Análisis de Trioncube (NDS)
A estas alturas resulta complicado realizar una lista con la enorme cantidad de juegos de puzles aparecidos en Nintendo DS desde su lanzamiento. En la mayoría de casos las compañías desarrolladores han tratado de ofrecer innovaciones jugables basadas en el empleo de las características de la portátil de doble pantalla, como puede ser el caso de
Meteos o Actionloop; pero también nos hemos encontrado con títulos más tradicionales como el clásico Tetris DS, que de nuevo ha repetido éxito en la consola de Nintendo. Entre medio de estas dos formas de entender el género de los puzles en la portátil de doble pantalla nos encontraríamos con Trioncube, un juego de puzles muy tradicional en lo que al sistema de juego se refiere, pero con una serie de pequeñas modificaciones que dotan de cierto grado de emoción las partidas, sobre todo cuando disfrutamos de su vertiente multijugador..
En Trioncube deberemos formar cubos de 3X3 para eliminarlos de la pantalla y aumentar nuestro marcador de puntos. Para ello, usaremos una serie de piezas geométricas distintas que caerán muy lentamente de la parte superior de pantalla táctil, y que podremos rotar para colocarlas de tal modo que coincidan con el resto de piezas ya ubicadas en la pantalla. Al lograr formar uno de estos cubos el grupo de piezas enmarcadas dentro de esa figura concreta cambiarán de color y quedarán resaltadas sobre el resto, lo que nos estará indicando que en cuestión de segundos estallarán dejando tras de sí una determinada cantidad de monedas. Sin embargo, si lo que queremos es triunfar en el juego deberemos conformar cadenas de puntos de una importancia considerable, lo que nos obligará a actuar con rapidez para que la zona a punto de estallar se amplíe cada vez más.
En este sentido deberemos tener en cuenta dos características. Por un lado, si tardamos demasiado en colocar una nueva pieza el bloque en cuestión estallará dejándonos con las ganas de obtener una cantidad de puntos más importante; pero también lo hará si la figura que posicionamos en la pantalla no actúa sobre el gran bloque, es decir, que coloquemos por ejemplo una nueva pieza en el lado contrario en el que se encuentra la zona a punto de estallar, o que aún colocándola en dicha zona no cumpla los requisitos necesarios para ampliarla (que pueda formar un cubo 3X3).
Otro aspecto a tener en cuenta en esta obra de Namco Bandai lo encontramos en el propio planteamiento jugable de cada nivel. En este caso, en Trioncube deberemos realizar carreras contra otras naves, contra el propio tiempo, o alcanzar a los rivales, para superar cada uno de los desafíos que se nos vayan presentando. Como explicábamos al inicio del artículo, nuestro objetivo será el de llegar al lugar en el que se encuentra secuestrada la princesa, lo que nos obligará a recolectar una gran cantidad de gasolina que necesitaremos para recorrer la enorme distancia que nos separa de nuestro objetivo.
En la pantalla táctil, que es donde se nos presentará toda la acción, aunque huelga destacar que el sistema de control no se basará precisamente en esta característica de la portátil, nos encontraremos con una línea que representará el recorrido que tendremos que superar hasta llegar a la meta, que alcanzaremos tras lograr una cifra determinada de puntos. Como explicábamos, cuanto mayor sea la cadena de figuras que logremos enlazar más puntos obtendremos y de forma más rápida nos acercaremos a la meta. Y esto resultará vital ya que el rival, y en mucha mayor medida nuestros adversarios en las partidas multijugador, emplearán esta misma táctica, lo que lógicamente nos obligará a encadenar combos sin parar para lograr mantener su ritmo. Aún así, aunque el resultado final resulta de lo más aceptable, sí se le puede achacar a Namco Bandai que no ha sabido aprovechar al máximo este interesante sistema de juego.
A todo esto, para dotar de cierta variedad al desarrollo de la partida, los creadores de Trioncube han implementado un sistema de recompensas que nos permitirá hacernos con diversos objetos tras lograr una determinada cantidad de dinero. En este sentido, habrá tres tipos de monedas que obtendremos dependiendo de la cantidad de piezas destrozadas a la vez, es decir, que si destrozamos simples bloques de 3X3 nos ofrecerán solamente monedas de bronce, mientras que si lo hacemos por todo lo grande, el oro será nuestra recompensa. Entre los ítems que podremos encontrar destacan los paquetes decorativos, que variarán el fondo, los sonidos y la forma de las piezas, y una serie de objetos que deberemos activar antes de cada partida, y que variarán ligeramente la forma de afrontar cada puzle: pueden hacer que las piezas, una vez han formado un bloque de 3X3, desaparezcan más rápido de lo normal. Además, también en determinadas partidas podremos encontrarnos con basura espacial que nos entorpecerá a la hora de afrontar cada desafío, ya que diversas piezas, que no se integrarán con las ya situadas, podrán fastidiarnos la continuación de una cadena de combos.
