Género/s: Lucha 3D / Lucha
Plataformas:
GameCube

Ficha técnica de la versión GameCube

ANÁLISIS
  • Fecha de lanzamiento: Mayo 2002
  • Desarrollo: Hudson Soft
  • Producción: Hudson Soft
  • Distribución: Activision / Proein
  • Precio: 67.95 €
  • Jugadores: 1-2
  • Formato: 1 GOD
  • Textos: Inglés
  • Voces: Inglés
  • Online: No
COMUNIDAD

Bloody Roar: Primal Fury para GameCube

Análisis de Bloody Roar: Primal Fury (GameCube)

·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
8
SONIDO
7
NOTA
7.7
DIVERSIÓN
8.3
JUGABILIDAD
7.9
Análisis de versión GameCube.
Un género con pasado
La lucha ha sido, es, y probablemente será uno de los géneros más aplaudidos de la historia de los videojuegos. No en vano presenta una jugabilidad rápida, unida la mayoría de veces a unos espectaculares y realistas gráficos, así como a la siempre divertida posibilidad de disputar infinidad de combates Versus contra amigos. Estas opciones son una constante en tantas obras maestras de la lucha que hemos tenido la oportunidad de vivir durante los últimos años. Desde los técnicos combates de Virtua Fighter 4, hasta la belleza de DOA 3, pasando por la revolución que supuso Soul Calibur, o la cada vez mayor popularidad de la saga Tekken. Todos ellos son juegos que arrastran a legiones de seguidores, esperando impacientemente la salida de una nueva entrega de su saga favorita –Tekken 4, Soul Calibur 2 aún están por hacer; VF 4 y DOA 3 ya están disponibles-, y que normalmente son sinónimo de espectaculares ventas, la cual cosa ayuda al crecimiento de un género con cada vez más juegos y de mayor calidad. Ahí están los ya citados y esperadísimos Tekken 4 y Soul Calibur 2, que rivalizarán durante este verano y probablemente hasta final de año por la hegemonía del género de brutales peleas. Y como en todo buen juego de lucha que se precie, no va a ser una pugna fácil.
Una saga con historia
Pero hay sagas que no son tan populares entre el elenco de jugadores que se aglutinan uno tras otro en busca de los clásicos –casi históricos, porque siempre son los mismos- del género, pero que no por ello poseen menos calidad o historia. Es el caso de por ejemplo la saga Bloody Roar, creada para PlayStation allá por 1997 y que tuvo sus dos primeras entregas para la gris de Sony, apareciendo la tercera de ella ya para nueva generación (PS2) a finales del pasado año. La versión GameCube viene con la novedad de la coletilla Primal Fury, lo cual esconde además una mejora a nivel gráfico así como nuevos escenarios (seis, más concretamente), nuevos modos de juego, y dos personajes inéditos. En definitiva, que se trata de una completa revisión del juego de PS2, y por ello se alza como el mejor y más completo Bloody Roar hasta la fecha. La premisa, sin embargo, sigue siendo la misma: combatir en salvajes peleas entre personajes humanos que tienen la posibilidad de convertirse en feroces bestias durante el combate.
Resolviendo las primeras incógnitas…
Cuando se anunció esta nueva versión actualizada para el lanzamiento de GameCube, la primera incógnita que surgió fue cómo se controlaría. En otras palabras, qué clase de adaptación tendría el mando de GameCube a un género que requiere de una velocidad de reflejos y movimientos del jugador que quizás el mando de la consola de Nintendo no podría suplir. Y es que la lucha fue un género totalmente ausente en la época de los 64 bits, y eso limitó sus pautas de control a los usuales pads y disposición de cuatro botones uno al lado de otro que orgullosamente lucían por aquel entonces PlayStation y Dreamcast. Pues bien, el resultado es plenamente satisfactorio, con una cruceta que, aún y ser de reducido tamaño, ofrece muy buenos resultados, y con un analógico que también está a la altura –muy por encima del de PS2 aunque por debajo del de N64-. En cuanto a la disposición de botones, no acaba de solucionar la pregunta sobre el control, al basarse Bloody Roar en un sencillo control de apenas 3 -cuatro cuando nos transformamos en bestias- botones que nos permiten realizar todos los movimientos, por lo que aún está por ver el funcionamiento del revolucionario mando con un juego que necesite un complejo control. Por lo que a este Bloody Roar respecta, el mando de GameCube se antoja inmejorable, convirtiendo el control en rápido e intuitivo, cosa que hace que los gráficamente deslumbrantes combates se resuelvan de manera intensa y veloz, aumentando sobremanera su espectacularidad.
Salvajemente espectacular
Y es que la mayor virtud del engine gráfico de Bloody Roar son sus espectaculares efectos de luz, unidos todos ellos a las buenas animaciones y enorme tamaño de los personajes y bestias en escena. Los movimientos son buenos, y las transformaciones desde humano a bestia –especialmente en el modo super-bestia- rayan la perfección. Somos testigos de increíbles efectos de luz, aderezados por un magistral uso del motion blur, que realmente impresiona y que llega a cotas altísimas cuando coincide con la transformación del oponente. Y todo ello a 60 fps constantes. Por contra, y es que no todo puede ser bueno, los escenarios se muestran muy limitados en cuanto a tamaño y realización, y el detalle de los personajes tampoco es magnífico. En especial las reducidas arenas en las que combatimos limitarán mucho la jugabilidad del juego, y su realización es bastante mediocre. En cualquier caso, el apartado no resulta excelente, pero si espectacular gracias a sus magníficos efectos gráficos, aunque se ven afectados por las limitadas animaciones que la jugabilidad proporciona, y por el descuidado diseño de los escenarios y poco trabajado detalle de los personajes.
