La aviación militar está experimentando una revolución sin precedentes gracias al desarrollo de nuevas tecnologías de sigilo extremo y al uso creciente de inteligencia artificial. Estados Unidos ha liderado tradicionalmente esta carrera con proyectos como el bombardero furtivo B-21 Raider o el experimental Cessna Caravan propulsado por hidrógeno, diseñado para evitar la detección por radar, pero se está quedando muy atrás. No obstante, el gigante asiático no se ha quedado atrás: China ha entrado con fuerza en esta competición con la presentación del caza de sexta generación J-36 y en el Pentágono lo saben.
Este avión de combate de sexta generación fue avistado por primera vez durante su segundo vuelo de prueba a mediados de marzo. Recientemente ha comenzado a circular una imagen que muestra la parte frontal de la aeronave, aunque algunos expertos y usuarios de la red social X (antes Twitter) han advertido que podrían tratarse de renders o fotografías falsas, dada la cantidad de imágenes manipuladas que han aparecido últimamente sobre este modelo.
Sea como sea, mientras China desarrolla su propia versión del caza del combate del mañana y apuesta por controlar los mares con bestias híbridas sacadas de una película de ciencia ficción, países como Reino Unido apuestan por su propia alternativa y la Unión Europea no se ha quedado de brazos cruzados.
China presenta su caza de sexta generación J-36: un salto tecnológico que parece sacado de la ciencia ficción
El J-36 introduce varias novedades destacables. Entre ellas, un diseño de cabina para dos tripulantes, visible gracias a la doble pantalla HUD y una cúpula frontal partida. También presenta un tren de aterrizaje con dos ruedas delanteras y un conjunto principal en tándem, lo que sugiere una estructura pensada para mayor estabilidad en despegues y aterrizajes. Según medios especializados, la aeronave incorpora una bodega central de gran tamaño y otras dos adicionales a los lados para armamento u otros sistemas como drones de última generacion.
Otro aspecto llamativo es su toma de aire dorsal sin desviador, un rasgo característico de diseños supersónicos, así como una inclinación hacia adelante en su parte superior y un tubo de Pitot para la medición de presión dinámica. Aunque Pekín no ha confirmado oficialmente ningún detalle técnico, se cree que el J-36 ha sido desarrollado por la Corporación de la Industria de la Aviación de China como parte de sus esfuerzos para crear un caza sigiloso de sexta generación.
Se estima que su diseño apuesta por una baja detectabilidad al radar, alas en configuración delta, integración de armamento interno y capacidades autónomas para tomar decisiones en pleno combate. También se le atribuye una notable eficiencia aerodinámica que le permitiría alcanzar velocidades superiores a las de los cazas actuales. En cuanto a sus especificaciones estimadas, se calcula que el J-36 tiene una longitud de 22,5 metros, una envergadura de 24 metros y un peso máximo al despegue de hasta 55 toneladas. Su alcance rondaría los 3000 kilómetros y estaría preparado para operar en red junto a drones y otras aeronaves en tiempo real, lo que le permitiría actuar como nodo central en escenarios de guerra conectada.
Con este modelo, China no solo demuestra sus capacidades tecnológicas en el ámbito militar -en el que está muy por encima de Occidente-, sino que también deja claro que está dispuesta a desafiar el dominio aéreo estadounidense en las próximas décadas.
