Polyslash es un pequeño estudio de Cracovia (Polonia) que ha sacado este año We. The Revolution su segundo juego, primero en PC y después en consolas. El primer juego fue Phantaruk un survival horror "que no tuvo demasiado éxito ni financiera ni artísticamente", cuenta en polaco con voz tranquila Dawid Cislak, el director del estudio y del juego, mientras traduce sus palabras al inglés el productor de Polyslahs, Lukasz Blaszczyk, durante la presentación de la versión de Switch de We. The Revolution.
Que a Phantaruk no le fuera muy bien puso en riesgo la continuidad del estudio, que se debatió entre desarrollar Be a Ghost, un juego resultón en el que había que embrujar objetos para asustar a la gente o una propuesta menos comercial, We. The Revolution. Cislak optó por el camino más difícil y asumió ante los inversores la responsabilidad de optar por el segundo juego, ya que quería un título en el que destacase el aspecto artístico: "queríamos hacer un juego del que estuviéramos orgullosos", dice.
Un juez que decide siguiendo no solo la inocencia o la culabilidad del autor
En We. The Revolution el jugador encarna a un juez durante el periodo más duro de la Revolución Francesa y debe decidir sobre la inocencia o la culpabilidad de los acusados pero los datos que tiene inicialmente no lo dejan claro, así que hay que escuchar a las partes. Pero We. The Revolution no es tanto un juego de juicios a los Phoenix Wright como uno narrativo en el que tiene gran importancia la estrategia: quizás dejar libre a alguien aunque sea inocente puede enemistarnos con alguien importante, o que el acusado sea un héroe de la revolución y no sea tan fácil decidir. Esa lucha de influencias y ver qué decisiones son las más convenientes constituyen el meollo del juego.
El estudio quería también mostrar lo fácil que es manipular a la gente, que se puede lograr dando la información adecuada que una multitud actúe de forma determinada, o destruir la reputación de alguien. Y también hay un componente de suerte, con una tirada de dados que puede condicionar el futuro de un ciudadano: si ganamos conseguimos más influencia y si perdemos el fiscal puede sentenciar al siguiente acusado sin que podamos hacer nada por evitarlo.
Cislak narra que buscó para el proyecto a gente que no tuviera demasiada experiencia en el desarrollo de videojuegos pero sí que tuviera pasión y talento "porque la experiencia llega cuando empieza a trabajar, y quien lleva ya tiempo trabajando en videojuegos tiene una percepción negativa sobre el sector", de forma que incluso hubo una becaria artista 3D que tenía 17 años cuando entró en la empresa. Lo que sí buscaba el director era que el equipo aprendiera junto y se comunicara mucho entre sí.
Elegir el estilo del juego fue un proceso complejo. Inicialmente iba a ser pixel art pero tras varios meses de trabajo el estudio se dio cuenta de que mostraba a los personajes de manera demasiado simplificada de forma que costaba que los personajes trasmitieran la emoción que sentían y, al acercar la cámara, no quedaban bien.
La influencia de pintores clásicos en el estilo del juego
Así que el estudio decidió ir a por un estilo más complicado, un low poly elegante y depurado, y buscaron la inspiración en la pintura. El primer pintor al que miraron fue William Turner, y de él se quedaron con los colores "pero Turner pintaba sobre todo paisajes y nuestro juego se centra en la gente", explica Cislak. Así que volvieron la vista a Lucian Freud "que pintaba personajes y su fuerza estaba en pintarlos deformes. Logró encontrar belleza en lo imperfecto", añade el director del estudio. Pero entonces se dieron cuenta de que los personajes eran feos, y se dieron cuenta de que estaban categorizando a los personajes como buenos y guapos o malos y feos, y Polyslash quería investigar la gama de grises que hay entre el blanco y el negro en los 80 casos incluidos.
Entonces llegó Picasso. Cislak muestra un primer boceto de una figura inspirada en el pintor malagueño y reconoce que transmite la sensación de que se trata de un juego de miedo, pero sobre esa base trabajó el estudio hasta sacar el estilo de esa zona "porque nos preguntamos qué había detrás de cada personaje, como hacía Picasso", recuerda Cislak.
Un juez con alcoholismo
El protagonista es el juez Alexis Fidèle, y ese cargo da prestigio social pero no es fácil porque, a medida que avanza el juego Fidèle acaba preguntándose cómo afectan sus decisiones a las vidas de las personas que lo rodean. Tampoco es un personaje limpio y puro, sino que se trata de un juez con varias adicciones, entre ellas el alcohol. "Tiene un sentido distorsionado de la realidad", describe el director de juego, y en esa caída le guía su mentor, que fue rechazado por su familia por ser politoxicómano.
Los desarrolladores de Polyslash afirman que decidieron que el juego se desarrollase en la Revolución Francesa tras la crisis de inmigración de 2015 que generó numerosas tensiones sociales en Polonia. Esta situación les hizo pensar que el ser humano repite en su historia los mismos errores una y otra vez y es fácil de manipular y les recordó lo que debió ser la Revolución Francesa, con fuertes tensiones sociales.
Lo que no pretende ser We. The Revolution es un juego con fidelidad histórica, aunque sí cuenta con los referentes necesarios. El estudio leyó al principio una buena cantidad de documentación sobre la Revolución Francesa pero Cislak consideró que si consultaban a historiadores "la gente querría que creásemos una crónica en lugar de un juego", dice el director del juego.
We. The Revolution está disponible en PC y entodas las consolas. Al preguntarle por la experiencia de trabajar en Switch, Cislak afirmó que se centraron inicialmente en la versión para PC "porque necesitaban dinero "pero decidimos ir a Switch porque queríamosjugarlo en portátil. El juego es más cercano que verlo en una gran pantalla. Fue algo natural para nosotros", apunta Cislak.
