Análisis Chicken Police, investigando como pollos sin cabeza (PC, PS5, Xbox One, Switch, PS4)
Chicken Police es una mezcla de ideas, un mejunje de tonos que bebe de obras que todos conocemos: es una novela detectivesca de estilo noir que toma prestado los elementos más comunes del género fílmico, un videojuego de investigación que pretende gamificar la deducción al estilo L.A. Noire, una parodia policial en formato point and click como la saga Sam & Max, un relato en blanco y negro ambientado en una ciudad de animales antropomórficos al estilo Bojack Horseman…
Todas estas influencias, reconocidas por el propio estudio húngaro The Wild Gentlemen, creadores del juego, se conjugan aquí para contar la historia de Sonny Featherland y Marty MacChicken, dos legendarios policías conocidos como los Crestectives (oportunidad perdida de llamarles ‘Pollicías’) que vuelven a trabajar juntos después de un año sin hablarse: el catalizador de esta reunión es un misterioso caso que les mantendrá ocupados durante toda una fría y lluviosa noche de fin de año.
All Cops Are Beasts
Como buena obra noir, en Chicken Police controlamos a un policía tan maltratado por la vida que se ha visto abocado a ganarse la vida como detective privado. Sonny Featherland, protagonista principal de esta historia, malvive en un hotelucho de tres al cuarto, en una oscura oficina de persianas venecianas levemente iluminada por los neones del exterior.
En la escena hay un viejo escritorio, una botella de whisky barato, un montón de papeles inútiles, periódicos enmarcados de un pasado mejor y una puerta cerrada que da a la habitación en la que Sonny nunca entra porque sus fantasmas no le dejan dormir.
Todo comienza cuando el detective, que tiene pinta de oler bastante a cerrado, llega a su oficina y se encuentra a una chica en mitad de la sala, a oscuras. Ella ha forzado la cerradura y se ha plantado allí para ofrecerle un trabajo. Evidentemente es una chica guapa (bueno, es una especie de ciervo, pero ya nos entendemos) y evidentemente le va a proponer inmiscuirse en un asunto turbio que va a despertar la curiosidad innata de Sonny. No sé cuántas veces habremos visto, leído o jugado a una escena así, pero esta es una recreación exacta de ese manido planteamiento inicial. Y no es lo único que calca Chicken Police.
A partir de ahí, todo lo que Chicken Police propone en su guión (que viene con textos en español y voces en inglés) es una copia exacta de cualquier historia noir detectivesca: policía en horas bajas se reúne con su excompañero para volver a formar un dúo inseparable y enfrentarse a un crimen que le llevará a investigar desde locales de fiesta regentados por la mafia hasta pequeños cafés que sirven como lugar de reunión para criminales. Si Chicken Police intenta aprovechar esos lugares comunes para crear sátira, la jugada le sale más mal que bien, pues se aprovecha más de los estereotipos de lo que intenta parodiarlos.
Es decir, es cierto que esta obra hace un buen trabajo en los diálogos y cuenta con una serie de líneas escritas de manera muy aguda (con más chistes en la localización al castellano que en el original, incluso), llegando incluso a sacar una risotada en más de un momento, pero es en la estructura general donde falla a la hora de plantear una trama interesante dentro del marco de lo noir: es la misma historia de detectives de siempre con los mismos personajes de siempre pero con un toque animalístico del que se ayuda en momentos clave para buscar atisbos de originalidad que también encuentra en la autoconciencia. Chicken Police es un juego que intenta reírse todo el rato de los estereotipos del noir mientras los usa para contarte una historia noir. Raro.
Investigación dirigida: ¡así no se deduce!
Si a nivel argumental innova poco, a nivel jugable tampoco destaca por su originalidad. Eso sí, por lo menos aquí funciona bien. En parte. Concretamente en la parte que se lleva todo el peso de la propuesta: la aventura gráfica. Nos encontramos ante una obra del género casi canónica, con sus escenarios independientes en dos dimensiones, objetos con los que interactuar, un inventario con cosas que vamos cogiendo por ahí… Eso sí, no esperéis puzles ni rompecabezas; aquí no habrá que usar los ítems para nada ni combinarlos entre ellos, sólo serán pistas que utilizaremos cuando el juego quiera.
Y cuando el juego quiere es cuando toca interrogar a los posibles sospechosos para ir avanzando en la investigación. Los creadores de Chicken Police han ideado un sistema de preguntas y respuestas con el que podemos abordar a los diferentes personajes del juego para sonsacarle información útil de cara a descubrir quién anda detrás del crimen que nos han encargado resolver. Nos enfrentamos, libreta en mano, a al menos un testigo por escenario, y según sus reacciones debemos ir afinando nuestras preguntas para demostrar que el pollo detective sigue en buena forma.
Sin embargo, y pese a las buenas intenciones del estudio, la fantasía detectivesca queda cercenada por la constante guía que realiza el propio protagonista del juego: Sonny te va dando pistas durante el interrogatorio, pero son tan claros que sientes que te lleva de la mano y es difícil fallar en las preguntas. "Este personaje es así, se siente así, por lo que deberíamos preguntarle sobre ello"", dice una y otra vez el detective durante la ronda de preguntas, dejando al jugador sin posibilidad de descifrar por él mismo la estrategia a seguir para desvelar los secretos del personaje en cuestión.