El problema en este caso lo encontramos en la extremada facilidad con la que nos encontraremos, ya que en ningún momento de la partida se acelerarán las figuras al caer como sí ocurre en otros tantos títulos del género, lo que lógicamente no nos complicará en exceso la tarea de ir emparejando las piezas una a una. Tampoco resultará excesivamente complicado vencer a los rivales, ya que simplemente encadenando dos o tres grandes combos llegaremos a la meta. Por lo tanto, a la larga el juego se tornará excesivamente monótono, lo que sin duda echará para atrás a más de un veterano en el género. Y es que da la sensación de que Namco Bandai ha preferido contentar únicamente a los más jóvenes de la casa, o a los menos expertos en el género, dejando totalmente de lado al resto de jugadores. Por lo tanto, pese a que la idea resulta de lo más interesante, el resultado final no es el esperado. Al final, lo único que puede impulsarnos a terminar todo el modo historia será la propia estética del juego y la simpática historia que se nos narrará, pese a no ser un prodigio.
En lo referente al apartado técnico, como explicábamos, destaca en primer lugar que el juego no aproveche ninguna de las características de la portátil de Nintendo. De este modo, únicamente utilizaremos el stylus para movernos por los menús del juego, aunque en verdad con el sistema tradicional, que será el que usemos en las partidas, realizaremos estas acciones de forma más rápida. Tampoco resulta remarcable el apartado gráfico y sonoro, pese al peculiar diseño de los personajes del juego. Y es que no nos encontraremos con ningún efecto gráfico destacable, ni los fondos sobre los que resolveremos los distintos puzles resultarán remarcables, aunque en este apartado se lleva la palma las monótonas melodías que nos acompañarán a lo largo de toda la aventura, pese al aceptable resultado logrado en lo referente a los efectos sonoros.
Por tanto, en más de una ocasión optaremos por quitarle el volumen a Nintendo DS con tal de no escuchar otra vez las mismas melodías una y otra vez. A pesar de todo esto, sí cabe resaltar el buen trabajo llevado a cabo por Namco Bandai en lo que a la interfaz de usuario se refiere. En primer lugar, la pantalla superior de la portátil se usará únicamente para mostrarnos divertidos vídeos de nuestro héroe en su nave mientras nosotros resolvemos el rompecabezas en la táctil de Nintendo DS. En ésta, además, nos encontraremos con un sencillo dibujo en la parte derecha de la pantalla que nos marcará la posición de nuestra nave en el circuito, y la posición del resto de elementos que puedan estar interviniendo en ese nivel en concreto.
Con todo esto, podremos completar el modo historia, o centrarnos en las modalidades arcade o sin fin, que a grandes rasgos será lo mismo. Sin embargo, el multijugador sí resultará muchísimo más interesante, y sin duda lo mejor del juego. Y es que en esta modalidad podremos enfrentarnos a otro jugador en partidas en las que deberemos utilizar toda nuestra pericia para ser más rápidos que el contrario a la hora de conformar grandes cadenas de puntos ya que así le entorpeceremos sus progresos al lanzarle bloques grises similares a los ya comentados con anterioridad. Del mismo modo, si nosotros no somos lo suficientemente rápidos, será nuestro rival el que nos perjudique en nuestro progreso, por lo que los piques están asegurados. Y es una pena que toda la vertiente monojugador resulte tan monótona y sencilla, puesto que como vemos, lo que es la idea en sí no resulta nada mala.
En definitiva, Trioncube se trata de un aceptable juego de puzles que poco puede hacer ante los pesos pesados del género ya aparecidos en Nintendo DS. Su planteamiento jugable resulta de lo más interesante, pero su puesto en práctica no es tan buen como cabría esperar. Tampoco le salva su peculiar diseño artístico, que no es capaz de ocultar el mal trabajo llevado a cabo por Namco Bandai a nivel técnico. Se trata por tanto de un título poco recomendable pese a tener un divertido modo multijugador.