La viralización de imágenes generadas por inteligencia artificial al estilo Studio Ghibli ha tenido consecuencias inesperadas para OpenAI. Lo que comenzó como una curiosa demostración del poder creativo de su generador de imágenes, ImageGen, ha desatado una auténtica fiebre visual en redes sociales y, al mismo tiempo, ha encendido todas las alarmas legales.
La empresa de IA dirigida por Sam Altman prepara una respuesta inédita: integrar marcas de agua en las imágenes que produzca ChatGPT, según ha revelado una filtración reciente en su app de Android.
IA, estética Ghibli y una tormenta legal
El descubrimiento ha sido obra del investigador Tibor Blaho, quien halló referencias en el código de la aplicación que apuntan a la inminente implementación de un sistema de marca digital para identificar las imágenes como generadas por IA. Esta no es una decisión improvisada: OpenAI ya coapoya el estándar C2PA, promovido como un marco común para garantizar trazabilidad y transparencia en contenidos generados digitalmente.
Sin embargo, no todos los usuarios serán tratados por igual. Según recoge Bleeping Computer, las marcas de agua estarán presentes únicamente en imágenes creadas por cuentas gratuitas. Los usuarios de pago, suscritos a ChatGPT Plus, podrán obtener versiones limpias de las imágenes generadas.
Transparencia, desigualdad y protección jurídica
El movimiento recuerda a lo que ocurre en bancos de imágenes como Shutterstock o Getty: el acceso sin marcas está reservado a quienes pagan por ello. Más allá del aspecto comercial, la medida tiene un claro componente defensivo. La viralidad de las imágenes al estilo Ghibli ha llegado acompañada de dudas jurídicas.
¿Es legal replicar estéticas tan reconocibles sin permiso? ¿Dónde termina la inspiración y empieza la infracción de derechos? Con la marca de agua, OpenAI pretende al menos dejar constancia del origen digital de las imágenes, un salvavidas legal en un contexto de incertidumbre normativa.
La IA puede replicar estilos, pero la ley aún no ha decidido si eso la convierte en artista o en usurpadora. Con estas marcas de agua, OpenAI no cierra el debate, pero empieza a protegerse del tsunami judicial que se avecina.















