Wario se había tomado unas ligeras vacaciones del mundo de las plataformas (su última participación fue Wario Land 4, en GBA, y Wario World, en GameCube, para pasarse al sector de los microjuegos a través de las múltiples entregas de la serie Wario Ware (GBA, GameCube, NDS y Wii). Sin embargo, ahora ha retomado la pasión por las aventuras de plataformas con Master of Disguise, para la portátil de dos pantallas.
Pero Wario Master of Disguise no será un plataformas al uso, pues los puzles van a ser parte capital de su desarrollo en forma de pequeños laberintos y minijuegos, hasta tal punto que los elementos de plataformeo puro van a pasar en muchas ocasiones a un segundo plano para dar más importancia al cambio de habilidades para aprovechar sus diferentes poderes específicos para ir explorando los mapeados de los niveles. De esta manera, será más importante combinar y alternar los poderes especiales que Wario irá adquiriendo según avance que tener precisión a la hora de movernos por las plataformas, hasta tal punto que debido al sistema de control esto se convierte en un alivio.
Debido al componente de exploración, superar cada una de las fases puede requerir, de hecho, incluso una veintena de minutos, más si estamos en zonas avanzadas del título, donde los retos no es que sean mucho más complejos, pero sí más extensos. Su ritmo es, por tanto, lento para un plataformas al uso, pero si tenemos en cuenta que en realidad se basa en llegar hasta un cofre, y superar el minijuego (poco inspirado) que nos proponga para obtener su contenido, ahí se entiende ese ritmo algo más pausado.
Decimos que los minijuegos son poco inspirados, pues desde luego muchos nos sonarán a los ya vistos en Super Mario 64 DS, sobre todo, y en menor medida a los de otros títulos que combinan minijuegos con otros planteamientos jugables. Si a esto le añadimos que la penalización por fallar es irrisoria, por lo que no hay un factor de reto real y que realmente lo que aporta su sistema de control es, en líneas generales, irrelevante, obtenemos un sistema jugable poco afortunado. El control táctil es impreciso, y el hecho de que tengamos que movernos con la cruceta mientras nos vemos obligados a tener a mano el stylus, hace que otras opciones de control sean inútiles en la práctica, así que para saltar tan sólo nos queda pulsar arriba en la cruceta. Es, insistimos, impreciso, y a la hora de tener que usar la pantalla táctil para, por ejemplo, cambiar el aspecto de Wario, no funciona siempre como nos gustaría. El sistema de saltar se solventa si usamos el botón X, pero como lo cierto es que hay que cambiarle el disfraz a Wario con bastante frecuencia ir guardando y sacando el stylus cada vez no tiene sentido.