Análisis de Need for Speed ProStreet (PS3, PSP, PC, Wii, Xbox 360)
Desde el lanzamiento de Underground hace ya cuatro años, la saga Need for Speed, que parecía moribunda hasta ese momento, se ha convertido en una de las grandes franquicias de los videojuegos, tras abandonar su enfoque de carreras tradicional y abrazar completamente la por aquella emergente, y ahora ya plenamente establecida, moda de la modificación de coches o tuning. Desde entonces han salido otras tres secuelas (Underground 2, Most Wanted y Carbono), todas ellas siguiendo una línea continuista con el tuning, pero cambiando elementos de forma más o menos radical respecto a la anterior entrega. Underground 2 cambió poco de lo anterior (abrió el mundo pero mantuvo el estilo), mientras que Most Wanted cambió mucho más, reintroduciendo persecuciones, y Carbono mantuvo más o menos la línea de éste sin cambios dramáticos.
Dos años después de Most Wanted, llega la hora de cambiar de nuevo la fórmula, manteniendo naturalmente la ambientación dentro del mundo de las carreras y las modificaciones de coches, pero abandonando las ciudades, las carreras ilegales y, más notablemente, los mundos abiertos, para volver a las carreras tradicionales, en circuitos, manteniendo, eso sí, varias modalidades. Algo que muchos de los fans de la saga lamentarán es que las persecuciones policiales han pasado de nuevo a mejor vida.
Otro cambio importante es la adición de daños en los coches, una de las ausencias más reseñables de los últimos títulos, que finalmente se ha implementado, y con gran acierto. El estilo de la conducción también ha cambiado, intentando un acercamiento a la simulación que se ha conseguido a medias, logrando, dependiendo del coche, mayor o menor realismo, pero no una coherencia en general a lo largo del juego.
Como comentábamos, la gran novedad de esta nueva entrega es que abandonamos las calles y la clandestinidad para pasar a ser Ryan Cooper, un corredor profesional con el objetivo personal de derrotar a Ryo, el más respetado corredor de este tipo de carreras, con el que tiene una cuenta pendiente. En anteriores Need for Speed la historia tenía un papel bastante importante, pero en ProStreet pierde cierto protagonismo; sigue habiendo secuencias cinemáticas y hay numerosas alusiones a Ryan, y a los diferentes corredores famosos en el circuito, en varios elementos del juego, como los diálogos de los comentaristas, pero ya sea por la nueva estructuración en campeonatos y jornadas de carreras o por el abandono del mundo abierto por los tradicionales menús, la historia no juega un papel tan importante, sino meramente testimonial.
El juego está organizado en campeonatos o "días de carrera", teniendo que ganar un número mínimo de puntos en ellas para superarlos y lograr la bonificación del campeonato, y así progresar por el juego. La organización de los días de carrera es bastante interesante al contar con una serie de eventos que no tenemos que superar al completo –solo hasta lograr los suficientes puntos-, y que podremos afrontar en el orden que queramos. Estos eventos son de las modalidades habituales en Need for Speed, desde las carreras tradicionales hasta los célebres eventos de cambios de marcha.
Las carreras tradicionales "Grip" nos enfrentan a otros coches en un circuito cerrado, a veces separados por grupos, y no precisan de una gran explicación. Contamos con un número de nitros limitados para aprovechar en el momento adecuado, y un requisito de vueltas, y ganará evidentemente el que primero llegue. También contamos con carreras contrarreloj, donde ganará el que haga el mejor tiempo por vuelta (corriendo con los otros coches al mismo tiempo, saliendo estos con varios segundos de diferencia), y otros donde tendremos que lograr la mejor velocidad máxima o media al pasar por una serie de puntos de control. Pero sin duda las pruebas alternativas que reciben mayor protagonismo son las de derrapar (Drift) y las de cambiar de marcha manualmente (Drag).
Las de derrapar han mejorado respecto a anteriores ediciones y ahora el juego es más permisivo a la hora de salirnos del terreno de juego; no perderemos puntos al salirnos del circuito, pero dejaremos de sumarlos. Las carreras Drag son marca de la casa de los últimos Need for Speed y en esta ocasión, claro está, no tendremos que esquivar al tráfico. Tendremos que cambiar de marcha en el momento adecuado, arrancar en el régimen adecuado de revoluciones, metiendo primera antes que el rival, y cambiar de marcha en el momento preciso para aprovechar la potencia de nuestro motor; hacerlo antes nos hará perder aceleración, y hacerlo más tarde nos hará romper.
