En un descubrimiento que redefine los límites de la astrofísica, un equipo internacional de astrónomos ha identificado el cuásar más brillante y luminoso hasta la fecha, una hazaña que ha capturado la atención de la comunidad científica mundial. Publicado en la revista Nature Astronomy, el hallazgo destaca un objeto celestial cuya masa asciende a 17.000 millones de soles y tiene la capacidad de absorber una masa solar diariamente.
Este fenómeno coloca al cuásar, conocido como J0529-4351, en el centro de un debate científico sobre la naturaleza y evolución de los cuerpos más masivos del universo. Los cuásares, que se 'alimentan' de los agujeros negros supermasivos situados en el corazón de las galaxias recién nacidas, son fuentes de una emisión de energía tan inmensa que su luz puede viajar a través del universo y ser visible desde la Tierra.
Lo que hace excepcional a J0529-4351 es su tasa de crecimiento, la cual supera cualquier registro previo, creciendo el equivalente a un sol por día. Esta característica no solo lo señala como el objeto más luminoso conocido por la ciencia, sino que también plantea preguntas sobre los mecanismos detrás de su rápido crecimiento y la intensa luminosidad que produce.
Utilizando el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), los astrónomos descubrieron que la luz de J0529-4351 tardó más de 12.000 millones de años en llegar a nosotros, proporcionando una ventana única a los procesos que tuvieron lugar en las etapas tempranas del universo. La energía emitida por este cuásar es tan vasta, que supera en más de 500 billones de veces la luminosidad del Sol, proveniente de un disco de acreción que abarca siete años luz de diámetro (unas 15.000 veces la distancia del Sol a la órbita de Neptuno), lo que podría ser el más grande jamás observado.
Desde 1980 se creyó que era una estrella
Sin embargo, lo que agrega un giro intrigante a este descubrimiento es cómo J0529-4351, a pesar de su magnitud, permaneció oculto a la observación directa durante décadas. Inicialmente captado en imágenes del Schmidt Southern Sky Survey de ESO en 1980, fue pasado por alto debido a su extrema brillantez, confundiéndolo con una estrella cercana. Igual que ocurrió en 2022, es ahora cuando han revelado su verdadera naturaleza y lo definen como un disco de gas y polvo de grandes dimensiones, formado alrededor de un agujero supermasivo.
Además, la observación de J0529-4351 proporciona una oportunidad invaluable para estudiar la interacción entre cuásares y sus galaxias anfitrionas. Dado que los cuásares son capaces de emitir una cantidad de energía que puede influir en la formación estelar de sus galaxias anfitrionas, el estudio detallado de este cuásar podría revelar cómo la retroalimentación de los agujeros negros supermasivos afecta la evolución galáctica.