Análisis de State of Decay: Year-One Survival Edition (Xbox One, PC)
Cuando el State of Decay original se lanzó en Xbox 360 en junio de 2013, la sorpresa fue gratísima. Un juego independiente del que pocos habían oído hablar consiguió plasmar una aventura de supervivencia que transmitía con éxito las sensaciones que habíamos visto en decenas de películas y libros. Las limitaciones de la consola y del presupuesto al que, suponemos, Undead Labs tuvieron que ajustarse dejaron un juego con problemillas técnicos, pero perfectamente disfrutable. Gran parte de estos problemas se solucionaron gracias a la versión de PC, y ahora, con State of Decay: Year-One Survival Edition, Xbox One pone su grano de arena para hacerlo un juego mejor.
Aunque comentaremos las mecánicas y diferentes aspectos de la aventura original, os animamos a que le echéis un vistazo al análisis de State of Decay para más información, ya que ahora vamos a poner particular énfasis en las novedades que se introducen en esta versión y los contenidos descargables, los cuales no hemos comentado previamente en Vandal.
Supervivencia de película... remasterizada
State of Decay: Year-One Survival Edition es un juego de supervivencia y aventura en tercera persona, el cual nos llega ahora remasterizado, actualizado, o como queráis llamarlo, a Xbox One (y también a PC) después de su paso por Xbox 360 (y también por PC).
Este título trae algunas novedades más notables y otras menos, pero sin duda todas ellas destinadas a mejorar la experiencia.
La idea de este juego es transmitir esas sensaciones que muchos vivimos en The Walking Dead, donde tenemos que formar y guiar a una serie de supervivientes que se ven acechados por un apocalipsis zombi. La experiencia va más allá de matar zombis, y uno de los pilares es la gestión del grupo y los recursos. Solos no podemos sobrevivir por la sencilla razón de que necesitamos descansar y que un segundo personaje tome nuestro relevo. Para esto, hay que tener otros supervivientes y conseguir entablar una buena relación con ellos, y para esto, a su vez, es necesario tener un "hogar" (o lo más parecido a ello).
Durante la aventura tendremos que estar constantemente explorando para progresar en la historia, descubrir a nuevos supervivientes y conseguir recursos y nuevos lugares para usar como bases. Es importante tener un buen equipo, no sólo para el combate, ya que si, por ejemplo, un cocinero se une a nosotros, el uso de la comida en nuestra base será más eficiente. Ser eficientes con nuestros recursos es importantísimo, ya que los necesitamos para ampliar nuestro hogar, para tener a todos los supervivientes contentos, y poder tener unos pilares más sólidos sobre los que crecer. Como veis, está todo conectado, y aunque al principio pueda parecer un poco tedioso o confuso, es fácil hacernos con las mecánicas.
Las expansiones
El primer contenido descargable o expansión, Breakdown, nace para satisfacer las necesidades de los jugadores que pedían mayores dificultades para sobrevivir una vez completado el juego original. Y vaya que si lo hace. Breakdown nos abandona a nuestra suerte para que intentemos sobrevivir, aunque complicando notablemente la tarea, con menos recursos, zombis más peligrosos y dificultad que aumenta progresivamente. Ahora sólo tenemos una máximo de seis supervivientes para acompañarnos, por lo que habrá que decidir con mucho cuidado a quiénes elegir, y los recursos se irán agotando hasta que tengamos que "mudarnos" a otra parte del mapa.
Este modo es "diferente" cada vez que jugamos, porque cada partida nos deja en una zona nueva, con un nuevo personaje aleatorio, o con uno de los héroes que podemos ir desbloqueando, los cuales tienen sus estadísticas y habilidades propias, algo que le da mucha rejugabilidad y nos anima a probar de nuevo tras cada fracaso.
Lifeline tiene mucho más de expansión que de contenido descargable, ya que nos ofrece una aventura totalmente nueva. En ella controlamos a la unidad "Greyhound One", un equipo militar que va a intentar frenar el ya imparable apocalipsis. De nuevo, el enfoque es similar, aunque esta vez vamos bastante mejor preparados. No os penséis que el arsenal militar nos va a salvar, ya que muchas veces la cantidad de zombis que nos aguarda conseguirá hacer que nuestras armas sean inútiles.
