Análisis de Mind: Path to Thalamus (PC)

Vive un viaje tan bello como surrealista en esta aventura en la que tenemos que explorar la mente del protagonista resolviendo complicados aunque intuitivos rompecabezas.
Mind: Path to Thalamus
·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
8
SONIDO
7
NOTA
7.6
DIVERSIÓN
7.5
JUGABILIDAD
8
Análisis de versión PC.

A veces existe un debate entre lo que se debe considerar indie o no, si a cualquier juego con absoluta libertad creativa se le puede poner tan manida etiqueta, o si además deberían influir los recursos disponibles, el tamaño del equipo y de si cuenta con una distribuidora o financiación externa detrás. En el caso que hoy nos ocupa no hay dudas, Mind: Path to Thalamus es el juego independiente por excelencia, en su máxima expresión, realizado casi exclusivamente por una persona durante tres años, con alguna ayuda en la escritura del guión y el apartado sonoro.

Su artífice es Carlos Coronado, que saltó a la "fama" con el exitoso mod para Left 4 Dead 2 titulado Warcelona, y que intentó levantar sin éxito mediante una campaña de crowdfunding su siguiente proyecto, Coma: a mind adventure. Tras no conseguir el dinero necesario que pedían en Indiegogo para crearlo, Carlos no tiró todo el trabajo realizado y lo trasladó a Mind: Path to Thalamus, que se puede considerar su sucesor espiritual, manteniendo las mecánicas, los escenarios y hasta una historia prácticamente idéntica.

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En esta aventura en primera persona tenemos que explorar la mente del protagonista que ha quedado en coma tras un accidente, quien arrastra un trauma y un gran sentimiento de culpa desde hace muchos años, cuando perdió a su hermana pequeña en una catástrofe natural, en la que su padre ni él, por diferentes motivos, parece que hicieron lo suficiente para salvarla. La aventura arranca con una fuerte carga narrativa, y en sus primeros compases poco más tenemos que hacer que caminar y escuchar al protagonista narrando la historia, al estilo de juegos como Dear Esther o Amnesia: A Machine for Pigs, ambos desarrollados por The Chinese Room.

El atractivo visual de Mind: Path to Thalamus es indudable, con imágenes con mucha fuerza, que recuerdan a obras de pictóricas del realismo mágico.
El atractivo visual de Mind: Path to Thalamus es indudable, con imágenes con mucha fuerza, que recuerdan a obras de pictóricas del realismo mágico.

Pero pronto descubrimos que las intenciones de Mind: Path to Thalamus son bien distintas, y estamos ante una aventura de puzles, que llegado un momento incluso deja de lado la narrativa para darle todo el protagonismo a los rompecabezas, que son muy buenos. Este arranque narrativo sirve para presentarnos la historia, aprender las mecánicas básicas y llevarnos de la mano en una curva de dificultad muy poco pronunciada. Aunque cuando nos hayamos querido dar cuenta, estaremos sumergidos en complicados aunque siempre lógicos puzles, cuya solución está siempre a la vista y nunca es tramposa.

Los controles y las acciones disponibles son muy básicos, solo podemos movernos, saltar y coger y soltar objetos, siempre unas esferas con una especie de neurona dentro que sirven para activar mecanismos, y que cumplen un papel parecido a los cubos de Portal, título en el que se inspira inevitablemente, como tantos otros juegos de puzles en los últimos años. La gracia es que en Mind: Path to Thalamus los interruptores y los mecanismos son invisibles, y tenemos que aprender experimentando con el entorno, sin explicaciones ni tutoriales, algo que nos encanta. Que colocando las esferas en determinado lugar desatamos una tormenta, que eleva ciertas plataformas de los escenarios, que posándola en un manto de flores brillantes se hace de noche, apareciendo esferas luminosas, o que cerca de los mecanismos de un reloj, reconstruimos partes del escenario.

La variedad de paisajes es considerable, y además modificamos su apariencia con nuestras acciones.
La variedad de paisajes es considerable, y además modificamos su apariencia con nuestras acciones.

