El universo se expande. Desde el comienzo, desde el Big Bang, el universo va creciendo más y más y lejos de desacelerarse su expansión, está se va acelerando. Sí, una teoría dice que el universo acabará por millones y millones de planetas muertos, sin luz, sin vida, alejados infinitamente unos de otros.
Esta expansión acelerada era la teoría más extendida, una teoría demostrada gracias a las mediciones científicas que se llevan realizando desde hace décadas. Pero y si te dijera que existen formaciones ahí fuera tan colosales que han podido alterar, con su masa, nuestras mediciones y visión del cosmos.
¿Física relativista o física cuántica?
Esta velocidad de expansión se mide con la Constante de Hubble, que a su vez tiene distintas formas de ser medida. Una de ellas es a través de la observación de los objetos cercanos a nuestro planeta, calculando a qué distancia se alejan. Por ejemplo analizando supernovas distantes y midiendo el desplazamiento Doppler de la luz cerca de agujeros negros supermasivos. De esta forma, la velocidad marcada por los científicos es de 73 kilómetros por segundo por millón de parsecs (KM/s/Mpc). Sí, una verdadera burrada.
También se usa la radiación de fondo del cosmos para obtener esta medición. La forma de medir esta radiación del fondo cósmico de microondas es mirar lo más lejos posible, ya que es la única forma que conocemos de retroceder' en el tiempo. Las cifras que da este método son los 67 Km/s/Mpc.
Esta diferencia ha llevado a los científicos a cuestionar si realmente entendemos la estructura del universo en su totalidad o si nuestras observaciones están sesgadas debido a nuestra posición dentro de un supercúmulo galáctico como es la Vía Láctea. Un reciente estudio ha alimentado estas preocupaciones, sugiriendo que el problema del sesgo podría ser incluso más grave de lo que se pensaba anteriormente, lo que implica una revisión de nuestras teorías y métodos de observación. Amenazando una vez más la concepción relativista del cosmos que planteó Albert Einstein.
Prejuiciosos cósmicos
La realidad es que nuestro lugar en el universo no es un punto de observación neutral; estamos situados dentro de un cúmulo local de galaxias, lo que introduce un sesgo en nuestros datos astronómicos. Este sesgo es evidente en el desplazamiento hacia el azul observado en muchas galaxias cercanas, lo que sugiere que no es el universo el que se contrae a nuestro alrededor, sino que estamos ubicados dentro de un pozo gravitacional galáctico.
Aunque hemos sido capaces de contabilizar este sesgo, la existencia de la tensión de Hubble ha motivado a los astrónomos a investigar la posibilidad de influencias gravitacionales más allá de nuestro grupo local, con la esperanza de encontrar una explicación más completa para estas discrepancias observacionales.
La mala influencia de Laniakea
La atención se ha centrado en el Supercúmulo de Laniakea, la estructura gravitacional más grande a la que pertenecemos, abarcando más de 520 millones de años luz y conteniendo más de 100.000 galaxias, incluyendo nuestra propia Vía Láctea. Según indican los investigadores, estamos siendo atraídos hacia el corazón de Laniakea, y esta atracción podría estar sesgando nuestras observaciones de la expansión del universo.
Los investigadores han descubierto que el efecto gravitacional del supercúmulo en su totalidad introduce un sesgo en nuestras observaciones de aproximadamente un 2% a un 3%, pero en una dirección opuesta a la esperada. Este hallazgo significa que, al no tener en cuenta el efecto de Laniakea, hemos subestimado la tensión de Hubble, lo que indica que la discrepancia es en realidad más significativa de lo que se pensaba anteriormente.
Un nuevo parámetro en los cálculos
La posibilidad de que observaciones adicionales puedan modificar los resultados actuales no puede descartarse, pero está claro que no podemos depender únicamente del sesgo para resolver este enigma. Algo sutil y extraño está sucediendo en la dinámica del universo, y la solución no es obvia. Se requerirá un estudio mucho más profundo y detallado para comprender y resolver la tensión de Hubble.
El problema es que la teoría de la relatividad general de Albert Einstein ha sido un pilar en nuestra comprensión de los fenómenos a escala local, como el sistema solar y diversas regiones de las galaxias. Sin embargo, si se confirma que las leyes de la física tal como las entendemos necesitan ser revisadas o ampliadas para abordar fenómenos a escalas mayores del universo, esto podría tener implicaciones profundas para nuestra comprensión sobre el universo.
Esta posibilidad sugiere que la aplicación de la relatividad general podría no ser adecuada a escalas cosmológicas más amplias. Por lo tanto, podríamos necesitar desarrollar un nuevo marco teórico o modificar el existente para incorporar adecuadamente los efectos observados a gran escala.