Un equipo científico de la Universidad de Barcelona ha dado un paso crucial para frenar uno de los engaños más persistentes del sector agroalimentario: la falsificación del origen geográfico del aceite de oliva.
Gracias al análisis de sesquiterpenos —compuestos aromáticos presentes de forma natural en este alimento—, los investigadores han creado una “huella digital” química capaz de identificar con alta precisión la procedencia real del producto.
Precisión superior al método tradicional
Esta técnica podría blindar tanto a consumidores como a productores frente a prácticas fraudulentas que erosionan la calidad y la confianza en uno de los emblemas gastronómicos de España. El estudio se ha desarrollado en colaboración con la Fondazione Edmund Mach de Italia y la Universidad de Perugia. Los científicos compararon este método con el tradicional análisis de isótopos estables, ampliamente utilizado en controles de calidad.
El resultado no deja lugar a dudas: la técnica basada en sesquiterpenos supera a sus predecesoras en fiabilidad, sensibilidad y precisión, lo que la convierte en una candidata ideal para el control masivo y eficiente del aceite de oliva. La Red Europea contra el Fraude Agroalimentario ha identificado la falsificación de alimentos como una de las amenazas más graves para la cadena alimentaria comunitaria, y este avance podría marcar un antes y un después en la trazabilidad de productos de alta gama.
Con una previsión de producción de 1.380.000 toneladas para la campaña 2024/2025 —un 61,5% más que la anterior—, España mantiene su posición como principal productor mundial. Las condiciones climáticas más favorables en regiones clave como Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura explican el repunte.

Tecnología al servicio de la transparencia
En este contexto, asegurar la autenticidad del origen cobra un valor estratégico para sostener la reputación del aceite español en mercados internacionales, especialmente tras las tensiones arancelarias vividas con Estados Unidos durante la administración Trump. La técnica basada en sesquiterpenos presenta ventajas significativas: permite verificar el origen sin depender de costosos análisis isotópicos ni largos litigios legales.
Los responsables del proyecto trabajan ahora en su escalado industrial para permitir su integración directa en los sistemas de control de calidad de las almazaras y centros de exportación. El fraude en el aceite de oliva no es solo una cuestión de competencia desleal o pérdidas económicas. En los casos más extremos, implica la mezcla con aceites de baja calidad o incluso el uso de componentes no autorizados, lo que representa un riesgo directo para la salud pública.