Raro es el juego que se pone a la venta últimamente sin una campaña con incentivos de reserva. Por lo general, estos no son más que pequeños extras descargables y a veces, en títulos online, nos garantizan el acceso directo a una beta multijugador. Pero con StarCraft II: Legacy of the Void, Blizzard ha querido ir un poco más allá y, además del acceso a su beta, la reserva nos permite acceder a Murmullos de Muerte, el prólogo de su campaña para un jugador.
Lo interesante es que gracias a esto podemos calmar un poco las ganas que tenemos de continuar la historia de la trilogía de StarCraft II mientras esperamos el lanzamiento de su prometedora conclusión, que tal y como se anunció previamente, se venderá como un juego independiente y no como una simple expansión, por lo que todo apunta a que vamos a asistir a un final por todo lo alto.
Como de su multijugador ya os hemos hablado varias veces, en estas impresiones nos vamos a centrar precisamente en este prólogo, donde ya hemos podido ver por dónde irán los tiros tanto a nivel argumental como de desarrollo de misiones.
Antes de nada, decir que consta de tres pantallas muy diferentes y que en dificultad normal pueden ser completadas en apenas una hora.
Aquí seguiremos los pasos de Zeratul, quien continúa en su búsqueda para descubrir la forma de acabar con Amon y evitar la extinción de la galaxia. Sus últimas investigaciones le llevan a un antiguo templo, aunque cuando está de camino recibe una llamada de auxilio por parte de una división de Protoss que están intentando rescatar a sus hermanos, quienes han sido aprisionados por los Terran.
Justo en este punto es cuando da comienzo nuestra primera misión, aunque no tardaremos en descubrir que Kerrigan también está por allí con su enjambre lanzando ataques continuados contra la base de los Terran. Ella no nos atacará... siempre y cuando no nos crucemos en su camino, por lo que la clave de este nivel consiste en avanzar evitando las rutas de ataque de los zergs, algo que no nos debería dar demasiados problemas, ya que esta se muestra claramente en el mapa.
Algo que nos ha sorprendido ha sido la ausencia de tutoriales, especialmente tras venir de Heart of the Swarm, donde estos se llevaron hasta el extremo, convirtiendo su campaña en una experiencia muy gratificante, pero demasiado guiada. Aquí directamente nos sueltan con unos pocos edificios y unidades, y nos dan libertad para que empecemos a construir nuestra base, a desarrollar tecnología y gestionar los recursos que tenemos disponibles sin que nos digan qué hacer en cada momento.
Por suerte, la misión no tiene una dificultad demasiado elevada y si nunca habéis probado a esta facción, os darán el tiempo suficiente como para poder organizaros y aprender su funcionamiento experimentando y leyendo (mecánicas de portales, invocaciones, pilones, etcétera). De hecho, los Terran y los Zergs están demasiado ocupados pegándose tortas entre ellos, por lo que apenas recibiremos ataques en nuestra base y simplemente nos tendremos que preocupar de ir investigando el mapa con nuestro ejército para rescatar a los prisioneros, aunque ojo, si Kerrigan destroza la base de los Terran fracasaremos la misión.
El siguiente nivel añade una mecánica nueva, ya que aquí no encontraremos ningún lugar desde el que extraer gas vespeno. Por suerte, el planeta se encuentra muy inestable y cada poco tiempo se producirá una erupción de este valioso recurso en determinados lugares del mapa, lo que nos obligará a asegurar dichas zonas para así poder beneficiarnos de este gas. Aquí entran también en juego las unidades aéreas y construirlas no cuesta precisamente poco vespeno, por lo que esta tarea de recolección se vuelve imprescindible y consigue aportarle un toque distintivo y de variedad respecto al resto de misiones.
Finalmente, la tercera pantalla nos llevará a controlar directamente a Zeratul y no tendremos opción de crear ni construir nada, por lo que simplemente tendremos que ir avanzando haciendo uso de sus habilidades y del apoyo que le suministran los acechadores que nos acompañan. Esta misión está destinada principalmente a que nos habituemos a las habilidades de este carismático Protoss, por lo que tendremos que utilizar su teletransporte para cruzar abismos y obstáculos, su escudo para protegernos y su golpe sombrío para acabar de un plumazo con los enemigos más poderosos.
Al no tener que dedicarnos a gestionar ni administrar recursos, todo se basa en el control de unidades, un tipo de misión que ya hemos visto varias veces tanto en Wings of Liberty como en Heart of the Swarm y que ayudan a aportar variedad con un ritmo de juego más frenético y orientado a la acción directa y sin complicaciones.
Lo cierto es que nos lo hemos pasado muy bien jugando este prólogo. Las misiones tienen un desarrollo muy ágil y la sensación de satisfacción que nos regalan cuando planificamos bien nuestros movimientos y somos capaces de cumplir los objetivos adicionales (que vuelven a hacer acto de presencia y están incluidos con mucha inteligencia) o alguno de sus logros extras (con los que tendremos que modificar nuestras estrategias para cumplirlos) es impagable.
Además, nos ha permitido echarle un rápido vistazo a algunos cambios interesantes que han sufrido los Protoss, como el hecho de que ahora los Centinelas puedan recargar los escudos de otras unidades, haciendo de ellos una unidad mucho más útil y con una labor de apoyo que puede salvarnos el pellejo en ciertas situaciones.
Como aperitivo, Murmullos de Muerte cumple su función perfectamente, ofreciéndonos una interesante revelación argumental y permitiéndonos disfrutar de tres misiones muy variadas y diferentes, lo que parece apuntar a que en la campaña del juego final no vamos a encontrarnos con dos pantallas iguales. Todavía nos quedan muchas cosas por descubrir, pero la guerra es ya inminente y los Protoss están preparados para cumplir su crucial papel en la batalla contra la extinción. ¿Lo conseguirán? Nosotros no podemos estar más impacientes por descubrirlo.