Un mundo abierto con distintos ecosistemas. Bases de enemigos. Coleccionables. Campamentos donde conseguir misiones y fabricar objetos. Materiales que recolectar. Armas de distinta calidad y rareza… Es una descripción que podría encajar en cualquier mundo abierto de Ubisoft, y por extensión, en casi todos los AAA del género. Avatar: Frontiers of Pandora, lo nuevo de los creadores de The Division, también encaja en ese molde. Pero el juego de Massive Entertainment logra, al menos en las dos horas que hemos jugado, que lo percibamos diferente. Y eso se debe a la importancia de la naturaleza y cómo afecta a casi todas las partes de la experiencia.
Un Na’Vi diferente en una Pandora rebosante de vida
Porque el valor principal del título es hacerte vivir una aventura con libertad en el interesante mundo de Pandora creado por James Cameron. Un universo que esta vez nos lleva a un territorio inédito, la Frontera Oeste, y en la piel de un personaje curioso que creamos con un editor. Bajo la premisa de "qué significa ser un Na’Vi", la historia sucede poco antes de los eventos de Avatar: El sentido del agua. Somos uno de los Na’Vi que la RDA, los humanos que saquean los recursos del planeta, secuestraron y educaron con sus valores. 15 años después de que la RDA se marche de Pandora, despiertas sin saber mucho del modo de vida Na’Vi, pero con un objetivo claro: hay que unir a las tribus para luchar contra la nueva invasión de la RDA.
Así se da pie a una aventura que nos lleva a explorar un mundo abierto variado, precioso y detallado, tanto en los bosques frondosos con árboles que rozan el cielo, como en las áreas pantanosas más lúgubres y las espectaculares zonas de montañas flotantes. Ese mundo es el protagonista absoluto, lo que da personalidad a este título.
Influye en cómo nos movemos: la vegetación no es simple decorado, sino que en primera persona trepamos por lianas, nos ayudamos de champiñones alienígenas para llegar más alto, nos balanceamos por ramas, y disparamos a flores extrañas para que se abran caminos, todo eso mientras nos movemos con la gracilidad y la velocidad propia de un Na’Vi.
Pero también hay vegetación que nos puede hacer daño al tocarla o al aspirar sus esporas, y muchas plantas que recolectar. He aquí otra diferencia que conjuga con el tono ecologista del título. Los frutos, que podemos identificar utilizando nuestros sentidos Na’Vi, no se cogen tan solo pulsando un botón, sino que hay que pasar por un sencillo minijuego, más complicado cuanto más calidad tenga la planta, que da fisicidad e importancia a esa acción. Es fundamental recolectar materiales para fabricar y mejorar armas y equipamiento, para cocinar y para ayudar a las distintas tribus al donarlos en sus campamentos.
Tradicional en estructura, pero con una visión original
A lo largo y ancho del mundo hay muchas actividades, como rescatar animales de soldados y mecas de la RDA, o ayudar a la vida salvaje que han recibido impactos de los humanos acercándonos a ellos sigilosamente. Muchos de los contenidos opcionales se basan, de nuevo, en la interacción con la naturaleza, como prestar atención al entorno para superar sencillos retos de plataformas que nos hacen llegar a unas plantas que aumentan la vida máxima, o un tipo de coleccionable que nos propone una especie de minijuego musical mientras nos rodea un paisaje precioso.
Por supuesto, no faltan los personajes, habitualmente en campamentos, que nos dan misiones secundarias, como una en la que tuvimos que investigar los gritos de una criatura que asustaban a los Na’Vi más pequeños. Ni tampoco echaremos de menos las bases de la RDA, zonas de minería y de polución que, al destruirlas, provocaremos que mute el paisaje alrededor: la contaminación dará paso a la vida, a que se acerquen especies animales y que surjan plantas que, quizá, nos hagan llegar a nuevos caminos.
Hay dos formas de dar con todos estos contenidos. Podemos jugar en el modo Guiado, es decir, en el mapa, en la interfaz, etc., se nos marcan los puntos de interés y los objetivos. Pero, como en Assassin’s Creed Odyssey, también hay un modo Exploración que nos hará descubrir todos esos lugares tan solo prestando atención a las descripciones e indicaciones facilitadas por otros personajes. Si esto último funciona bien, si es viable jugar así, si mejora lo visto en aquel juego de Ubisoft, las sensaciones que puede ofrecer este título quizá se acerquen más a las de un Zelda moderno o un Elden Ring que a las del enésimo RPG de acción en mundo abierto.
