Análisis de DuckTales Remastered PSN (PS3, Xbox 360, Wii U, PC)
Donald no siempre ha sido el pato más conocido de Disney. Para toda una generación que creció viendo la televisión los fines de semana en los años 90 Gilito, Juanito, Jorgito, Jaimito, y todo el equipo de secundarios memorables que rodearon las historias de Patoaventuras/Ducktales son aún más carismáticos que el irascible pato que acompañó a Mickey en multitud de cortometrajes. No sólo por el contraste entre las generaciones de los héroes, liderados por la tercera edad, sino también por los guiones inspirados en aventureros tipo Indiana Jones que siempre dieron mucho juego en cuanto a localizaciones que visitar, enemigos de toda clase y elementos de magia o fantasía. Normal que en 1989 uno de los juegos más clásicos de Capcom se centrase en esta licencia de Disney y no en Donald, cosechando además resultados de ventas y críticas más que notables.
Como os comentamos en nuestras impresiones, Ducktales Remastered es un remake y algo más. La principal diferencia es el nuevo acabado gráfico, completamente rehecho para la alta definición con personajes y enemigos en 2D sobre escenarios 3D. La mezcla funciona bien, entendemos que algunos jugadores puedan pedir todo en 2D tradicionales para parecerse más al original, pero eso permite algunos efectos más llamativos, en especial en la fase tutorial con martillos que surgen del escenario para golpear en el primer plano.
En la reimaginación de los escenarios, es decir, el salto de patrones pixelados sin detalle a modelados 3D, han participado artistas de Disney - Mike Peraza, Rick Evans-, y eso es algo que se nota a la hora de transmitir un estilo coherente con la serie en ambientación y animaciones. Es además compatible en consolas con resolución 1080p, por lo que definitivamente nunca habías visto a los patos de Disney con tanta calidad.
Como se puede comprobar en los vídeos comparativos de Remastered y el original, la jugabilidad no ha sido alterada. El diseño de los niveles es prácticamente idéntico, mismos recorridos, mismos enemigos con sus ataques y posiciones, mismas trampas y todo lo que hizo de este juego tan recordado como para merecer un remake más de 20 años después. Donde más ha metido la mano WayFoward es en los jefes finales, a los que sí ha cambiado y muy positivamente, todas las rutinas de estos oponentes se han alterado con nuevos movimientos que los hacen mucho más interesantes, divertidos y variados. El ejemplo más destacado es el jefe final, que en NES sabía a bien poco como cierre del juego y ahora en cambio supone un buen reto con varios patrones aleatorios –entre los que se encuentra el ataque visto en NES-.
Ducktales Remastered utiliza la misma base que la idea original: Gilito debe obtener cinco tesoros de todo el mundo para incrementar su fortuna y de paso esquivar a rivales como Isidoro Dorado, Mágica y los Golfos Apandadores. Estas reliquias se encuentran en el Amazonas, el Himalaya, Transilvania, unas minas africanas y la mismísima Luna. Podemos elegir el orden de las fases sin problema e ir aumentando nuestra salud máxima gracias a unos cofres, normalmente ocultos, que se irán acumulando para el resto del juego –de modo que si una fase te da problemas, cosa difícil, podrías dejarla para más adelante-.
Dos novedades importantes: se ha añadido una fase a modo de tutorial al inicio del juego ambientado en el enorme edificio que contiene la fortuna de Gilito para aprender el uso de los rebotes con el bastón a modo de muelle saltarín, el ataque del pato para eliminar enemigos, así como otros movimientos entre los que se encuentra dar golpes a bloques para abrir cofres en posiciones elevadas –o dañar a oponentes en posiciones elevadas-. También en la recta final, antes del jefe, se ha creado un nivel nuevo que reúne las trampas o secciones más complicadas del juego, entre las que cabe citar las vagonetas y el salto entre cadenas –probablemente el único aspecto de la jugabilidad que se hace un poco duro de controlar-.
Los desarrolladores han hecho pequeños ajustes en los niveles como nuevas salas secretas –lugares accesibles tras paredes que aparentan ser sólidas- y una serie de mejoras en la jugabilidad que lo hacen más divertido para las nuevas generaciones –y ayuda a alargar su vida-. Una de estas es el control opcional para los saltos, con el que nos ahorramos pulsar la dirección abajo junto con el botón del bastón –esto ya lo hizo su secuela, Ducktales 2-.
Otra novedad es el mapa, una guía que indica el camino recorrido y los puntos clave en los que debemos recoger unos objetos o liberar a los sobrinos -cada fase tiene una de estas misiones antes de ir a por el jefe final- para obligar a explorar todo el nivel. No recomendamos hacer demasiado uso del mapa, la duración del juego se reduce abusando de él y se acaba convirtiendo en un paseo directo hacia cada objetivo. El diseño de las fases no es demasiado rebuscado, es fácil memorizar los niveles y orientarse sin ayuda extra. Si los niños de 10 años pudieron terminar el juego en su tiempo ¿no vas a poder ahora?
