En un sector históricamente masculinizado y con dificultades para encontrar relevo generacional, la voz de Carolina irrumpe con un mensaje tan simple como contundente: en la obra se gana bien y no hay razones para que las mujeres queden fuera. Informática de profesión durante más de dos décadas y aficionada a las reformas, ha decidido dar el salto y formarse como alicatadora.
“Una peluquera puede ganar 1.000 euros al mes, mientras que alicatando se pueden ganar 100 euros al día”, afirma en un vídeo difundido por la cuenta @ellaconstruye en TikTok, donde reivindica con naturalidad la igualdad de oportunidades en un oficio que, asegura, ya no exige la fuerza bruta de antaño.
Su testimonio llega con el telón de fondo de un desequilibrio persistente: menos del 12% de la plantilla de la construcción en España son mujeres, según el Observatorio Industrial del sector. A pesar de las campañas de empresas y sindicatos para atraer talento femenino, la imagen de la obra sigue anclada en estereotipos. Carolina apunta precisamente a ese sesgo cultural que empuja a muchas jóvenes hacia profesiones “tradicionalmente femeninas”, como enfermería, peluquería o estética, y les hace pasar por alto oportunidades técnicas bien remuneradas en albañilería, alicatado o instalaciones.
Un sector que busca relevo
La tecnificación de la construcción, recuerda, ha cambiado el terreno de juego. “Hoy existen herramientas que facilitan las tareas más duras y no tenemos limitaciones físicas que nos impidan hacerlo”, sostiene. En su experiencia, el salto no solo es posible, sino lógico para quien disfruta del trabajo manual y busca estabilidad con mejores sueldos. La demanda en zonas costeras —donde las reformas y la obra nueva tiran con fuerza— afianza su argumento: jornadas pagadas a razón de 100 euros diarios no son una excepción, y permiten superar con holgura sueldos habituales en servicios personales.
Detrás de la comparación salarial late otra brecha: la de la cualificación. La construcción arrastra un déficit de mano de obra que no se resolverá sin formar a nuevos perfiles. Carolina encarna ese cruce de caminos: viene de la informática, un ámbito también tensionado por la falta de profesionales, y encuentra en la obra una carrera tangible, certificable y con progresión. Su plan —formación reglada, práctica en obra y especialización en alicatado— ilustra el itinerario que patronales y centros de FP señalan como vía rápida para cubrir vacantes que el mercado no logra atender.
@ellaconstruye Carolina es informática, pero la construcción es su pasión y lo tiene súper claro. Se considera afortunada porque su pareja constructor y su próximo proyecto es trabajar juntos en la obra. Pero es que acaba de terminar el curso Alicatadoras en Acción y ya tiene su primer encargo: va a realizar un alicatado en un local de Madrid! #alicatadorasenaccion #igualdadenlaconstruccion #mujeresqueconstruyen #mujeresenobra #mujeresqueinspiran #mujerempoderada #reforma #mujeresemprendedoras #mujeres #construccion #constructora #mujeralbañil #albañila #mujeresenoficios #womenintrades #womeninconstruction #alicatados #solados #formacion #empleo ♬ sonido original - ellaCONSTRUYE
Condiciones para atraer talento femenino
El mensaje también interpela a las empresas. Si quieren incorporar mujeres de manera sostenida, apuntan las asociaciones del sector, no basta con becas y carteles: hay que garantizar entornos seguros, vestuarios adecuados, horarios compatibles y planes de promoción visibles. En la medida en que ese ecosistema mejora, historias como la de Carolina dejan de ser excepciones virales para convertirse en norma.















