Análisis de Jalopy (PC, Xbox One)
Supimos de Jalopy hace bastante tiempo, cuando aún se llamaba Hac y se enseñaba en eventos como el Media Indie Exchange de San Francisco. Acabó cambiándose el nombre a Jalopy, y apareciendo en el Acceso anticipado de Steam en el año 2016, granjeándose una gran recepción en el sistema de Valve a base de actualizaciones y muchas mejoras, las cuales han acabado desembocando en lo que han llamado "producto final" (o 1.0). Veamos si se merece o no dicho nombre.
La historia de Jalopy nos pone en la piel de Splat, cuyo tío Lüfti le solicita, y ésta es la premisa del juego, que le lleve desde la República Democrática Alemana hasta Turquía, en un Laika 601 (basado en el Trabant 601 en la vida real) que ha visto mejores vidas. El comienzo es bastante ilusionante, porque tenemos que, literalmente, montar el coche.
Tenemos un chasis, y tenemos que añadirle una puerta, distintas partes del motor, usar el gato y acabar poniendo las ruedas, además de combustible, agua y aceite. Estos momentos son bastante realistas y coherentes, lo que provoca que a pesar de ser mucho más lentos de lo acostumbrado en un videojuego, si da una cierta sensación de "hazlo tu mismo" muy placentera, especialmente si se juega con teclado y ratón (se puede jugar con mando, pero no es recomendable, ni está bien configurado).
Una vez tenemos el coche "a punto", nuestro tío se mete en él, y arrancamos rumbo a Turquía. Cada vez que cojamos el coche para salir de un lugar tenemos que elegir la ruta, siendo habitualmente las más largas con más opciones, y las más cortas las más difíciles. Pero como tenemos dinero limitado y nuestra carraca tiene cierta facilidad para romperse (vamos, lo normal es que ya tengáis que arreglarla antes del primer destino), tendremos que elegir sabiamente en cada desplazamiento. La conducción del vehículo es realmente una de las mejores partes del juego, y aunque la experiencia de Greg Pryjmachuk en juegos de la Fórmula 1 no se acaba de aprovechar, el coche se comporta en todo momento como se debe comportar una antigualla de ese estilo. Y como hemos dicho antes, todo se realiza de manera manual, así que hay que bajar el freno de mano después de arrancar, tener cuidado al poner las luces para no gastar la batería, y activar el limpiaparabrisas cuando llueve (y no cuando tengáis barro, porque no veréis nada).
Por eso, tal vez, las pocas concesiones a la jugabilidad chirríen un poco en este juego. Tras poner manualmente las distintas partes del juego, tener que aprender cómo sentarnos, e incluso tener que cerrar la puerta a tu tío, que está de acompañante, porque si no es muy posible que nuestro coche atraviese las carreteras del bloque soviético con una puerta abierta, queda algo raro el hecho de no tener que cambiar de marchas (ni tiene marchas, cosa que si le pasa al coche real en el que se basa), o que al apagar el coche se active de manera automática el freno de mano.
Para poder avanzar, una vez llegados al siguiente objetivo, lo normal es tener que poner gasolina, aceite, agua, arreglar un poco nuestro coche, y seguramente descansar algo. Aquí es donde entra en acción el dinero, y hay que decir que nuestro tío Lüfti no ha acabado de pensar en que la cantidad de dinero que ha cogido sea suficiente para llegar hasta Turquía, porque seguramente se gaste al tercer o cuarto lugar al que lleguemos.
Así que a partir de ahí (o antes, si somos previsores) Jalopy se convierte en una especie de juego de supervivencia muy relajado, en el que tenemos que explorar todos los rincones del mapeado para encontrar bienes que poder vender, y así poder comprar mejores partes para nuestro coche (lo que implica que se estropean menos, y hay que invertir mucho menos dinero en reparaciones) , así como otros combustibles. Hay que tener cuidado, porque algunos de los bienes están prohibidos en algunas zonas, y esto puede provocar que nuestros huesos acaben en la cárcel, especialmente si intentamos cruzar la frontera con ellos.
La narrativa del juego se suele generar más por lo que nos imaginamos nosotros, que por lo que nos llegue a contar el mismo título. El tío Lüfti no es especialmente parlanchín, excepto al inicio del juego, aunque hay que reconocer que está bien traducido al español (y a un montón de idiomas más). Lo cierto es que se hubiera agradecido que hubiera tenido algo más de iniciativa, porque hay bastantes problemas con el comportamiento de nuestro acompañante (en una partida, por ejemplo, al andar tiró el coche abajo, con todo lo que ello implica para tener que arreglarlo después).
Visualmente Jalopy tiene bastante personalidad. Es un juego realizado en baja poligonización, aunque hay que reconocerle que cuando apostaba por esta estética no estaba tan utilizada como en la actualidad. El coche está bien construído por dentro, y la sensación de visitar el bloque soviético es relativamente similar a la que nos produce ver un documental de dicha época - lugar. Respecto a los escenarios, hay que decir que aquí no funciona tan bien el uso de la baja poligonización, ya que aparte de cambios de paleta y algún detalle, no acaba de resultar muy distinto estar en un país u otro. Es de entender que es un juego de bajo presupuesto, pero por hacer un ejemplo entendible, cualquier "something simulator" que tengáis en Steam aporta más diferencias entre zonas que éste.
A nivel sonoro, eso sí, funciona de maravilla. Podemos encender la radio, con unos temas que acompañan muy bien nuestro recorrido según cada zona, y lo cierto es que aportan un empaque a nuestro viaje realmente notable. Además, los sonidos nos vendrán de maravilla para enterarnos de los problemas por los que pasa nuestro coche si no los vemos antes, así que es importante estar atento a todas las señales.
Conclusiones
Jalopy es un juego con una premisa interesante, y con muchas ideas a tener en cuenta, que por desgracia se ve lastrado por unos problemas de ejecución que se ven desde la primera partida. Además de ciertas incoherencias en el desarrollo, en el momento de escribir estas líneas tiene una concentración de fallos impropia de un juego que considera que ya estar para salir al mercado, además de usar de manera inadecuada algunos recursos, como pueda ser el uso del mando en el ordenador. Es posible que lo arreglen en el futuro, pero a pesar de ser consciente de su origen humilde, y de haber vendido más de 100.000 copias, en estos momentos sigue siendo poco recomendable su compra, siendo mucho más redondo el ignorado, en su momento, Wheels of Aurelia, para los que tengáis ganas de vivir un road trip por una Europa de tiempos pasados.
Hemos realizado este análisis tras adquirir el juego en Steam.