Los lectores más jóvenes quizás no sepan que en plena época dorada de las plataformas, a finales de los 80 y principios de los 90, los juegos protagonizados por personajes de Disney o inspirados en las películas eran poco menos que una garantía de calidad y éxito. Sí, de vez en cuando aparecía la excepción a la regla, como la adaptación de La Sirenita, pero por lo general Capcom, Sega o Virgin sacaron petróleo de los personajes más conocidos de la factoría de animación. Es por eso que cuando se anunciaron las remasterizaciones de dos clásicos, Castle of Illusion y Ducktales, nos encontramos ante sentimientos encontrados: el positivo, por ver dos joyas mejoradas y listas para ser descubiertas por las nuevas generaciones, y el negativo, el temor de ver estropeado el recuerdo con versiones poco respetuosas –no sería la primera vez que sucede-.
Por suerte, ambos remakes apuntan muy buenas maneras. Cada uno por su parte –Castle of Illusion es una revisión más drástica-, la opción de WayForward para actualizar Ducktales de NES ha sido la más conservadora y a la vez una de las más populares: recrear el juego mezclando gráficos 3D para los escenarios y animaciones 2D en personajes y enemigos. El resultado es una versión que se ve espectacular en una gran pantalla sin perder la magia original, además de no olvidarse de mejorar o ampliar aquello que hoy día se podría hacer, desde la jugabilidad, la historia o más incentivos para la exploración.
En esta ocasión hemos probado tres de las cinco fases del título, las dos de las que os hablamos en el E3 –el Amazonas y Transilvania- más la que tiene lugar tras un accidente de avioneta en pleno Himalaya. Sobre el control básico, poco más que añadir si has leído anteriores impresiones o has disfrutado del cartucho, pues no hay cambios: Gilito – Scrooge en la versión inglesa- salta para ascender por plataformas y esquivar peligros, y dispone de su característico bastón, capaz de utilizarse como un muelle saltarín con el que golpeamos a los enemigos o rompemos ciertos bloques. En posición estática también sirve para interactuar con cofres o desplazar algunos objetos. En NES el juego permitía jugar a las fases en el orden que deseásemos, y desconocemos si eso se mantendrá en el remake, ya que hay una pequeña historia y eso podría hacer que los niveles tuviesen un orden concreto.
Esta versión probada cuenta con el doblaje original y subtítulos en español. Hemos comprobado que en el texto los nombres se han mantenido como los recordamos en la serie que se emitió en España, es decir, Gilito McPato o sus tres sobrinos Juanito, Jorgito y Jaimito –aunque escuchemos claramente el nombre de Huey, Dewey y Louie-. Las breves secuencias de historia funcionan bastante bien gracias a la suave animación que se ha dado a los personajes, y aunque el argumento no deja de ser intrascendente, explican mejor lo que sucede a lo largo de cada nivel. El objetivo es el mismo que hace más de 20 años: Gilito quiere ser aún más asquerosamente rico y para ello debe encontrar una serie de joyas que sumar a sus arcas, lo que además de suponer un viaje por todo el mundo implica enfrentarse a peligros de todo tipo y enemigos clásicos, como los siempre desdichados Golfos Apandadores.
El diseño de las fases no es completamente lineal, pero no estamos ante un laberíntico "metroidvania", ni muchísimo menos. La fase en Transilvania consiste básicamente en encontrar a los tres sobrinos –el objetivo secundario que no estaba presente en el original-, secuestrados al inicio del nivel, para luego dar con la batalla final. Para ello debemos explorar la mansión y, si lo deseamos, abrir el mapa –una de las novedades- que indica los puntos en los que se encuentran los patos. Este mapa está accesible pausando el juego, de modo que aunque es un poco incómodo para utilizarlo constantemente, el hecho de no aparecer impreso en la pantalla evita estropear la partida a aquellos que quieran jugarlo guiándose de su instinto, que en realidad es como se debería jugar. Utilizarlo en desmedida, eso sí, hace que la dificultad descienda y el factor de exploración baje mucho atractivo. Esta fase incluye nuevas secciones con vagonetas al estilo montaña rusa en la parte exterior del edificio.
La fase en el Amazonas nos propone buscar el dorado cetro de una tribu del lugar. Primero repasaremos la jungla obteniendo una serie de monedas a la vez que luchamos contra la fauna autóctona: gorilas, abejas, serpientes arañas enormes y una flora agresiva –plantas carnívoras-. Una vez conseguimos todas las reliquias, vamos a un altar que indica el lugar donde se esconde el tesoro, que no es ni más ni menos que un templo repleto de más enemigos. Como en el original de NES, los mapas están repletos de joyas y cofres para aumentar nuestra puntuación final –que en este caso, simboliza dinero-. Para recuperar vitalidad habrá que conseguir pasteles y tartas, conviene no perder de vista estos objetos puesto que Ducktales, como la mayoría de títulos de la época, incluye plataformas que hay que superar de manera precisa o de lo contrario seremos golpeados por trampas o enemigos. A mitad del nivel hay una nueva parte en la que, colgados del helicóptero de Joe, pasamos una zona con plataformas y enemigos.
