La gripe aviar no se detiene. Hace apenas unas semanas se confirmó su salto a la isla subantártica de Georgia del Sur, donde arrasó con 50.000 hembras de elefante marino. Estos días, sin embargo, el golpe informativo sonaba aún más cercano: el virus había alcanzado también España.
La gripe aviar dispara el precio del pollo a 2,37 €/kg y tensiona la economía doméstica
Mientras los titulares se llenan de brotes, emergencias veterinarias y alertas de control, la realidad es que el pollo sigue ocupando un lugar esencial en la dieta diaria de millones de personas. Es comprensible, por tanto, que el miedo haya prendido con una facilidad inquietante. Y sí, el problema es enorme para el pollo y los huevos -que no olvidemos que han subido un 38%- pero no exactamente por lo que la mayoría piensa.
Aunque el A(H5N1) protagoniza la mayor epizootia registrada hasta ahora, la OMS mantiene que el riesgo para la población general sigue siendo bajo. Como recordaba el divulgador Sergio Ferrer hace unos meses, lo más sorprendente es que, pese al desastre sin precedentes en la fauna silvestre, los casos humanos se cuentan apenas con los dedos de una mano.
Tampoco hay riesgo por consumir pollo o huevos correctamente cocinados. Lo subrayaba Jatin M. Vyas, de la Universidad de Columbia: nadie se ha contagiado jamás por ingerir productos avícolas tratados a la temperatura adecuada. Hoy por hoy, comer pollo y huevos bien cocinados sigue siendo totalmente seguro.
El verdadero drama va por otro lado: un sector que ya operaba con costes crecientes, inversiones forzosas y márgenes mínimos ahora tiene que lidiar con una crisis global que amenaza con desestabilizarlo del todo. Y las consecuencias ya se sienten en la cesta de la compra.
Según el Ministerio de Agricultura, el precio en origen del pollo en España alcanzó los 2,37 €/kg en la semana 38 de 2025, un aumento del 4 % respecto al mismo periodo de 2024, que ya venía marcado por la presión inflacionaria. En Europa, el panorama es todavía más tenso: el pollo de engorde ha superado por primera vez los 3 €/kg, lo que supone una subida interanual del 11,2 %. Los huevos siguen un camino parecido.
Y conviene recordarlo: hablamos del pollo. La proteína barata por excelencia. El alimento que durante décadas ha garantizado que incluso las familias con menos margen pudieran acceder a una fuente asequible de proteínas. Si el precio del pollo se dispara, se resquebraja el equilibrio de la compra semanal en todo el país. Y esa, más que cualquier titular alarmista, es la auténtica amenaza que tenemos delante.















