Tras liderar con mano de hierro la competición de los juegos de fútbol en la pasada generación de consolas, con la llegada de PS4 y Xbox One los amantes del deporte rey esperábamos un gran salto de calidad en FIFA, tanto en lo gráfico como en lo jugable. Como nos decían sus creadores en algunas entrevistas, la potencia de PS3 y Xbox 360 se había quedado pequeña para ver mejoras sustanciales, en detalles tan importantes en un juego deportivo como las animaciones y la inteligencia artificial, y suponíamos que estas mejoras llegarían con la nueva generación.
Pese a no ser malos juegos, ni mucho menos, las tres últimas ediciones de FIFA en PS4 y Xbox One nos habían dejado un regusto amargo, porque no acabábamos de ver ese salto de calidad tan esperado, y sabíamos que estas consolas podían dar mucho más de sí. En un juego como este que no puede faltar a su cita anual, ya que es la gallina de los huevos de oro de Electronic Arts, un cambio tan radical no se puede hacer de un año para otro, y sin que lo supiéramos EA Sports llevaba tiempo trabajando en FIFA 17, el cambio más importante en la saga en los últimos años.

Ahora con Frostbite
Lo primero que llama la atención es el cambio de motor gráfico, y ahora usará el Frostbite, el motor gráfico de DICE que han terminado utilizando todos los estudios de Electronic Arts, que utilizan juegos tan diferentes como Need for Speed, Mirror's Edge Catalyst, Battlefield 1 y Mass Effect Andromeda. Queda claro que EA quiere aunar fuerzas y recursos al utilizar la misma herramienta de trabajo en todos sus estudios, y habrá que esperar a septiembre para ver la versión final de FIFA 17 y comprobar si este cambio ha sido para bien en todos los aspectos.
Ya hemos podido probar una beta, y hay evidentes mejoras gráficas en todos los aspectos, aunque algunos detalles concretos están un poco verdes todavía. Por ejemplo la iluminación es mucho mejor, más realista, sobre todo la nocturna, y los rostros de los jugadores son mucho más creíbles y detallados, incluidas sus expresiones faciales, y es una gozada comprobar el modelado de los futbolistas en las repeticiones y cinemáticas. Con la cámara habitual desde la que jugamos el cambio gráfico no se aprecia tanto (solo si jugamos de noche), y no esperéis una revolución visual cuando veáis los primeros vídeos de la jugabilidad, no vaya a ser que os llevéis una decepción.

En estos momentos se nota que queda mucho trabajo por hacer, y por ejemplo la textura del césped se ve mucho peor que en FIFA 16, algo que tiene que cambiar radicalmente de cara al producto final. Quizás lo que más nos ha gustado del nuevo apartado gráfico, además del modelado de los jugadores y sus expresiones faciales, son las nuevas animaciones y cómo interactúan los cuerpos de los jugadores entre sí, más convincente que nunca, pero explicaremos esto más en detalle cuando hablemos de las sensaciones con el mando.
En definitiva, está por ver todavía qué tal le acaba sentando a FIFA el cambio de motor gráfico, que es evidente que trae muchas mejoras, y sobre todo un agradecido soplo de aire fresco visual, que ya necesitaba la saga.