Hace un par de años llegaba a Europa un curioso juego de acción y rol producido por From Software, que destacaba por su ambientación típicamente japonesa y por unos preciosos gráficos. Pese a que las ventas no han sido muy elevadas, considerando que el público habitual de estos juegos –Japón- no es muy aficionado a Xbox, la compañía nipona se puso manos a la obra en una secuela que llegará en el mes de febrero a España. Afortunadamente, Atari, distribuidora de Sega (a su vez, distribuidora de From Software en Europa) en España, nos ha hecho llegar una versión preliminar en la que pudimos comprobar en qué cambia Otogi 2 y como mejora los fallos del original.
Otogi 2: Inmortal Warriors mantiene la ambientación en el Japón medieval, en un Japón feudal infestado de demonios con los que tendremos que acabar. Mantiene, también el estilo de juego del predecesor, combinando la acción "yo contra el barrio" con un toque mágico de juego de rol. La historia tiene lugar poco después que la de la primera parte, y el personaje protagonista de ésta, Raikoh, vuelve de entre los muertos para hacer frente a la amenaza demoníaca.
Esta vez no estará solo, ya que le acompañarán otros cinco personajes: La hechicera Seimei, responsable de su resurrección, y sus cuatro generales: Tsuna, Kintoki, Sadamitsu y Suetake. Cada uno de los seis personajes, como es habitual, tendrá sus peculiaridades, sus pros y sus contras, y de hecho en cada uno de los niveles se nos indicará cómo se adecuan al estilo y a las habilidades de cada personaje, entre los cuales podremos elegir durante todo el modo principal.
La variedad de personajes es un punto muy a favor de Otogi 2 al hacerlo más divertido, y de hecho el juego nos "obliga" a divertirnos, impidiéndonos jugar con un mismo personaje dos niveles seguidos, obligándonos de facto a familiarizarnos con al menos dos de los personajes jugables. El hecho de que unos niveles sean más apropiados para unos personajes que para otros no solo consigue que nos animemos a jugar con todos los personajes sino que también le da un cierto toque estratégico al juego, aunque muy ligero como podréis imaginar. El juego sigue una estructura bastante no lineal; en el modo historia para un solo jugador iremos abriendo grupos de niveles y afrontándonos en el orden que queramos, habitualmente viendo una secuencia cinemática al principio y al final de cada nivel que nos irá narrando la historia, y que cambia con cada personaje.
El sistema de juego es prácticamente idéntico al de la primera parte, con unos escenarios completamente destruibles, no importa el tamaño del objeto, lo cual le da al juego un toque de realismo y libertad pocas veces encontrado en otros títulos. Como en la primera parte, las acciones principales son los dos ataques (débil y fuerte), enlazables mediante combos, el ataque mágico y el salto; con los gatillos podremos enfocar a un enemigo (el izquierdo) y ejecutar un movimiento de carrera, lo que será vital para acabar con algunos enemigos que huirán de nosotros tras atacarnos. Los saltos varían según el personaje, estando algunos limitados y teniendo otros la habilidad de saltar indefinidamente (Suetake), dando lugar a fantásticas batallas aéreas que se vuelven muy bonitas y fluidas cuando combinamos el salto con el movimiento de Dash realizado con el gatillo R.
En Otogi 2 destaca, con respecto a la entrega anterior, la variedad de niveles. Siempre orientados a la acción, ésta varía desde hacer frente a hordas enormes de enemigos a enfrentarnos a menos, pero más poderosos e inteligentes, pasando por variaciones en las que por ejemplo tendremos que acabar con un número determinado de un tipo de enemigo. Destaca también la variedad de entornos donde lucharemos, desde parajes típicamente japoneses hasta bosques, pasando por catacumbas o lugares sacados de la imaginería infernal.
Otogi 2 no está, sin embargo, exento de algunos de los fallos que enturbiaban a su antecesor. La cámara sigue constituyendo un problema, no moviéndose automáticamente sino a nuestra voluntad, pero siendo muy lenta a la hora de enderezarse tras nuestro personaje. Un sistema de cámaras automático quizás habría causado más problemas, pero bien hecho habría mejorado –y hecho más dinámica- la experiencia de juego. Se trata sin duda de una de las asignaturas pendientes de los llamados "juegos de acción frenética", que también afecta a los mejores exponentes actuales del género como Devil May Cry o Ninja Gaiden.
El sistema de Lock-On, estrechamente relacionado con el de la cámara, tampoco es de lo mejor que se ha visto últimamente. Cambiar de enemigo fijado es complicado, e incluso a cierta distancia perderemos la fijación del objetivo, haciendo un tanto confusa e incómoda la acción; esto por otra parte nos obliga a atacar rápidamente al objetivo que nos habíamos fijado.
Más allá de estos defectos que ya tenía el juego anterior, Otogi 2 mejora con creces su precuela ofreciendo una variedad mucho mayor que el jugador agradecerá. Es cierto que a fin de cuentas todos los personajes se manejan igual y tienen pocas diferencias entre sí, pero a medida que vayamos haciéndolos evolucionar, cada uno destacará como mejor para alguna situación. La evolución de los personajes es un aspecto importante, y a medida que vayamos obteniendo experiencia nuestros personajes se harán más fuertes; esto quizás no sea suficiente para afrontar los siguientes niveles, ya que la curva de dificultad es ajustada pero siempre elevada, por lo que a veces habrá que rejugar las misiones.
Aparte de la mejora al estilo RPG, podremos obtener otros tipo de mejoras para nuestro personaje ya sea comprándolas u obteniéndolas en misiones especiales llamadas "Havoc", donde generalmente tendremos un límite de tiempo, una elevada dificultad, pero cuantiosas recompensas en el caso de lograr completar la misión, en forma de items exclusivos que realmente mejorarán a nuestro personaje.
A nivel técnico, Otogi 2 sigue siendo tan espectacular como su predecesor, con la salvedad de que ahora no resulta tan bonito al haber ya multitud de juegos a su nivel o incluso por encima. El hecho de poder destruir en tiempo real los escenarios (con preciosos resultados) sigue siendo algo que lo pone por encima de muchos de los exponentes de su género, pero por otra parte tiene pequeñas partes sombrías como eventuales ralentizaciones. El sonido, aunque doblado al inglés, es bueno; y no se espera un doblaje al castellano. Los que sepan inglés disfrutarán con las vistosas secuencias cinemáticas que cuentan con un buen doblaje a la lengua de Shakespeare, mientras que a los no tan expertos les pasará algo desapercibido.
En definitiva, estamos ante una interesantísima secuela de un juego que en su día quizás no llamó mucho la atención pero se hizo con cierta legión de fans que disfrutaron de lo lindo con su jugabilidad rápida y su lograda estética oriental-apocalíptica. Otogi 2 no cambia mucho de lo visto en la primera parte pero sin duda hace más variada –y con ello divertida- la experiencia de juego, aunque sin solucionar los fallos de su antecesor.