Análisis State of Decay 2: Buenas ideas pero poca innovación (Xbox One, PC)
El primer State of Decay fue una gran sorpresa; un juego que en pleno apogeo zombi se las apañaba para conseguir ofrecer algo nuevo, divertido y muy bien diseñado, y que le dio a Xbox 360 un empujón en su recta final. Tras cinco años de desarrollo, Undead Labs ha lanzado finalmente la secuela, un juego que apuesta por la fórmula "si no está roto no lo arregles", para ofrecernos más supervivencia.
La muerte en cada esquina
State of Decay 2 es un juego de aventura y supervivencia en un futuro postapocalíptico donde los no-muertos pululan libremente por la tierra. Ambientado en Estados Unidos, nos lleva a controlar a un grupo de supervivientes en una constante lucha por explorar, llegar a nuevos terrenos, conseguir más recursos, conocer a nuevos compañeros y, lo que es más importante, sobrevivir.
La principal novedad es que ahora podemos jugar hasta con cuatro jugadores a la vez a través de internet, lo que hace la experiencia mucho más divertida, a pesar de que está limitadísimo. Para ser el multijugador la gran novedad, es una adición que se queda a medias y no explota la idea como debería. Por supuesto, sigue siendo perfectamente disfrutable en solitario, acompañados, si queremos, por la inteligencia artificial.
Aparte del componente multijugador, el núcleo de la experiencia es exactamente el mismo. Tenemos que encontrar asentamientos donde estar seguros y donde poder tener una enfermería, un taller, una cocina y demás necesidades básicas para sobrevivir. Tenemos una serie de supervivientes que cuidar, y cuantos más tengamos, más recursos necesitamos. Asegurarse de que están sanos y bien alimentados, se sienten seguros y útiles nos ayudará a mantener la moral alta.
Una moral alta, tanto grupal como individual, nos ayudará evitar conflictos internos. Y no es todo cuestión de recursos: hay que curar a los heridos y decidir qué hacer con los infectados… antes de que se conviertan en zombis. Tener un equipo más amplio, obviamente, también tiene sus ventajas. Tenemos más gente con la que podemos salir a hacer misiones, más gente que dejar en la base por si es atacada, más gente que pueden tener conocimientos necesarios para cocinar o cuidar el jardín… y nos da más vidas.
En State of Decay 2 hay permadeath, o muerte permanente. Es decir, si muere un personaje pasamos a controlar a otro, pero aquél muere para siempre. Obviamente, nos interesa tener a nuestros personajes vivos tanto tiempo como sea posible porque así, además, se hacen más fuertes, aprenden nuevas habilidades y se pueden especializar. Necesitamos también personajes fuertes que puedan convertirse en líderes para mantener al equipo unido. Es un concepto que funciona muy bien y está bastante equilibrado.
El componente de gestión es muy importante, pero creemos que está muy bien llevado y aporta mucho a la experiencia. No es sólo el decir "voy a crear esto" o "voy a curar a aquél", es también estar pendiente de los recursos que tenemos, los recursos que necesitamos y dónde poder conseguirlos. Explorar el entorno nos dirá dónde encontrar (en teoría, no es 100% seguro) determinados recursos, algo que se hace muy útil para no arriesgarnos a hacer expediciones poco útiles.
En esta aventura, podemos elegir inicialmente entre varias parejas de personajes, cada una con sus características. Al igual que el original, State of Decay 2 se desarrolla con una historia que sirve un poco de tutorial para ayudarnos a dar los primeros pasos. Una vez superamos las primeras misiones, tendremos que combinar la exploración libre con la historia y las secundarias, que nos servirán principalmente para conocer a otros personajes a quienes podemos comprarles objetos o, más adelante, añadir a nuestro equipo.
Es un juego enorme, con multitud de enemigos diferentes, que podemos jugar a nuestro ritmo y que recompensa al que piensa antes de actuar. Hay que elegir cuándo y hasta dónde hacer nuestras expediciones, a quién queremos llevar, qué recursos priorizar… También podemos elegir cuándo queremos hacer una misión principal y una secundaria, aunque encontraremos algunos eventos puntuales concretos.
Luchando por sobrevivir… en lo técnico
Una cosa que nos ha chocado un poco es que el rendimiento en Xbox One X es un tanto decepcionante. El juego se ve razonablemente bien y nos atreveríamos a decir que funciona a 4K nativo, pero esto no justifica lo pobre del rendimiento. El juego sufre para mantenerse a 30 imágenes por segundo incluso cuando no hay nada espectacular pasando en pantalla. Y sí, entendemos que Microsoft quiere que sus juegos funcionen a 4K y con HDR, pero como ya vimos con PlayerUnknown’s Battleground, priorizar la resolución no siempre es lo ideal. Tampoco hay modo rendimiento que ayude a paliar esto.
Hemos podido probar el juego en PC también, aunque no en demasiada profundidad, pero sí que parece que la optimización es correcta y funciona bien hasta en equipos modestos. Recordad que State of Decay 2 forma parte del programa Play Anywhere, así que podemos jugar en Xbox y ordenadores con Windows 10 manteniendo el progreso y con tan sólo una única copia digital.
En lo sonoro, la música, que aparece muy de vez en cuando, nos ha gustado, pero las voces no demasiado. Son bastante amateur, si bien entendemos que es un estudio sin los recursos de los grandes y seguramente han preferido invertir ese dinero en otros aspectos más importantes. El juego nos llega con textos en español latino y, por si acaso alguien tuviese alguna duda, puede jugarse perfectamente.
Si no está roto, no lo arregles
State of Decay 2 es un juego cuya fórmula sigue funcionando muy bien y la adereza con su modo cooperativo para hasta cuatro jugadores, si bien las limitaciones de este modo son más de las que nos gustarían. Habría estado genial que Undead Labs hubiese intentado ir un poco más allá e introducir algo que, a nivel de jugabilidad, de verdad te dé las sensaciones de una secuela, ya que apenas hay novedades en ese apartado. En cualquier caso, que salga a 29,99 euros (y, por supuesto, incluido en el Game Pass) ayuda a que se le perdonen algunas carencias.
Lo mismo sucede con el apartado audiovisual, que no ha evolucionado mucho (sobre todo si lo comparamos con el relanzamiento de la primera parte en One), lo que unido a que arrastra problemas con la detección de elementos y bugs menores, nos deja un sabor un tanto agridulce. Esto no quita que nos haya gustado mucho y que encontremos comprensible que el estudio no haya querido arriesgarse. A pesar de que la sensación de dejá vù es importante, esta aventura nos ha vuelto a absorber. Es un juego muy recomendable para los que disfrutaron con el primero o los que busquen una aventura de acción y supervivencia cooperativa.
Hemos realizado este análisis en su versión de Xbox One X con un código que nos ha proporcionado Microsoft.