Históricamente hablando, el género de la estrategia siempre ha visto en el PC la plataforma idónea para su evolución, produciendo joyas electrónicas de teclado y ratón que rentablemente congregan a verdaderos profesionales del manejo de tropas. Gracias al éxito de la saga Total War, Sega y el estudio The Creative Assembly han sabido ganarse un hueco en el género a golpe de calidad, acercando al gran público adictivas propuestas nada mancas en innovación y de exquisita jugabilidad táctica.
Esta vez, el buen hacer del equipo australiano de esta prestigiosa desarrolladora centra sus objetivos por llevar su sello un paso más allá, sorteando un obstáculo que a menudo ensombrece este tipo de juegos a la hora de trasladarlos hacia otros sistemas. Es por ello, que Stormrise nace como un proyecto orientado a consolas como plataforma base, y por ende, con el reto bajo el brazo de aprovechar al máximo las capacidades de un mando en este terreno. Y es justo en este momento, donde la estrategia para el combate mira de frente hacia otra perspectiva.
Supremacía bélica
Como ya pudimos comprobar en su primera presentación, Stormrise presenta un mundo devastado por el fuego nuclear, dejando el futurista planeta poco apto para la vida, y repleto de rascacielos y edificios completamente destrozados. Sobre la superficie, los Sai se presentan como humanos que han sufrido mutaciones a consecuencia de la catástrofe, obligándolos a adaptarse a lo poco agradable del entorno y haciendo uso de sus alteraciones genéticas para orientarlas hacia el combate. Al otro lado del conflicto, los Echelon han progresado tecnológicamente bajo tierra, expectantes de poder emerger de las profundidades para así iniciar una cruda guerra por el dominio del maltrecho mundo.
Con una estética muy marcada, estas dos facciones harán gala de un armamento y metodología claramente diferenciada, tomando prestados los recursos disponibles que hayan podido abastecerlos con el paso de los años.
De esta forma, los Echelon contarán con robustos bípodes mecánicos, capaces de escupir balas a una velocidad vertiginosa y letal. En cuanto al resto de infantería ligera, las numerosas tropas de soldados también contarán con el apoyo de carros de combate y rápidas aeronaves que sobrevolarán las alturas.
De tecnología bastante menos avanzada de cara a la contienda, los Sai dejarán ver sus alteraciones como armas perfectas para la batalla. Así, las unidades de este ejército podrán hacer uso de un camuflaje óptico temporal, muy similar al visto en la película Depredador, y perfecto para colarse entre las filas enemigas y cortar algún que otro sentenciado gaznate.
Por su parte, las unidades pesadas de los Sai vendrán representadas por monstruosidades de un par de metros de altura, vulnerables en campo abierto pero terriblemente peligrosas en el combate cuerpo a cuerpo.

Claramente, las habilidades de ambos ejércitos marcarán un modo de juego distinto para alcanzar el mismo objetivo, capacidades que a su vez, deberemos ejecutar con una vista totalmente contraria a lo que nos tiene acostumbrados el género. Con ello, y retomando la promesa de aprovechar correctamente la funcionalidad de un mando para consola, Stormrise apuesta por unas batallas con un manejo 3D total, disparando así las posibilidades a la hora de jugar.
Esta decisión, permite centrar una cámara en tercera persona para cada combatiente o máquina de cualquier unidad, dándole un control mucho más preciso de su posición y de cual puede ser el movimiento más idóneo. Y es que aunque el mapa global de la situación siempre estará presente, el hecho de jugar con esta perspectiva para cada soldado nos permitirá apostar francotiradores sobre zonas elevadas, así como flanquear zonas hostiles a través de edificios demolidos y causar bajas tras las filas enemigas.