En el mundo de la música, como en cualquier otro arte, existen los remakes. El proceso de rehacer una obra, cogiendo a su vez elementos de otras que han influido, es algo esencial en la retroalimentación, pero es un proceso mucho más intrincado de lo que parece y no siempre se observa con detenimiento. En dicho proceso entran diversos factores que van más allá de actualizar o arreglar el sonido y en los que no siempre se acierta, así que vamos a hablar de ellos poniendo algunos ejemplos de videojuegos.
Final Fantasy VII Remake es quizás la revisión de actualidad, pero también Resident Evil 3 Remake y tantos otros remakes y reediciones HD que han salido en los últimos años. De hecho esto es quizás uno de los hábitos más antiguos en el medio, puesto que se ha venido haciendo no solo en los propios juegos sino fuera de ellos en distintos álbumes publicados. Ahora bien, la pregunta a realizar sería… ¿cuándo y cómo cambiar un banda sonora? ¿qué formas de hacerlo existen? Intentemos responder.
Re-recording & Arrange
Antes de comenzar, conviene pararse a analizar los términos utilizados para este proceso. No es lo mismo remasterizar —término que de hecho viene de la industria musical y se refiere únicamente a volver a masterizar, coger la grabación del máster para ajustar la ecualización y el volumen final— que remezclar (del inglés remix), que además de lo anterior implica volver a mezclar los instrumentos. Además de esto existe el acto de regrabar de nuevo la música, y yendo un poco más allá, arreglarla, que introduciría nuevos detalles que antes no estaban y es en lo que vamos a centrarnos en el texto.
Una forma muy común de arreglo musical es la orquestación, y también uno de los más complejos, prueba de ello es que existe el rol del orquestador, la persona que adapta la composición a cada uno de los instrumentos de la orquesta y que suele ser diferente al compositor. Cuando decimos que una banda sonora ha pasado a ser orquestal, no solo implica que haya podido haber una mejora sonora —en el caso de videojuegos como Final Fantasy VII es algo evidente porque viene del General MIDI, una simulación digital de instrumentos que en los años 90 aún no estaba muy conseguida— sino que también entra en juego que el orquestador haya incorporado con criterio todos esos nuevos arreglos.
Si retomamos nuestro artículo sobre álbumes orquestales, en él recomendamos el álbum Symphonic Suite Final Fantasy de 1989, ¿y por qué ese y no otro de los cientos dedicados a la saga? En ello tiene que ver justamente la calidad del arreglo orquestal, a cargo de los Hattori. Y es que Katsuhisa Hattori es uno de los grandes compositores clásicos japoneses —igual que Koichi Sugiyama—, un motivo por el que conoce la orquesta a la perfección. Que tanto él como su hijo colaboraran en varios álbumes de videojuegos hizo que la orquestación y dirección tuviera un tratamiento de primer nivel, algo que no suele ser muy habitual ni en las orquestas actuales de videojuegos ni tampoco en las de cine. El uso suele ser mucho más superficial y efectista, sin emplear las cuerdas y los vientos en su punto fuerte o sin tratar la dinámica como requiere una obra orquestal o filarmónica. Ahí radica la magia del arreglo.
Sin embargo, y a pesar de que en muchos remakes se peca de esto mismo, el factor que genera mayor polémica no es ese, sino la pérdida de elementos que sí estaban presentes en la obra original o que no se han respetado tal como fueron concebidos. Resident Evil 2 Remake se empeñó en prescindir de casi todas las piezas y leitmotivs de su banda sonora original con la intención de renovarse a los tiempos que corren, un error fatal derivado de las tendencias —el Biohazard Orchestra Album ya las adaptó parcialmente con orquesta real sin que resultaran anacrónicas— que se ha visto destapado cuando incluso el DLC Banda sonora original – Intercambio funciona mejor, siendo la música del juego de 1998 sin alterar; y es que no hay nada peor que extirpar esas emociones asociadas. Resident Evil 3 Remake ha enmendado esto ligeramente, pero la mayoría de la banda sonora es nueva por completo.
El remake de Shadow of the Colossus es un ejemplo perfecto de cómo respetar una banda sonora, ya que se le pidió al propio Kow Otani que la revisara y él únicamente decidió regrabarla —con la misma orquesta, esos sí, la célebre Masatsugu Shinozaki Strings— y añadir unos leves arreglos que no eliminan nada sino que solo tienen que ver con un grado extremo de perfeccionamiento de su obra, quizás tras años de escucharla y encontrar algunas flaquezas. Saori Kobayashi hizo algo muy parecido con Panzer Dragoon Saga hace dos años con el álbum Resurrection: Panzer Dragoon Saga 20th Anniversary Arrangement Soundtrack, que recrea su visión original tal como hubiese sido de no haber tenido que lidiar con el hardware de Saturn; una pena que no haya podido lucirla en un remake.
Final Fantasy VII Remake ha hecho bien al respetar la música original, pero ¿qué hay de los arreglos? Si bien una buena parte de la música del JRPG de 1997 simulaba las partes de una orquesta en MIDI —«Opening - Bombing Mission» es quizás la más clara de todas— otra parte de los temas simulaban una banda de rock, como es el caso de muchos de los temas de batalla. El remake ha optado por crear distintas versiones de cada uno, pero la instrumentación escogida no ha seguido esa misma idea del original que sí siguió Final Fantasy VII: Advent Children. Por esto mismo, las versiones de The Black Mages de temas como «Those Who Fight Further» mantenían mejor el espíritu que los intentos de tocar con orquesta algo pensado para una guitarra eléctrica. Aun así, el trabajo de Kenichiro Fukui, Masashi Hamauzu y el propio Nobuo Uematsu es muy acertado y respetuoso en casi la totalidad.
Y para terminar, ¿qué otras bandas sonoras regrabadas y arregladas recordáis? ¿cuáles son vuestras favoritas y cuáles las que más os han decepcionado? Dejadnos algunos ejemplos en los comentarios.