Mientras buena parte de España sufre la despoblación rural y el encarecimiento de la vivienda en las grandes ciudades, la provincia de Alicante experimenta un fenómeno opuesto: una avalancha de compradores extranjeros que no solo eligen la Costa Blanca como destino vacacional, sino como nuevo lugar de residencia permanente o estacional.
Según datos del Colegio Notarial de Valencia, más del 50% de las compraventas de viviendas registradas en 2024 en esta provincia fueron realizadas por personas no nacidas en España. En total, se cerraron 30.290 operaciones con compradores foráneos, una cifra que representa el 50,6% del total de transacciones y que confirma la creciente atracción que ejerce la provincia alicantina en el mercado internacional.
Alicante, capital del nuevo éxodo europeo
Además, dos de cada tres viviendas de obra nueva fueron adquiridas por estos expatriados. La combinación de clima mediterráneo, coste de vida relativamente bajo y una amplia red de servicios adaptados al turismo ha convertido a municipios como Benidorm, Torrevieja o Jávea en verdaderos enclaves multinacionales.
Entre las nacionalidades más presentes siguen destacando los británicos, que firmaron 3.545 compras pese a un leve retroceso del 10% respecto al año anterior. También se registraron descensos entre los compradores alemanes (-13,2%) y franceses (-11,3%), aunque compensados por el aumento de interés de ciudadanos procedentes del este de Europa.
Una burbuja internacional bajo el sol
Polonia lidera esta nueva ola con 2.850 operaciones —un 32% más que en 2023—, seguida por Lituania, con 611 viviendas adquiridas y un crecimiento similar. El auge inmobiliario entre los extranjeros no solo transforma el mapa demográfico de la provincia, sino que también repercute en el valor medio de las transacciones. En 2024, el precio medio pagado por estos compradores rondó los 200.000 euros, cifra que supera en 67.000 euros el gasto medio de los nacionales.
En total, la inversión extranjera en vivienda dejó en la economía local más de 6.000 millones de euros, consolidando a Alicante como epicentro económico de un modelo residencial cada vez más internacionalizado.
El fenómeno, sin embargo, no está exento de desafíos. La presión sobre el mercado inmobiliario puede dificultar el acceso a la vivienda para la población local, especialmente en zonas donde la demanda foránea fija precios difíciles de asumir con salarios nacionales. Aun así, la provincia se afianza como el epicentro europeo del sueño mediterráneo, atrayendo con fuerza a quienes buscan sol, mar y una nueva vida bajo el cielo levantino.















