Sam Altman, CEO de OpenAI y uno de los rostros más visibles de la revolución de la inteligencia artificial, ha lanzado una advertencia que suena más a distopía que a titular financiero: la IA ha superado prácticamente todos los métodos de autenticación que utilizan los bancos, salvo las contraseñas.
Lo dijo durante una conferencia en la Reserva Federal en Washington, donde en lugar de hablar de innovación, pidió precaución. “La IA ha superado por completo la mayoría de los métodos de autenticación actuales de los bancos, salvo las contraseñas. Me preocupa que tengamos una crisis de fraude por esto", puntualizaba. Para Altman, sincero y directo en sus declaraciones, el mal está hecho y hay que revisar la forma en la que autentificar a los seres humanos.
Sam Altman y el apocalipsis del “hola, soy yo”: la IA ya ha roto la seguridad de los bancos
Altman no se anduvo con rodeos. Según él, seguir confiando en métodos como la autenticación por voz es directamente una locura. Muchos bancos todavía piden al cliente que diga una frase concreta para verificar su identidad, pero las herramientas actuales de clonación vocal permiten replicar con fidelidad escalofriante la forma de hablar de cualquier persona. Esa técnica, que hace pocos años sonaba a ciencia ficción, ahora está al alcance de cualquier atacante con un poco de conocimiento y mala intención.
Y lo mismo ocurre con los sistemas de reconocimiento facial, las videollamadas con verificación visual o cualquier método que confíe en datos biométricos visibles. La tecnología de generación de vídeo por IA ya puede fabricar deepfakes tan creíbles que incluso un ser humano entrenado tendría dificultades para detectar el engaño. Altman advirtió de escenarios donde un atacante podría hacerse pasar por una persona durante una videollamada en tiempo real, engañando tanto al interlocutor como al sistema de seguridad.
Lo más preocupante, indica el padre de ChatGPT, sin embargo, es el contexto. Los sistemas bancarios siguen anclados en tecnologías que ya no están a la altura del reto. La mayoría de las plataformas financieras confían todavía en mecanismos diseñados en una época pre-IA, en la que la voz o la cara eran pruebas razonables de identidad. Eso ha dejado abierta una puerta peligrosa para el fraude a gran escala.
Durante la misma conferencia, Michelle Bowman, vicepresidenta de supervisión de la Reserva Federal, propuso que quizás la única forma de resistir esta amenaza sea usar la propia IA para detectar anomalías y falsificaciones. Altman no fue tan optimista: cree que es hora de abandonar los viejos sistemas y adoptar mecanismos más robustos, como tokens físicos o autenticación multifactor real.
La advertencia es clara. La identidad digital tal como la conocemos ya no es suficiente. Y si no nos adaptamos rápido, el próximo gran escándalo financiero no será culpa de los hackers, sino de nuestra propia complacencia.