La tercera de las fases tiene lugar en la montaña del Himalaya. Además de otro nuevo tesoro, esta vez hay que obtener un artilugio necesario para arreglar el aeroplano del torpe Joe McQuack. Esta fase es sensiblemente más difícil que las dos anteriores y tiene particularidades, como suelos deslizantes por el hielo o superficies de nieve en las que no se puede rebotar con el bastón, lo que dificulta bastante eliminar a los enemigos. Antes del jefe final se ha añadido una sección sobre el aeroplano de Joe en la que nos enfrentamos con Isidoro Dorado, el archimillonario rival del protagonista.
WayForward no ha hecho un calco exacto del diseño de cada fase. Es idéntico al original en un 90%, incluyendo los enemigos y sus posiciones, pero ha añadido pasadizos secretos, objetivos secundarios que obligan indirectamente a explorar todo el mapeado, se han ampliado y/o mejorado secciones y los jefes ahora están mucho mejor planteados. Así por ejemplo tenemos al villano de la parte del Amazonas que en NES era sólo una estatua de piedra que se limitaba a desplazarse por la pantalla con algún ocasional salto: además de una mecánica un tanto pobre, no suponía ningún reto. Los desarrolladores ahora lo han convertido en una prueba mucho más interesante, con bloques móviles del escenario que surgen para intentar aplastar al viejo y rico pato.
Los cambios también afectan a los otros dos jefes vistos aquí. Mágica, la hechicera que encaramos en la mansión de Transilvania, ahora amplía sus rutinas con nuevos ataques con rayos horizontales y verticales. WayForward no sólo está haciendo una restauración magnífica, sino que hace más divertido y controlable el juego sin alterar la fórmula original. El yeti del Himalaya, que en el original tenía la misma altura que Gilito y su mayor peligro era la caída de bloques de nieve, ahora ha crecido a un tamaño inmenso –casi toda la altura de la pantalla- y la mecánica para derrotarlo está ligeramente modificada.
El trabajo gráfico está bien resuelto, los objetos 3D no destacan demasiado respecto a las animaciones y el efecto de la profundidad no es exagerado. Podríamos decir que la integración es buena, reinterpretando objetos del primer plano y en la mayoría de casos improvisando totalmente los fondos; no olvidemos las grandes limitaciones de los 8 bits que hacían que este juego careciese de paisajes detallados, siendo muchos de sus escenarios básicamente un color plano o un mosaico repetitivo. Probablemente ha sido un trabajo complicado para WayForward tocar lo suficiente como para dar sensación de remake completo y no tanto como para cambiar la ambientación o memoria de los jugadores, pero en nuestra opinión lo han conseguido, al menos en las secciones jugadas.
Nos ha sorprendido que la música del juego opte por remezclas de las canciones originales sin echar mano de música orquestal o grabación de instrumentos con mayor calidad. Efectivamente escuchamos sonidos midi muy similares a los que podría utilizar en las viejas consolas, pero simulando que corre en una plataforma con más canales que NES, quizás como las consolas de 16 o 32 bits. Y es curioso porque esperábamos encontrar en la introducción el conocido tema principal –uno de los más pegadizos que ha pasado por televisión- en su versión cantada. Donde sí encontramos más diferencias es en los efectos de sonido, voces y diálogos, interpretados por los actores oficiales de Disney –en inglés-, que hacen un trabajo magnífico, a la altura de la serie de televisión.
¿Ducktales? En mi pueblo se llama Patoaventuras
A tenor de lo visto en la versión jugada, DuckTales Remastered es un remake imprescindible para quienes disfrutaron el original o se lo perdieron en su momento. Es decir, para todo los jugadores que busquen un juego de plataformas a la antigua usanza.
Sólo vemos un punto negro que podría echar atrás a algunos jugadores: es un juego sencillo y algo corto de duración. Extrapolando el tiempo dedicado a los tres niveles, calculamos que en unas dos horas podría estar completado, que no exprimido. Desconocemos si habrá algún tipo de extras del tipo galerías de arte desbloqueables, tablón de récords online o más incentivos a la rejugabilidad que superar nuestra puntuación. En cualquier caso, si el precio se ajusta al contenido, va a ser difícil no resistirse a la tentación de volver a vivir las aventuras de estos carismáticos patos de Disney.