lost Signals es un drama interactivo fantástico que conserva y amplía todo lo que hizo que la primera parte fuera tan bien valorada: personajes profundos, diálogos escritos fantásticamente, el uso de lo paranormal para hablar sobre las emociones humanas y un sistema de conversaciones que sigue siendo innovador más de un lustro después. Pero la trama gana enteros gracias a que las situaciones en las que se ven atrapados los protagonistas, y las reflexiones que van dejando conforme andamos, saltamos y escalamos por la isla de Camena, son más interesantes que en cualquier otra obra de Night School Studio.
Eso sí, nos hubiera gustado ver una evolución jugable más significativa respecto a los anteriores títulos de la compañía, y también es cierto que hay algunas asperezas a los mandos que llevan años arrastrando. Cualquiera que disfrutara de Oxenfree gozará con esta secuela, que es igualmente recomendable para quien no conozca la obra original pero esté buscando un drama interactivo con buen ritmo, que le haga pensar sobre emociones vitales y que le descoloque constantemente con sus saltos temporales e interferencias.
Hemos realizado este análisis gracias a un código para Steam facilitado por Best Vision PR.