¿Más que un Far Cry de Avatar?
Incluso en el combate tiene su propia identidad. Es cierto que aquellos tráileres donde veíamos al Na’Vi disparando con rifles, escopetas y lanzagranadas nos hacían temer que Frontiers of Pandora fuera un Far Cry con skin de Avatar. Y sí, todo eso, además de granadas y otros utensilios, está aquí. Pero a la hora de atacar las bases enemigas, al menos en la misión principal que jugamos, la jugabilidad es diferente porque se prioriza el sigilo, el no ser detectado, ya que la potencia de fuego de la RDA es incomparable con la nuestra: sus bases están repletas de mecas, soldados armados hasta los dientes y torretas.
Podemos arrasar con todo meticulosamente, identificando previamente los peligros con la visión de Na’Vi y pertrechándonos con palos para crear flechas y las plantas necesarias para curarnos; la salud, por cierto, también se restaura automáticamente siempre y cuando tengamos energía, que se puede recuperar al alimentarnos con los platos que hayamos cocinado. Sin embargo, el diseño de niveles y de enemigos no motiva el enfrentamiento directo, sino aprovechar los conductos de ventilación y los distintos elementos de plataformeo para colarnos en el lugar sin ser detectados, y después boicotear las perforadoras y otros cacharros usando una herramienta de hackeo robada a la RDA.
Aun así, cuando toca disparar, ya sea con los arcos y con la cerbatana, o con los fusiles y las granadas, el juego es muy satisfactorio y vistoso. Gracias al imprescindible árbol de habilidades, podemos adaptar nuestro estilo de juego, inclinándonos hacia la acción directa o el sigilo, además de mejorar nuestras habilidades para la recolección, la caza, y por supuesto, las monturas.
Surcando los (espectaculares) cielos de Pandora
Otra de las misiones principales que pudimos disfrutar nos proponía hacer el ritual para que un Ikran, una montura alada, nos aceptase como su compañero. Se trataba de un desafío de plataformas y puzles de entorno ágil, espectacular y divertido, que nos dejó claro que, sin llegar a la satisfacción de un Mirror’s Edge, es una experiencia plataformera en primera persona muy entretenida. La misión concluyó, claro, volando en tercera persona con nuestro Ikran alrededor de las montañas flotantes y los bosques del planeta, y participando en una de las actividades recurrentes de Pandora: escacharrar unas construcciones voladoras de la RDA que debíamos hackear con un sencillo minijuego y volarlas por los aires mientras nos ocupábamos de los helicópteros que venían a defenderlas, usando para ello un combate aéreo sencillo, pero vistoso.
Hablando de vistoso, tenemos que volver, otra vez, a la naturaleza. Ayuda mucho al objetivo de la aventura de que nos preocupemos por el entorno, de que nos importe Pandora, su flora y su fauna; la excelente recreación del planeta. Se nota que es un juego exclusivo de PC y las consolas de última generación por la frondosidad y los detalles, por la iluminación, por los efectos meteorológicos y el ciclo de día y noche, por las animaciones de los animales, por la fluidez con la que se mueve un título donde todo es tan interactivo. Es un juego inmersivo, también en lo sonoro, y en parte, gracias a una interfaz diferente, más minimalista de lo habitual, que no señala directamente, sino que orienta.
Llega el 7 de diciembre a PC, PS5 y Xbox Series
Si Avatar: Frontiers of Pandora logra que percibamos su mundo diferente al resto durante la totalidad de la aventura, si consigue que el modo Exploración funcione correctamente, si continúa priorizando el sigilo sobre la acción más directa, si nos sigue maravillando con sus entornos y su vida, si articula una historia principal que motive a seguir explorando Pandora, y si profundiza en su plataformeo paulatinamente, probablemente el 7 de diciembre tengamos ante nosotros otro título sorprendente en un 2023 que va a quedar para el recuerdo.
Hemos realizado estas impresiones tras jugar a una versión preliminar para PC a través de streaming invitados por Ubisoft España.