El 2 de enero de 2025, astrónomos del Centro de Planetas Menores (MPC) anunciaron con entusiasmo el hallazgo de un nuevo asteroide próximo a la Tierra, designado como 2018 CN41. El objeto había sido detectado a menos de 240.000 kilómetros de nuestro planeta, lo que generó preocupación sobre su posible impacto en el futuro. Sin embargo, apenas 17 horas después del anuncio, los científicos se vieron obligados a rectificar: lo que creían que era un asteroide resultó ser el Tesla Roadster rojo que SpaceX lanzó al espacio en 2018 a bordo del Falcon Heavy de Elon Musk.
La identificación errónea quedó al descubierto gracias a la colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados, quienes notaron que la trayectoria del supuesto asteroide coincidía con la de un objeto artificial previamente catalogado como 2018-017A. Se trataba de la etapa superior del cohete de SpaceX que transportó el Tesla, el cual ha estado orbitando entre la Tierra y Marte durante los últimos siete años sin supervisión. El MPC corrigió su informe y eliminó 2018 CN41 de la base de datos, señalando que se trataba de un error de clasificación.
El problema de la basura espacial
Este incidente, aunque anecdótico, ha reabierto el debate sobre la creciente problemática de la basura espacial. Con miles de satélites y fragmentos de naves vagando sin control en el espacio, los astrónomos advierten sobre la necesidad de una base de datos que registre todos los objetos artificiales para evitar confusiones y mejorar el monitoreo de asteroides potencialmente peligrosos. La investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias, Julia de León, recordó que este no es un caso aislado y que en 2020 también se identificó erróneamente otro objeto como un asteroide, cuando en realidad era una etapa de un cohete de la NASA lanzado en 1966.
El tráfico espacial sigue creciendo sin una regulación clara, lo que dificulta la identificación de objetos en el espacio profundo. Aunque los satélites en órbita terrestre baja están relativamente controlados por agencias espaciales, los fragmentos y cargas útiles abandonadas en el espacio profundo representan un desafío cada vez mayor. Científicos como Jonathan McDowell han advertido que esta falta de regulación podría generar problemas en la exploración futura, especialmente si más empresas privadas continúan enviando objetos sin una estrategia de eliminación planificada.
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A pesar de la confusión inicial, el famoso Tesla sigue su viaje errante por el sistema solar con el maniquí “Starman” al volante y las canciones de David Bowie sonando en su sistema de audio. Mientras tanto, la comunidad científica sigue debatiendo cómo evitar que la basura espacial se convierta en un problema insalvable para la exploración astronómica del futuro.