Lo mismo ocurre con otra mecánica, la de organización de pistas: cada vez que lleguemos al final de un capítulo el juego nos permitirá volver a nuestra mugrienta oficina para poner en orden las conclusiones que hayamos ido sacando. Como si fuera una partida de Cluedo, tenemos que colocar la foto de un personaje, una pista y establecer una conexión entre ellas con chincheta e hilo al más puro estilo conspiranoico. De nuevo, Chicken Police guía aquí cada uno de tus pasos impidiéndote equivocarte al colocar cualquier elemento en el panel de deducciones.
Chicken Police marca todo el rato los pasos que tienes que ir dando en el proceso de investigación, bloqueando cualquier atisbo de libertad a la hora de sacar conclusiones: te señala bruscamente qué preguntas tienes que hacer, te impide equivocarte al ordenar las pistas e incluso te imposibilita, de manera muy artificial, avanzar en la trama si no encuentras los objetos imprescindibles en los escenarios que visitamos.
Clawille, ciudad de animales
Y es que en Chicken Police no falta ni un personaje estereotipado del noir, ni siquiera la ciudad en penumbra, desaturada y corrupta que aquí adopta el nombre de Clawville. Es un mundo fantástico un tanto extraño en el que la ciudad es al mismo tiempo un reino y una urbe en la que se reúnen todo tipo de animales humanizados, pero rodeada por otras naciones donde sólo habitan seres de su especie. Hay un intento también de justificar la ausencia de humanos en el juego elevándolos a la categoría de seres mitológicos que vivieron hace muchísimos años.
Diseminados por la ciudad hay varios escenarios visitables, algunos de manera obligatoria y otros sólo disponibles en ciertos momentos del juego. Aquí sí hay cierta libertad de exploración digna de valorar, pues es decisión nuestra si ir o no a estos sitios y lo que conseguiremos acudiendo a ellos es conocer más detalles del universo de Chicken Police. Investigando todos los objetos de cada escenario descubriremos también información de la fantasía del juego, de su trama y de su lore.
Esto es probablemente lo mejor de Chicken Police: descubrir su mundo mediante las conversaciones entre Sonny Featherland y su compañero Marty MacChicken. También con otros detalles del escenario, como carteles que anuncian que no se sirve a insectos o cartas de restaurantes donde se ofrece carne sintética para animales herbívoros. Chicken Police habla a veces del racismo, otras de la precariedad y la pobreza, y cuando lo hace de manera directa le sale mejor que cuando sigue las normas no escritas del noir para relegar los papeles más sucios a las clases más bajas de Clawville.
Si decíamos antes que Chicken Police utiliza los estereotipos que intenta parodiar para su propio beneficio es porque todos y cada uno de sus personajes son un calco de lo que ya veíamos en películas de hace casi un siglo: masculinidades tóxicas que alcanzan el éxito, femmes fatales sin más objetivo que el de aprovecharse de hombres ricos, clases bajas dispuestas a todos por un par de cientos de dólares… Al no conseguir hilar la sátira, el juego acaba normalizando todos estos tópicos de la ficción, algo que en 2020 podríamos haber superado ya.
Plumas, pelaje y escamas en blanco y negro
Otros de los mejores aspectos de Chicken Police, o al menos de los que más llama la atención, es su apartado gráfico. La mezcla entre el estilo noir, de un blanco y negro de fuerte contraste y de alto ruido, y la fantasía del animal antropomórfico queda genial como planteamiento para una aventura, aunque a la hora de la verdad ciertos diseños no tengan un acabado del todo bueno. Eso sí, se nota que el estudio ha trabajado duro para recrear un extenso elenco de personajes con sólo nueve personas (humanas) como modelos corporales.
Al haberse trabajado con imágenes reales compuestas en escenarios digitales, el resultado final es realmente impresionante. La atmósfera del juego es ideal para plantear una trama de investigación criminal en los bajos fondos, al mismo tiempo que da gusto pasear por las oscuras calles de Clawville. Hay unas 30 escenas que podemos visitar y todas y cada una de ellas están diseñadas con mucho estilo. También funcionan bien las animaciones de los personajes y el juego incluso se permite introducir escenas de tiroteos con una mecánica que no pretende presentar el mejor gunplay de la historia pero que solventa bastante bien la papeleta para añadirle un toque de acción al relato.
Conclusiones
Si no fuera porque los propios creadores de Chicken Police definen su juego como una sátira del género noir, este título podría colar perfectamente como una obra canónica de dicho estilo. Con sus cosas buenas y sus cosas malas. De entre lo mejor podemos quedarnos con unos diálogos escritos con mucho humor, una exploración de la ciudad basada en el mero interés por conocer el universo del juego y un estilo gráfico que, pese a sus fallos puntuales, derrocha carisma en cada una de sus escenas.
Su historia y sus subtramas, cada uno de sus personajes y su atmósfera ganarían enteros si de verdad consiguiera llegar a satirizar el género, superando el mero aprovechamiento de sus estructuras y cayendo en sus mismos prejuicios. Además, no le vendría mal confiar más tanto en sus mecánicas de investigación como en los jugadores para dar más libertad en las deducciones y representar adecuadamente la fantasía del detective. Todo apunta a que este juego puede convertirse en el primero de una serie de entregas de las aventuras de Sonny Featherland y Marty MacChicken; si eso ocurre, no estaría bien descartar echar un vistazo a la evolución del potencial de esta propuesta.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por Dead Good Media.