Ocurrió una noche de septiembre de 1961. Un matrimonio interracial regresaba en coche a su casa en Portsmouth, New Hampshire, tras unas vacaciones en Canadá. Conducían por una carretera solitaria, cuando vieron algo que cambiaría para siempre sus vidas y el imaginario colectivo de la ciencia ficción: un objeto brillante en el cielo que parecía seguirles. Se detuvieron. Escucharon un zumbido. Sintieron confusión. Luego, nada. Aquella noche marcaría un antes y un después en su relación y en nuestra sociedad. Estaban siendo protagonistas involuntarios de la primera abducción.
El caso Hill: la primera abducción alienígena moderna es realmente aterradora y cambió para siempre nuestra sociedad
Barney y Betty Hill no eran personas propensas a la fantasía o las imaginaciones propias de la ciencia ficción. Él trabajaba en correos. Ella era asistente social. Gente normal, funcional, racional. Y precisamente por eso, su testimonio provocó un seísmo. Porque lo que narraron bajo hipnosis semanas después —una sesión que estremecería incluso al doctor que la conducía— parecía sacado de un capítulo de The Twilight Zone: humanoides grises de profundos ojos, exámenes médicos invasivos, muestras biológicas y un misterioso mapa estelar que Betty aseguró haber visto en la nave.

Lo fascinante del caso Hill no es solo que fuera la primera abducción alienígena mediática de la historia de EE.UU., sino que sentó las bases del fenómeno moderno: los grises, las sondas, la amnesia, los regresos hipnóticos. Su relato sería el primero de muchos que repetirían un patrón y una serie de elementos comunes a todos los contactados o secuestrados. Podría decirse que todo empezó con ellos. Y sin embargo, cuanto más se analiza, más desconcertante resulta.

Betty Hill dibujó, años después, el mapa estelar que había visto a bordo de la nave. Según algunos astrónomos, coincide sospechosamente con el sistema Zeta Reticuli, a 39 años luz de la Tierra. ¿Casualidad? ¿Una proyección inconsciente alimentada por la cultura pop de la Guerra Fría? ¿O un eco real de algo inenarrable?
Los escépticos señalan que los Hill no recordaron nada hasta las sesiones hipnóticas. Que había estrés, cansancio y suposiciones racistas (Barney sufría discriminación diaria) como factores que podrían haber influido en su percepción. Pero otros creen que precisamente esa normalidad los hace más creíbles. Betty nunca dejó de contar lo que ocurrió. Y Barney murió joven, devorado por la ansiedad y por sus traumáticas pesadillas.

El caso popularizó el llamado "tiempo perdido" en las abducciones es un fenómeno común en relatos de personas que afirman haber sido secuestradas por extraterrestres: experimentan una laguna temporal inexplicable, a menudo de horas o incluso días. A partir de este caso, ampliamente difundido por libros y programas de televisión, el "missing time" se convirtió en un elemento clave de la ufología y la cultura popular sobre abducciones.
El caso llegó a los periódicos, inspiró películas, novelas, reportajes y análisis infinitos. Se convirtió en semilla para algunas de las tramas de Expediente X y toda la iconografía moderna del horror ufológico. Lo que vivieron los Hill —fuera real o psíquico, terrestre o cósmico— nos confronta cara a cara algo más grande: el miedo a lo inexplicable, aquello que puede llegar desde el cielo y no pide permiso.

A más de sesenta años del incidente, el caso Hill sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva. ¿Fueron víctimas de una abducción real? ¿O de un fenómeno psicológico complejo? Sea como sea, su historia sigue dando vueltas por la noche americana, como aquel objeto brillante sobre las White Mountains. Imperturbable. Observando. Esperando.