Análisis de Amnesia: A Machine for Pigs (PC)
Las aventuras de terror se encuentran más en forma que nunca, una segunda juventud del survival horror de la mano de la escena independiente, algo de lo que Amnesia: The Dark Descent tiene mucha culpa. En septiembre de 2010 nos sorprendió a todos esta aventura en la que teníamos que recorrer un terrorífico castillo con la única ayuda de un farol y sin ningún arma con la que defendernos, obligados a huir y escondernos de los múltiples peligros que nos acechaban entre las sombras.
Convertido en un absoluto clásico, sus creadores Frictional Games no eran precisamente unos novatos en esto, ya habían hecho sus acertados pinitos con la saga Penumbra, pero fue con Amnesia con el trabajo que dieron el campanazo, y consiguieron superar la barrera de lo minoritario y desconocido para llegar a un público mayor. Los que disfrutamos pasándolo mal con este juego, que fuimos muchos, nos frotamos las manos al conocer el anuncio de su secuela o sucesor espiritual, Amnesia: A Machine for Pigs. Se ha hecho esperar pero por fin ya lo tenemos aquí, y aunque pueda sonar contradictorio, por un lado nos ha decepcionado, pero por otro lo hemos disfrutado bastante.
Para comprender esta extraña afirmación, hay que explicar quienes han sido sus creadores esta vez, The Chinese Room. Puede que su nombre no os suene de nada, pero ya hicieron mucho ruido el año pasado con Dear Esther, una "aventura" odiada y amada a partes iguales, de la que incluso muchos dudaron de que fuera un videojuego, y que incluso nuestro compañero Daniel Escandell que lo analizó, no se atrevió a ponerle nota. Un curioso ejercicio narrativo imprescindible para todos aquellos buscan nuevas experiencias, y que más que un experimento, fue toda una declaración de intenciones por parte de sus creadores.
En la pasada gamescom anunciaron su nuevo trabajo exclusivo para PlayStation 4, Everybody’s Gone to the Rapture, una secuela espiritual de Dear Esther, y lo que no esperábamos es que su segundo título, Amnesia: A Machine for Pigs, fuera a beber tanto de este juego, y nos atrevemos a afirmar que la mayor parte del tiempo, es más Dear Esther que Amnesia. Algo que nos ha decepcionado un poco, ya que la fórmula que disfrutamos Amnesia: The Dark Descent nos pareció genial, y queríamos más de lo mismo. En cambio en A Machine for Pigs nos hemos encontrado con una experiencia más lineal y guiada, más preocupada por la narrativa que por ofrecer un verdadero survival horror, con un terror más psicológico que real y tangible, en la que los enemigos son anecdóticos, y por tanto nuestro temor a toparnos con ellos es mínimo, perdiéndose esa tensión constante del anterior Amnesia.
El que haya pocos enemigos no nos parece por sí mismo malo, por ejemplo nos parece muy acertado que tarden tanto en aparecer en el juego, ya que vives en un constante tensión pensando cuándo aparecerá el primero. Pero una vez que esto ocurre, descubres que es muy fácil darles esquinazo, y que no se han preocupado porque los sintamos como una verdadera amenaza. Es curiosa la sensación que se produce al empezar la aventura, las físicas y los controles son idénticos a los del anterior Amnesia, la ambientación aunque distinta es muy fiel en espíritu, con un gran protagonismo de la oscuridad, y la manera de contar la historia parece similar en un principio. Es cuando te vas adentrando más y más en el juego cuando descubres que es mucho menos Amnesia de lo que parecía a simple vista.
El desarrollo ahora es mucho más lineal, no hay escenarios tan grandes para ser explorados, y aunque gana en variedad de localizaciones, lo que se agradece, pierde esa sensación de libertad y de estar perdidos, ahora siendo llevados constantemente de la mano. Los puzles están bien pensados, son intuitivos y coherentes, utilizando distintos objetos y el entorno, pero nos han parecido muy fáciles, insultantemente fáciles incluso a poco que tengas un poco de experiencia en aventuras gráficas.
