Las carreteras, esas arterias de asfalto que conectan ciudades, países y continentes, son fundamentales en el tejido de nuestra sociedad moderna, facilitando viajes y comercio a gran escala. Entre estas vías, destaca una por encima de todas: la carretera Panamericana, reconocida por el diario Expansión como la más larga del mundo. Esta ruta intercontinental, que se extiende desde Alaska hasta la Patagonia, abarca aproximadamente 48.000 kilómetros, uniendo casi todos los países del continente americano a lo largo de la costa del Pacífico. Su magnitud no solo la convierte en una obra de ingeniería impresionante sino también en un desafío para aquellos aventureros que se atreven a recorrerla.
La carretera Panamericana se divide en dos grandes secciones: el tramo norte y el sur, abarcando una diversidad geográfica y cultural asombrosa. Desde los fríos parajes de Alaska hasta el extremo sur de Argentina, esta ruta ofrece a los viajeros una visión única de las Américas. Conducir a lo largo de esta carretera es una hazaña que requiere alrededor de 236 horas de conducción sin interrupciones, una verdadera prueba de resistencia y determinación para completar el trayecto completo, que incluye diversos ecosistemas y climas.
Carreteras que cruzan continentes
Aunque la Panamericana ostenta el récord como la carretera más larga, existen otras rutas notables por su longitud y significado. En Asia, la Asian Highway 1 (AH1) se destaca como la más extensa del continente, conectando países desde Japón hasta Portugal y extendiéndose por más de 20.000 kilómetros. Asimismo, Australia’s Highway 1 se distingue por ser la carretera más larga dentro de un único país, trazando un camino que une todas las capitales estatales australianas a lo largo de 14.500 kilómetros, demostrando la importancia de estas vías para la conectividad y el desarrollo.
En Europa, la Europe Route E40 cruza el continente de este a oeste, desde la frontera china hasta el Canal de la Mancha, pasando por una serie de países que reflejan la rica diversidad cultural y geográfica del continente. Estas carreteras no solo sirven como ejes vitales para el transporte y la economía, sino que también son testigos de la historia, la cultura y los desafíos de las sociedades a través de las cuales pasan.