Hay muy pocas mecánicas a lo largo del juego, pero estas son suficientes para elaborar complejos rompecabezas, de esos que nunca desesperan, porque no son ilógicos ni demasiados enrevesados, y que te hacen sentirte muy listo cuando das con la solución. Todo esto mientras recorremos unos escenarios preciosos, todo un derroche de imaginación, que no se limitan a ser un bello decorado, sino que son partícipes y protagonistas en la jugabilidad, ya que observándolos detenidamente, es como daremos con la solución de los puzles.

Los escenarios no son tan grandes como parecen, y están delimitados por barreras.
Los escenarios no son tan grandes como parecen, y están delimitados por barreras.

Como aventura de rompecabezas, aunque ni muy larga ni difícil, nos parece prácticamente redonda, y es casi imposible ponerle un pero, si acaso, que deja con ganas de más, y que no se atreva a jugar ese más difícil todavía que sí hace la saga Portal con sus mecánicas, explotándolas hasta extremos sorprendentes. Y que algunos momentos en el tramo final del juego, en los que se dejan un poco de lado los puzles y se introducen ligeros elementos de acción, desentonan un poco, aunque por suerte no acaban teniendo mucho peso en el total de la aventura.

Pero es como aventura narrativa cuando más falla y menos nos convence, ni su drama familiar con nuestro atormentado protagonista luchando contra un duro sentimiento de culpa, algo manido y poco sorprendente, ni en su giro final metarranativo en el que se permite el lujo de reírse del propio medio y mofarse un poquito de este tipo de juegos, donde se vuelve un pelín pedante a lo The Stanley Parable, pero sin tanto talento. En cualquier caso si queremos podemos pasar de la historia y escuchar su discurso como vana palabrería, y aun así lo disfrutaremos igual, ya que es un muy buen juego de puzles.

Las plataformas no son protagonistas, aunque tengamos que recorrer complicadas estructuras como esta.
Las plataformas no son protagonistas, aunque tengamos que recorrer complicadas estructuras como esta.

Y gráficamente estamos ante un nuevo ejemplo de que un juego no necesita tener un apartado técnico espectacular para ser bien bonito. Con el clásico Unreal Engine y unos modelados discretos, una físicas normalitas y ningún efecto gráfico que sorprenda, Mind: Path to Thalamus consigue trasladarnos a unos escenarios creados con muchísimo gusto e imaginación, parajes surrealistas sacados de retorcidos sueños, a veces bellos otras inquietantes pero que nunca te aburres de explorar, y que además son bastante variados para las aproximadamente 5 horas en las que puedes completar la aventura.

El apartado sonoro también cumple, con una buena banda sonora, testimonial, sin mucho protagonismo, y un correcto narrador que de momento solo podemos escuchar en inglés, aunque ha prometido su creador que más adelante se actualizará con voces en castellano, con una reconocida voz del mundo del doblaje. Como pequeño tirón de orejas decir que los subtítulos en castellano están llenos de erratas e incluso alguna falta de ortografía, algo un tanto paradójico al tratarse de un juego realizado por un español.

Un viaje apasionante

Nuestro objetivo es llegar al tálamo, la parte del cerebro relacionada con la conciencia, representado por un enorme árbol.
Nuestro objetivo es llegar al tálamo, la parte del cerebro relacionada con la conciencia, representado por un enorme árbol.

Cuesta creer que un juego tan bueno como este haya podido ser realizado por una única persona, capaz de codearse de tú a tú con algunas de las mejores aventuras de puzles que hemos jugado en los últimos tiempos. Pero esto no es un valor en sí mismo, al potencial consumidor poco le debe importar cuántos implicados están detrás del producto que se va a comprar, y tenemos que decir que Mind: Path to Thalamus es una aventura que mezcla de manera perfecta ingeniosos puzles, no demasiado difíciles, con unos escenarios de ensueño, que da gusto recorrer, y que en líneas generales, nos ha dejado un gran sabor de boca. Una historia mejor o un desarrollo más prolongado quizá podrían haberle hecho ganar enteros, pero Carlos Coronado debería estar bien orgulloso de este juego, que consigue destacar en un género tan competido en la escena independiente.

Jorge Cano
Redactor
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También en: Switch

Ficha técnica de la versión PC

ANÁLISIS
7.6
Estadísticas Steam
COMUNIDAD
8.09

Mind: Path to Thalamus para Ordenador

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