Interesantes novedades en algunos aspectos…
Para todo aquel que no haya tomado contacto con la saga de Hudson hasta ahora, apuntar que incorpora la –en su momento revolucionaria y siempre innovadora- posibilidad de transformarnos en bestias con enormes poderes. Cada jugador podrá convertirse en una bestia distinta, que dicho sea de paso tendrá dos vertientes: el modo bestia normal, y el modo super-bestia. Mediante dos botones distintos, y siendo el primero de ellos un estado más largo pero menos eficaz, y el segundo muy poderoso aunque extremadamente corto. Dicha opción añade mucha emoción y dinamismo a los combates, y hasta me atrevería a decir que una pizca de estrategia, esperando al momento preciso para transformarnos en león, conejo, o lagarto gigante (por citar solo algunos) y así aplastar al contrincante. El resto del control es el usual en los juegos de lucha, con los ya típicos y no menos espectaculares combos –los cuales nos llevará mucho tiempo llegar a dominar- y con el único aliciente de las ya citadas transformaciones.
… y lo de siempre en otros
Por lo que a modos de juego respecta, la verdad es que, si bien hay tres modos añadidos respecto a la versión original, ninguno de ellos presenta nada especialmente revolucionario. En perfecto inglés, encontraremos los modo Arcade, Versus (el multijugador), Time Attack, Survival, Team Battle, VS Team Battle (también multijugador), y Training, siendo todos ellos sobradamente conocidos por cualquier fan del género, pero que –eso sí- debido a su notable cantidad (y dificultad en algunos de ellos) alargarán considerablemente la vida del título. En cuanto a los personajes seleccionables, serán 12 en primera instancia con la posibilidad de desbloquear dos de inéditos respecto a la versión PS2 del juego. Encontraremos también nueve escenarios, la mayoría de ellos sujetos a la destrucción de algunas de sus partes –tales como barreras a suelos en ocasiones-, pero que como ya hemos comentado carecen de una extensión decente, siendo excesivamente reducidos y limitados.
En el buen camino
Es en el apartado jugable donde el juego más cautiva. Con su inicialmente sencillo control de tres botones, cualquier jugador puede asumir el control de un personaje y vencer a los primeros oponentes a medida que se va acostumbrando al control. Pero no es este un juego sencillo, pues entraña un extenso sistema de espectaculares combos para cada personaje, algunos de ellos terriblemente difíciles de realizar y llegar a dominar. Por lo que es un juego ideal para todos aquellos que busquen una diversión rápida e instantánea, pero también para todos los exigentes jugadores que necesiten un juego en el que se pueda explorar todas sus posibilidades. Es en este sentido en el que Bloody Roar: Primal Fury seduce, pero a su vez presenta algunas dudas debido a ese híbrido que presenta pero que no acaba de cuajar –demasiado fácil al principio, pero difícil en extremo hacia el final-. Aún así, los movimientos de los personajes no son demasiados, repercutiendo a su vez en los gráficos pues no hay lugar para movimientos estrambóticos o diferentes –obviando los combos, claro está-. El control resulta intuitivo y responde a la perfección, siendo la posibilidad de transformarnos –y su correcta administración y utilización- una baza indispensable para progresar en los combates más complicados. Cómo no, el juego presenta un completo apartado multijugador, con hasta dos modos de juego dedicados a él y que harán las delicias de todos aquellos que lo disfruten, y a su vez alargará la vida del juego aún más si cabe.
Un inicio prometedor
Resulta irónico poder afirmar que ya en su lanzamiento GameCube posee un título de lucha mejor que cualquiera que apareció durante los casi seis años de vida de N64. Dejando a un lado a Super Smash Bros., que se acerca más a los "party games" que a un juego serio de lucha, lo cierto es que esto es sólo el principio. Y es que en breve GameCube recibirá también esa previsible obra maestra llamada Soul Calibur 2, y quien sabe si Sega también brindará alguna nueva versión de su Virtua Fighter a la pequeña doméstica de Nintendo. Por el momento, Bloody Roar: Primal Fury es un gran inicio, que no decepcionará a los seguidores del género y ni mucho menos a los fans de la saga. Merece ser alquilado como mínimo. Y de cara a un más que posible Bloody Roar 4, si se mejoran los escenarios, se amplía la jugabilidad –y con ellos animaciones y demás- y se explota la transformación en animal, seguramente esta saga pueda rivalizar con las intocables del género. Veremos. Pero por el momento no podemos más que ser optimistas.

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