Tres de los niveles –Himalaya, Transilvania y Amazonas- fueron descritos en nuestra última de contacto. Las minas en áfrica es el nivel menos llamativo en cuanto a gráficos –es… una cueva, como se podría esperar- pero su dificultad está un poco por encima de la media –como la del Himalaya-, y eso es bueno. Piedras rodantes, saltos en el aire rebotando sobre enemigos que aparecen en el último segundo, vampiros y un inesperado jefe nos esperan al final de esta mina maldita repleta de diamantes.
En cuanto a la Luna es uno de los niveles más míticos del juego por su música, bien protegida por unos molestos enemigos de mochila voladora que se encargarán de perseguirte tanto en la superficie del satélite como dentro de una nave espacial, pulpos flotantes y unos alienígenas regordetes. En esta fase aparece brevemente Fenton y su alter ego, Robopato, que nos ayudará a entrar en el interior de la roca para dar con un queso verde de efectos secundarios imprevisibles.
WayFoward ha hecho otros cambios en la aventura al añadir breves secuencias de diálogo entre los personajes. ¿Necesario? Realmente no, estamos ante un juego de plataformas que no aspira a más que entretener, no a contar una historia, pero ya que se ha contado con las voces originales de los patos es una buena idea dar algo de contexto a lo que sucede en cada fase y recordar el mucho aprecio que tenía Gilito a su primera moneda, las travesuras de los sobrinos y Rosita o a ese torpe piloto, Joe McQuack.
Falla un poco que las cinemáticas tengan pocas animaciones variadas y los personajes no muevan la boca al hablar, se nota, como así ha comentado el estudio, que estas secuencias no estaban planeadas en un principio y fueron añadidas durante el desarrollo. También se ha rehecho el menú de selección de niveles, que ahora nos deja explorar un poco del despacho de la fortaleza del pato más rico del mundo, y eso incluye, sí, lanzarse a la caja fuerte y nadar en la piscina de monedas tal y como hacía en la serie. Su utilidad es cero patatero pero nos ha encantado.
El dinero recaudado a lo largo del juego mediante diamantes de diferente valor y tamaño tiene dos funciones en Remastered. La más relevante es la de desbloquear en la galería de arte ilustraciones de escenarios, personajes del juego, bocetos, material de los capítulos de animación e incluso música. Para comprar todos estos extras necesitarás más de una vuelta por todo el juego, así que es un buen incentivo marcarse como meta obtener estas reliquias y no olvidarse de Ducktales tras ver los créditos finales. El otro uso de los ahorros es el de figurar en mejor posición en los tablones de récords con varias categorías, como el dinero recaudado, menor tiempo en completar el juego o el número de veces finalizado.
En total, con las nuevas fases la duración del juego se amplía aproximadamente en 30 minutos extra, lo que hace que en nuestra primera partida nos lleve terminarlo en poco más de dos horas. Ducktales para NES era un juego no muy complicado ni difícil. Aunque se han hecho esfuerzos por exprimir su contenido al máximo, la duración es la que es. Aquí ya entra en juego nuestro ánimo por querer rejugarlo en más dificultad, subir puntuación y adquirir las galerías de arte. Ya en su momento se citó como puntos débiles que se trataba de un producto pensado más para los jóvenes de la casa –por su simpleza, no por la temática- y la breve duración, lo que no impide que siempre aparezca destacado en las listas de clásicos de la vieja consola de Nintendo o como el mejor de los títulos inspirados por Mega Man.
Conclusiones
Ducktales Remastered es un excelente remake: la jugabilidad queda intacta y lo que se ha modificado es para bien –había elementos que envejecieron mal y han sido retocados-, se amplía el contenido –aunque no sea un cambio enorme- y tanto los gráficos como la música –con opción de escuchar la original- han sido actualizados sin destrozar el trabajo original, un buen equilibrio entre modernidad y nostalgia. Pero hay dos pegas que objetar a este lanzamiento: su alto precio -13,99 euros- para tratarse de un juego que no es completamente original y que, pese a los cambios, los poseedores del cartucho original no van a encontrar novedades realmente drásticas salvando el lavado de cara.
Aunque la idea y el trabajo detrás de este remake es notable, habría ganado mucho lanzando una revisión de Ducktales y Ducktales 2 –una secuela mucho menos conocida que básicamente era una ampliación con nuevos niveles-, o incluso un hipotético Ducktales 3; WayFoward ha demostrado un buen trabajo con las nuevas fases y están plenamente capacitados para hacer una secuela oficial o por lo menos espiritual.
En resumen: un excelente juego, mejor remake y un precio un poco descompensado. Si eres un fan absoluto de Patoaventuras o del género hazte con él en cuanto puedas. De lo contrario, valora la rejugabilidad que pienses dedicarle porque eso debería ser decisivo en tu compra.