El pasado mes de diciembre pudimos jugar al inicio de Sly Cooper: Ladrones en el tiempo, el nuevo juego de la saga a cargo esta vez de Sanzaru Games, que toma el relevo de Sucker Punch. Es, para alegría de muchos jugadores, un auténtico juego de espíritu plataformero 3D, centrado más en los saltos, el sigilo o la exploración que en el combate directo, un punto a favor de quienes no se sienten cómodos con otros títulos "de mascotas" orientados a los tiroteos.
Hemos jugado más en profundidad de esta historia que tiene como hilo conductor los viajes en el tiempo. Bentley es un genio y construye una máquina para retroceder al pasado, pero por lo visto no es el único con acceso a esta tecnología, pues los éxitos de la familia Cooper están desapareciendo del Latronius Mapáchibus. Así que descubrir que trama el misterioso villano se convierte en una cuestión personal para Sly y sus amigos, que no dudarán en visitar peligrosas épocas históricas con tal de ayudar a otros legendarios miembros de la familia Cooper ante la debacle familiar que se avecina. Está en juego el honor de todo un linaje de ladrones.
La primera parada, tras lo que sería el tutorial, es el Japón feudal, del cual os contamos algunos detalles en las anteriores impresiones. El juego funciona mediante un sistema de misiones que tienen lugar en un mapa abierto, en el que podemos controlar a Sly, Murray, Bentley y cuando conseguimos desbloquearlo, al pariente de la época en la que nos encontramos –en el primer capítulo, Rioichi Cooper, un ninja experto en sushi-. También Carmelita tendrá su papel en algún momento. Cada uno de los tres protagonistas principales cuenta con grandes diferencias en movimientos y diseño de fases, y así por ejemplo Sly se decanta por sigilo y plataformas, Murray por acción –pero muy pequeña- y exploración, y Bentley suele protagonizar numerosos tipos de minijuegos o eventos originales. Es un juego muy variado que rara vez cae en la repetición de situaciones, sin duda Sanzaru Games ha entendido la filosofía de la serie tras su paso por la adaptación a la alta definición de la trilogía original. Ladrones en el tiempo podría ser un juego firmado por Sucker Punch sin problemas.
El punto de partida es siempre la guarida de los héroes, desde la cual se centralizan varios aspectos: objetos coleccionables –muchos, esto añadirá una tonelada de rejugabilidad-, adquisición de nuevas habilidades con el dinero conseguido, repetición de fases, minijuegos –incluyendo un básico ping pong- o la selección de personaje. Según avanzamos, hay diversos momentos en los que Sly se toma un respiro y se desbloquean misiones para Murray y Bentley que debemos completar –aunque el orden queda a nuestra elección-. Continuando donde lo dejamos en el primer contacto con el juego, Sly y sus amigos deben rescatar a Rioichi, secuestrado por el villano de este nivel –un tigre llamado oportunamente El Jefe-, lo cual implica infiltrarse en una prisión, un restaurante de sushi y una fortaleza muy bien protegida.
Más que la parte de plataformas, lo que sorprenderá a los desconocedores de la saga es la parte de sigilo, muy sólida y bien implementada en el ritmo de los niveles. La mayor parte de nuestros fallos los vamos a cometer por ser vistos por los enemigos más fuertes, una "muerte" instantánea causada por las alertas. Si ya esquivar los focos con rodeos, aprovechando los momentos de sueño de los guardas o utilizando disfraces le da emoción, más lo es que en muchas ocasiones debemos robar llaves u objetos de sus bolsillos. Sly puede dar buena cuenta de los enemigos débiles con su bastón, claro, pero la filosofía del personaje es mucho más silenciosa y como decimos, hay peligros más letales que una caída por un precipicio, no conviene jugársela con los soldados más grandullones.
Otra parte fundamental de Sly son las plataformas. Nuestro mapache es ágil y puede apoyarse en esquinas, cuerdas y cualquier punto sobresaliente del escenario iluminado de color azul. No sólo se trata de habilidad de saltos, al utilizar mundos abiertos –al menos, en los escenarios exteriores- también debes buscar el mejor camino hasta llegar al objetivo. Sly es un maestro del disfraz y, cuando consigue ropa apropiada, puede dar esquinazo a los soldados, aunque ello le suponga una limitación de movimientos. En el capítulo de Japón, la armadura de samurái le impide saltar y reduce su velocidad, lo que la hace prácticamente útil sólo como forma de despiste salvo por un detalle: te hace inmune al fuego. Esto tendrá un uso vital en las últimas misiones del nivel y contra el jefe final.