Y como ya hemos dicho aunque el protagonismo de la oscuridad sigue estando presente, ahora por ejemplo el farol que llevábamos y que sirve para alumbrar los escenarios no consume aceite, no se gasta y es ilimitado, lo que le resta otro factor de tensión que era genial en The Dark Descent. Por tanto como veis, y dicho de una manera un tanto despectiva, se ha convertido en una experiencia más casual, realmente fácil, que no presenta reto jugable casi nunca, lejos de ser el survival horror, en términos jugables, que muchos esperábamos. ¿Entonces en qué es bueno Amnesia: A Machine for Pigs? Pues en casi todo lo que era bueno también Dear Esther, un extraño territorio donde The Chinese Room se sienten muy cómodos.
Un juego en el que la historia, la narrativa, es la verdadera protagonista, por encima de las mecánicas jugables, un argumento que lo guía todo, omnipresente. Apoyado por diversos recursos, como notas y cartas que podemos leer, extraños flashback sonoros, perturbadoras apariciones, teléfonos que suenan insistentemente esperando a ser contestados, muros que susurran ininteligibles palabras, gritos de horror tras las esquinas, vamos siendo conducidos por una montaña rusa de emociones, tan inquietantes como atractivas. Una historia peculiar, que independientemente que nos haya gustado más o menos, está genialmente contada, que te atrapa hasta el final, y que te hace plantearte constantemente si la estás entendiendo, algo de lo que podías estar seguro hace 5 minutos, pero cuya certeza se derrumba ante un nuevo y desconcertante suceso.
Por tanto, si en términos jugables querías un Amnesia: The Dark Descent 2, es prácticamente imposible que no te decepcione. Ese esconderse aterrado en un armario huyendo de un monstruo, el hecho de contar cada gota de aceite para no quedarte a oscuras, el ir con cuidado asomándote en cada esquina para no caer en una encerrona, todo eso se ha perdido. A cambios tenemos una experiencia audiovisualmente apasionante, con una ambientación todavía más lograda y terrorífica, y una historia, sino mejor, sí más elaborada y estimulante, mejor escrita, más ingeniosa y enrevesada.
La ambientación es simplemente genial, te atrapada desde el primer minuto hasta el final, las fascinantes e incómodas localizaciones que recorres, cosas que crees ver a lo lejos de las que nunca llegas a saber si te ha traicionado tu subconsciente, sonidos a cada cual más desconcertante y terrorífico, una música bien dosificada y con gancho, que aparece siempre cuando debe, todo forma un conjunto sólido, compacto y por encima de la media del género. Simplemente por esto, es complicado no ser absorbido por la experiencia que propone, aunque no fuera realmente lo que esperábamos.
Una aventura de terror diferente
Una vez aceptado que tanto Frictional Games como The Chinese Room han querido hacer algo distinto al anterior Amnesia, lo que han hecho, nos ha gustado mucho. Es verdad que esperábamos más y mejor de lo mismo, pero también nos parece bien que hayan sido capaces de descolocarnos, de no ser complacientes y no crear lo que todo el mundo esperaba. The Chinese Room vuelve a mostrar su talento tras Dear Esther, demostrando que aquello no fue un accidente, y quienes busquen una experiencia distinta y original, que les atrape, y que les transporte a un universo único y desasosegante, aquí se van a sentir saciados.
Unas 5 horas que se te pasarán volando, pero en las que no vas a encontrar puzles enrevesados, ni enemigos que te acechen sin descanso, y donde la supervivencia da paso a una experiencia lineal y por momentos casi alucinógena, con una historia cuanto menos peculiar. Un juego necesario, que no nos queda muy claro si se debería haber titulado Amnesia, pero que aun así recomendamos. Eso sí, para bien y para mal, luego no nos digáis que no os avisamos.