Final Fantasy VIII es, sin lugar a dudas, una de las entregas más divisivas de toda la saga. Uno de esos extraños casos que no suele admitir término medio y que causa tanto rechazo entre los jugadores como pasiones levanta, y lo cierto es que echando la vista atrás resulta fácil entender los motivos por los que ocurre esto.
La octava fantasía final fue un juego que apostó por la experimentación, por probar nuevas ideas y desmarcarse de todos sus predecesores, lo que derivó en multitud de mecánicas un tanto chocantes para el aficionado a los JRPG que, vistas en perspectiva, fueron muy arriesgadas y no siempre cuajaron del todo bien.
Por ejemplo, el hecho de que las magias pasaran a ser prácticamente objetos consumibles que teníamos que extraer de nuestros rivales fue una decisión muy polémica, especialmente si tenemos en cuenta que las podíamos enlazar para potenciar nuestras estadísticas, por lo que usarlas también significaba empeorar a nuestro héroe, animándonos así a que las utilizásemos entre poco y nada, a excepción de algunas extremadamente útiles.
También se introdujo un sistema que sincronizaba el nivel de los enemigos al nuestro, haciendo que subir de nivel fuese tan innecesario como contraproducente, ya que nuestros rivales se volvían mucho más letales, por lo que si evitábamos combates y aprovechábamos los enlaces de las magias más avanzadas, podríamos destrozarlo casi todo con gran facilidad.
Estos sistemas con los que se podía "romper" el juego y que iban tan a contracorriente de la filosofía de los JRPG de la época tienen multitud de fervientes defensores y detractores, dejando claro que se trata de una aventura muy especial y que, como mínimo, merece ser probada por todo el mundo por la rareza que supone.
Por suerte, Square Enix lanzará una remasterización el próximo 3 de septiembre con la que podremos revivir este clasicazo en las plataformas actuales, un estreno que nos ha pillado completamente por sorpresa, ya que la compañía perdió el código fuente del juego, así que han tenido que trabajar algo más en ella que en las de otras entregas.
Nosotros ya hemos tenido la suerte de probarla en su versión de Nintendo Switch y tenemos que admitir que nos esperábamos algo más, aunque tiene algunos detalles que nos han gustado y que se agradecen bastante.
Final Fantasy VIII en HD
Antes de que nadie se lleve ninguna sorpresa: Final Fantasy VIII Remastered es exactamente el mismo juego que pudimos disfrutar por primera vez en 1999, pero con gráficos en alta definición y algunos retoques en lo visual para adaptarlo a los televisores actuales.
Entre estos cambios destaca la enorme mejora que han recibido los modelados de los personajes principales y sus caras, como Squall o Seifer, quienes ahora lucen muchísimo mejor que antes y parecen más propios de un juego de 128 bits que de 32. Por desgracia, el resto no han corrido la misma suerte, lo que a veces produce algunos contrastes muy chirriantes entre nuestros héroes y los NPC o enemigos. Eso sí, los Guardianes de la Fuerza (las invocaciones) se ven de maravilla y el aumento de resolución les ha sentado genial.
Sin embargo, la peor parte se la llevan los escenarios, especialmente al explorar. Esto es algo que puede llegar a resultar más o menos comprensible si tenemos en cuenta que estamos hablando de fondos prerrenderizados, aunque no es excusa para la chapuza que se ha hecho con ellos, aplicándoles un filtro de suavizado que lo único que ha conseguido es emborronarlo todo y cargarse por completo todo el trabajo artístico que tenían detrás, pues os resultará imposible distinguir los detalles de sus diferentes elementos.
Lo que sí que nos ha sorprendido es que los escenarios también sufren un problema similar cuando combatimos, ya que en estos momentos son poligonales. Esto se debe a que sus desarrolladores no se han molestado lo más mínimo en retocar sus texturas para adaptarlas a la alta definición, por lo que se ven extremadamente borrosas y pobres.
Donde sí que hemos notado una mejora palpable es en las secuencias de vídeo generadas por ordenador. Estas se ven realmente bien, no han envejecido nada mal y nos dejan bien claro que han sido lo que más se ha cuidado junto con los modelados de los protagonistas.
Como era de esperar, también se han añadido las típicas opciones adicionales de este tipo de relanzamientos, como la posibilidad de aumentar la velocidad de juego x3, activar y desactivar los encuentros aleatorios y aumentar las estadísticas de nuestros personajes al máximo para volverlos invencibles.
Evidentemente, se ha mantenido la banda sonora original de la versión de PlayStation (cualquier otra cosa habría sido inadmisible), una auténtica maravilla repleta de temazos que nos darán constantes puñetazos de nostalgia.
Una remasterización poco cuidada
Tenemos que decir que nos ha sorprendido el pobre trabajo de remasterización con el que nos hemos encontrado, ya que el rediseño de los modelados de los protagonistas invitaba al optimismo, aunque los contrastes que se producen entre los personajes de alta calidad y los que no, y la extrema borrosidad de los fondos duelen demasiado. De todos modos, sigue siendo Final Fantasy VIII, para bien y para mal e independientemente de su apartado visual, así que si tenéis ganas de redescubrir esta odisea, el 3 de septiembre encontraréis una buena excusa para hacerlo.
Hemos escrito estas impresiones tras probar una demo de la versión de Nintendo Switch en la gamescom 2019.