El desarrollo en las fases con Sly es una interesante mezcla entre habilidad y exploración del entorno para encontrar las mejores rutas, pero como todo, limitar la jugabilidad a esta mecánica podría acabar por resultar repetitiva y decantaría demasiado el juego por el sigilo –que podría no gustar a quienes esperan algo más clásico-. Por suerte, los secundarios dan esa variedad de situaciones intercalando misiones justo cuando se necesita cambiar el ritmo. No es fácil resumir el tipo de niveles que realizan Murray y Bentley porque dependen del contexto, pero por citar algunos, Murray se encontrará con minijuegos de pesca, secciones de trampas y hasta un juego musical al estilo Guitar Hero. Bentley no es el más apropiado para realizar saltos, por tanto sus misiones se centran en minijuegos de hackeo con arcades de disparos de vista superior, cámara lateral, controlando una esfera por un tablero mediante los sensores de movimiento o realizando una persecución con un coche de radiocontrol oportunamente disfrazado. Está claro que el núcleo de la jugabilidad recae en Sly, pero el juego no sería lo mismo sin sus compañeros.
En cuanto a los ancestros de Sly Cooper, en la primera misión tenemos a Rioichi, que en esencia viene a ser un cambio de apariencia de Sly con algunos movimientos de ataque diferentes. Su mayor diferencia es que, aunque carece de los disfraces de Sly, puede pegar grandes saltos dirigidos a puntos lejanos, llegando a lugares que nuestro clásico mapache no podría. En cualquier caso, jugaremos a todas las misiones de los secundarios para comprender de una manera más global los planes del equipo y cómo cada uno tiene algo que aportar para el éxito de la historia.
Tras diversas aventuras e indagaciones de lo que trama El Jefe, llega el momento de enfrentarse a él. Descubrimos entonces que Sanzaru Games se ha inclinado por un jefe a la antigua usanza, con rutinas de ataque que debemos memorizar, momentos en los que es invulnerable, realiza sus ataques y después baja la guardia. Como era de esperar, cuenta con fases según su vitalidad va disminuyendo, añadiendo más ataques o variando los que utiliza para subir la dificultad; también mezcla secciones de plataformas en una persecución mientras esquivamos bolas de fuego. No es un combate difícil porque se basa en aprender los errores, anticipar el siguiente ataque y tener paciencia para esperar el momento preciso en el que podemos actuar. En cierta manera sigue la filosofía de Sly: poca acción machacabotones y más estrategia. En nuestro análisis ya os contaremos si esta es la tónica habitual para el resto de jefes.
En esta ocasión hemos jugado más a la versión de PS Vita que a la de PlayStation 3. El guardado de partidas en nube funciona a la perfección e incluso desbloquea los trofeos en las dos versiones, es decir, que a diferencia de otros juegos multiplataforma, no necesitarás completar el 100% en las dos consolas. Jugablemente son casi idénticas, salvando que en Vita hace uso de algunas funciones táctiles, como el cambio de disfraz –pulsando un icono en la pantalla-, y tocar la parte táctil posterior muestra información de objetos conseguidos. También el mapa funciona de manera táctil.
A nivel gráfico en la portátil los modelados de los personajes han sido sensiblemente reducidos, al igual que el detalle general del escenario; la fluidez es algo inferior a la versión doméstica –no contamos con forma de comprobarlo, pero en Vita podría correr a 30 imágenes por segundo y en PS3 algo más-, pero ello no impide que sea uno de los juegos más destacables de ver en portátil por su amplio horizonte, algunos efectos de luz –los rayos solares tan de moda- y el apartado artístico. Para tratarse de una conversión –con las limitaciones que ello suele conllevar- es muy notable, eso sin olvidar que los compradores del juego en PlayStation 3 lo reciben de manera gratuita.
En la variedad está el gusto
Tras avanzar en Sly Cooper: Ladrones en el tiempo sólo podemos contar cosas buenas de él. Destila humor –y de mucha más calidad que el visto en la saga Ratchet & Clank-, tiene personalidad propia que lo diferencia de prácticamente cualquier otro juego de plataformas 3D y está repleto de minijuegos, coleccionables y profundidad –por ejemplo, personalizando las habilidades de los héroes-. No es tampoco un juego corto, el capítulo en Japón te llevará varias horas hasta que lo completes.
Esta esperada entrega estará disponible en Europa el 27 de marzo tras el último cambio de fecha en el lanzamiento. Todo apunta a que la espera habrá merecido la pena y, aunque llegue algo tarde –podría ser el último año de la actual generación de consolas-, PlayStation 3 y Vita tendrán un buen representante del género.