También tendremos que aprovechar el nitro en el momento adecuado para lograr esos metros de ventaja –segundos, pues son contrarreloj- sobre nuestros rivales. Pero la novedad en este sentido es la introducción de un minijuego de calentamiento de neumáticos que ha sido vapuleado por la crítica, no sin cierta razón, pero quizás sí demasiado. Antes de cada carrera Drag tendremos que pasar por el trámite de un minijuego de calentar las ruedas, acelerando hasta llegar a cierto nivel, que cambia constantemente, obligándonos a aumentar y disminuir la presión sobre el acelerador. Dependiendo de hasta qué punto calentemos rueda, luego tendremos un mejor arranque en la carrera en sí. El problema es que los eventos Drag son a tres rondas, y tendremos que hacer este minijuego, en principio incluso divertido, tres veces por evento, lo cual es excesivo. Con una vez por evento habría sido suficiente.
El repertorio de coches y las modificaciones que podremos hacerles son tan variadas como siempre, especialmente en este último apartado, pudiendo aplicar a los bólidos modificaciones de rendimiento y visuales, que afectan a la aerodinámica. La característica autosculpt, para poder hacer partes a nuestro gusto, sigue presente y ampliada, y ahora tendremos a nuestra disposición un túnel de viento para probarlas; este último añadido no es demasiado útil, y sirve más que nada como reclamo, aunque es posible que en las siguientes entregas se potencie, tal y como ha pasado con el Autosculpt.
Además de modificar nuestro coche, podremos compartir nuestras modificaciones ("proyectos") en la red, con las consolas PlayStation 3 y Xbox 360. Los otros jugadores pueden ver nuestros proyectos y hacerlos suyos; es un buen añadido para la comunidad de videojugadores, que ahora pueden demostrar lo buenos que son modificando sus coches. Otro atractivo del modo online es la posibilidad de crear campeonatos a nuestro gusto, y retar a otros jugadores a participar en ellos, que además no tienen que estar conectados simultáneamente con nosotros. Hay también la posibilidad de comprar con dinero real (en Xbox 360) coches y partes.
A nivel gráfico, ProStreet resulta relativamente decepcionante. Luce bien, con un buen modelado de los coches y un buen sistema de daños –aunque lejos de juegos como Forza Motorsport 2-, pero adolece de un motor gráfico al que le falta optimización. Las ralentizaciones son frecuentes, y a veces afectan bastante a la jugabilidad. Hay detalles interesantes como una vista en tercera persona que, cuanto más rápido vamos, más se deforma, mostrándonos el coche como alejándose de nosotros, y distorsionando un poco la imagen cuanto más rápido vamos. Los circuitos también son criticables; hay una variedad simplemente correcta, pero les falta nivel de detalle y ambientación, acaban resultando un poco sosos.
Lo mejor es el modelado de los coches, sus daños y el sensacional efecto del humo, pero en otras facetas queda lejos de anteriores entregas, especialmente por el motor y por los escenarios. Por su parte, el sonido cuenta con un buen doblaje al castellano y unos FX excelentes, como es costumbre en la saga; el sonido de los motores está excelentemente representado para cada máquina, y se nota especialmente con un buen equipo de sonido conectado a nuestro televisor. La banda sonora es variada y acertada, con temas licenciados, como de costumbre.
Need for Speed ProStreet mantiene algunas de las características que han convertido a esta saga en una compra obligada para todos los aficionados al tuning, pero los cambios radicales que plantea respecto a las anteriores entregas no han logrado que en conjunto llegue a su nivel. Abandonar el mundo abierto y un componente de historia intenso para centrarse en las carreras tradicionales, apostando por una conducción más realista, ha sido un paso arriesgado, que podría haberse salvado con un acierto mucho mayor de haberse cuidado más el apartado gráfico, equilibrado más la jugabilidad y añadido más elementos que llenasen el vacío dejado por la ausencia de un mundo abierto y de una ambientación mucho más rica, que tenían los anteriores juegos.
ProStreet mantiene las carreras e intenta mejorarlas, pero ya no cuenta con la variedad de escenarios de anteriores entregas, lo que acaba haciendo que los circuitos se repitan, y se han eliminado detalles favoritos de los fans, como las persecuciones policiales. Para compensar esto tampoco se ha añadido nada nuevo. Mejoran, eso sí, el tuning y el juego online, incluyendo en esto último nuevas opciones como la posibilidad de compartir online tus proyectos. Parece como si le hubiese faltado tiempo de desarrollo para optimizar su motor gráfico y añadirle algo más de contenido, aunque sigue siendo la mejor compra para los aficionados a la velocidad en esta vertiente de carreras savlajes y modificación de coches. La gran incógnita es el camino que EA tomará con la versión del año que viene.