En lo que va de 2025, el Pacífico ha sido escenario de maniobras militares consideradas las más grandes y sofisticadas desde la Segunda Guerra Mundial. El mensaje es claro: las potencias aliadas quieren dejar constancia de que, ante una hipotética invasión china de Taiwán, y por muchas dudas vertidas en los últimos meses, no estarían solas.
El ejercicio más destacado, Talisman Sabre, reúne en Australia a 35.000 soldados de 19 países bajo la coordinación de Estados Unidos, con una tecnología de combate avanzada y una logística sin precedentes. China, el gigante asiático que ha demostrado poder con sus cazas de sexta generación y con sus cada vez más sofisticados drones de combate 'minúsculos', tiene en Taiwán uno de sus principales objetivos.
La 'paz tensa' se resquebraja: Taiwán teme una ofensiva china sin respaldo internacional firme
Más allá del entrenamiento y la cooperación, estos ejercicios buscan disuadir a Pekín de un ataque directo. Aunque ni EE. UU. ni aliados como Australia, Japón o Filipinas tienen tratados que les obliguen a intervenir militarmente en defensa de Taiwán, Washington mantiene desde 1979 —a través de la Ley de Relaciones con Taiwán— un compromiso ambiguo pero firme: dotar a la isla de medios defensivos para resistir cualquier agresión. Sin embargo, persiste una creciente incomodidad estratégica. Las tensiones comerciales durante el mandato de Trump y la falta de claridad sobre el papel futuro de EE. UU. en Asia han debilitado el consenso en la región.
El general Joel Vowell, el célebre subcomandante del Ejército estadounidense en el Pacífico, lidera unas maniobras que, aunque no garantizan respaldo automático, revelan la formación de un bloque internacional dispuesto a actuar. Reino Unido y Canadá podrían ofrecer apoyo logístico o imponer sanciones, mientras países como Alemania, Francia o Países Bajos mantendrían una respuesta diplomática firme, sin participación militar directa.
En paralelo, China ha consolidado su influencia: 70 países respaldan oficialmente su narrativa de “reunificación” con Taiwán, y hasta 89 podrían abstenerse de condenar una acción militar ante la ONU. Además, 119 Estados miembros reconocen su soberanía sobre la isla, aunque la mayoría evita apoyar explícitamente el uso de la fuerza. Esta aceptación, especialmente extendida en el Sur Global, refleja el peso de la economía china y su iniciativa de infraestructuras globales.
El equilibrio geopolítico está en juego. Y mientras Taiwán refuerza su defensa, el mundo observa, dividido, cómo se reorganizan las alianzas ante un conflicto que podría cambiar el orden mundial.