Las mecánicas ya conocidas se llevan a una ciudad que nada tiene que ver con el mapa conocido, mucho más urbana –con sus rascacielos y autopistas–, con zonas totalmente infestadas de zombis, con misiones nos obligarán a actuar más rápido y nuevos supervivientes. Si bien es cierto que no deja de ser una expansión y no tiene la escala del original, nos parece una adición muy acertada, que consigue ofrecer algo nuevo sin olvidarse del juego que es State of Decay.
El salto generacional
Undead Labs, los desarrolladores, prometen que se han introducido una gran cantidad de pequeñas mejoras y reajustes en lo jugable que son difíciles de apreciar, pero que hacen que la experiencia sea mucho mejor. Son ese tipo de novedades que, sin rejugarnos los dos títulos a la vez probablemente no notemos, pero os podemos garantizar que no hemos notado que nada haya ido a peor, ni mucho menos. Además, las nuevas armas, el nuevo vehículo, el poder desbloquear personajes de Lifeline en Breakdown, la grabación automática de los "mejores momentos", la nueva música o las nuevas misiones son más que bienvenidas.
Gráficamente, si venimos del de Xbox 360, el cambio será brutal. State of Decay: Year-One Survival Edition funciona a 1080p, las texturas tienen una resolución mucho mayor, la tasa de imágenes –de 30 imágenes por segundo– es mucho más estable, la distancia de dibujado es mayor y la iluminación se ha mejorado, así como las animaciones. Esto no quita que quede expuesta su naturaleza independiente, y que esté lejos de lo que se espera de un juego de Xbox One en lo visual. Además, sigue teniendo algunos problemas de popping –la aparición brusca de elementos en pantalla–, y caídas en el framerate en momentos puntuales, aunque no demasiadas.
Si venimos de la versión de PC, puede que nos decepcionemos un poco. La versión de Xbox One (que es la que analizamos, no hemos podido probar la nueva en PC) no tiene algunos de los efectos que hacían el juego más vistoso en ordenadores, como el desenfoque de movimiento, algo muy sencillo pero efectivo, y que le da esa apariencia nuevageneracionesca que echamos de menos.
En cualquier caso, si tenéis la versión anterior y queréis dar el salto, es recomendable pasar de PC a PC o de Xbox 360 a Xbox One, ya que podéis mantener vuestra partida guardada. Hacerlo es sencillísimo: sólo hay que subirla a la nube en la original y pulsar un botón en la nueva. Además, esto os permitirá obtener un 33 por ciento de descuento, algo que seguro que agradeceréis.
Un juego más que recomendable, una revisión con reservas
Si no habéis jugado a State of Decay y os gustan los juegos del estilo, ya estáis tardando en comprar State of Decay: Year-One Survival Edition, porque es una gran experiencia en solitario, y ésta es sin duda es la mejor manera de jugarlo (aunque sin penes). Por otra parte, no nos termina de convencer que visualmente, aunque mejora el de Xbox 360, pierda en Xbox One efectos que la edición original ya tenía en PC, y más cuando la consola de Microsoft puede dar mucho más de sí.
Tampoco pensamos que las novedades sean suficientes para que el jugador medio vuelva a comprar el juego, pero los fans más acérrimos que quieran seguir exprimiéndolo al máximo, pueden hacerse con él con un 33 por ciento de descuento. Los que no lo hayan comprado antes pueden adquirirlo por 29,99 euros, cinco euros menos que lo que cuesta comprar el juego original y sus dos expansiones, un precio razonable para las horas de entretenimiento que ofrece.
Es difícil valorar este State of Decay: Year-One Survival Edition. Como juego, siempre que entendáis que es un título independiente y tiene sus carencias (sobre todo audiovisuales), es una apuesta segura, pero como remasterización o como edición "juego de año" pensamos que había bastante más margen de mejora. Ahora ya sólo podemos dejar en la mano de cada usuario valorar qué hacer con su dinero.