Análisis de FUEL (Xbox 360, PC, PS3)
Los videojuegos de conducción siempre han sido uno de los pilares fundamentales dentro del catálogo de una videoconsola, y las desarrolladoras lo saben. De ahí que aparezcan varias obras que enriquezcan el catálogo en el plano de la simulación, como Forza Motorsport 3 o Gran Turismo; en la modalidad arcade, como Burnout Paradise; o en la más desenfadada, con Mario Kart a la cabeza. Aún así, de vez en cuando nos sorprendemos con propuestas que se alejan un poco de lo visto anteriormente en el mundillo, innovando de una manera u otra en función de lo que la desarrolladora quiere presentar a sus fieles seguidores.
De esta manera nos encontramos con obras tan peculiares como Split/Second, un título que basará su atractivo principal en hacerle la vida imposible al contrario mediante el entorno, o, sin ir más lejos, el videojuego que hoy nos ocupa y que llega de la mano de Asobo Studios, empresa que ha estado más ligada a los videojuegos basados en películas que al género de la conducción. Bajo la sombra de Codemasters, la compañía francesa nos presenta un título que pretende hacer historia en el mundo de los videojuegos, y, en parte, lo ha conseguido. No estamos ante el juego que muchos querían, puesto que hay algunos aspectos que deberían haberse pulido antes del lanzamiento, pero lo que sí tenemos claro es que Fuel es un digno videojuego de carreras, con una innovación en forma de terreno más que latente, y que, sobre todo, encantará a los jugadores más dedicados del género.
¿Quién dijo que el calentamiento global era mentira?
Como la gran mayoría de títulos de conducción, Fuel carece de historia o trama argumental más allá de situarnos en un futuro cercano donde la escasez de petróleo y el calentamiento global han hecho estragos en una -gran- región de los Estados Unidos.
Gracias a estos dos factores, la sociedad ha decidido poner pies en polvorosa y abandonar sus hogares, puesto que el terreno desolado ahora es pasto de los corredores de carreras, quienes frecuentan los lugares más inhóspitos que puedas imaginar. Esta breve y concisa introducción no aparece dentro del juego, sino que se nos presenta en el mismo manual que acompaña la obra, dejando al jugador la única tarea que quiere sentir: conducir, competir y ganar.
Así pues, Fuel destaca en uno de los aspectos menos frecuentes en el mundo de la conducción, puesto que estamos ante un basto campo de 14.400 kilómetros cuadrados, algo que sin duda ha dejado huella en el mundo de los videojuegos (Record Guinness inclusive). Lo primero que haremos al comenzar el videojuego es descender del helicóptero encargado de transportarnos de un lugar a otro, dejándonos a nuestras anchas en este inmenso escenario. Nada más pisar el acelerador nos daremos cuenta de que tendremos pista para rato, ya que podemos estar horas y horas quemando neumático que el escenario parece no tener fin. De esta manera tendremos libre acceso a todo el mapa, cuya división está formada por distintos campamentos, con sus propias carreras, retos y secretos. Evidentemente no tendremos acceso a todos los campamentos desde un buen principio, sino que tendremos que ir desde lo más bajo hasta llegar a lo más alto, y sucede lo mismo tanto con los vehículos como con las posibilidades de edición del piloto.
Una vez tengamos la primera toma de contacto con el terreno y el vehículo, tocará entrar en alguna carrera situándonos en la línea de salida de la misma (el mapa será de gran ayuda para localizar los eventos) o desde el mismo menú del juego, que nos da acceso a todos los campamentos, carreras y retos que ya tengamos desbloqueados. Antes de comenzar la carrera podremos escoger el nivel de dificultad que irá ligado a un número de fuel determinado, si acabamos con éxito la carrera el preciado componente será nuestro, y nos permitirá comprar mejores vehículos para competir. A medida que vayamos completando carreras iremos ganando estrellas, que nos darán acceso a nuevos campamentos y eventos para batir las marcas que hayamos hecho.
Pero claro, una de las incógnitas más grandes frente a un terreno de tales proporciones es si será o no divertido correr las incontables carreras que propone el juego, o si de lo contrario la experiencia de juego se volverá más monótona con el paso del tiempo. La respuesta es sencilla: el juego es divertido en todas sus vertientes, pero quizá existe un elemento que puede manchar la buena imagen del juego: los retos. Asobo Studios ha decidido dotar al juego de una mayor variedad incluyendo en su obra una serie de retos para darnos un respiro entre carrera y carrera. El mayor problema de este modo de juego es que existen muy pocas variantes de éste, y en esencia, lo único que haremos en la mayoría es correr lo más rápido posible a la meta.
Uno de los más divertidos, por ejemplo, es conseguir llegar a un punto determinado antes que un helicóptero que nos lleva ventaja, haciendo uso de nuestra intuición aventurera para inventarnos atajos, sin restricciones ni checkpoints por los que hacer acto de presencia. Por contra, otros se rigen más por estructurar incontables puntos de control que nos añadirán unos segundos al marcador con el único fin de llegar a la meta en una especie de modo contrarreloj. Lo verdaderamente interesante del asunto es no centrarse en uno de los modos y jugarlos de golpe, si no ir variando entre carreras y retos para intentar evitar la sensación de agobio y de "hacer siempre lo mismo", elemento que por desgracia puede acabar con el videojuego en la estantería durante mucho tiempo. Además, por cada reto -y carrera- que completemos nos otorgarán una estrella para desbloquear los campamentos, así como más ropa y elementos para el conductor.
Una de las cosas más vistosas -y adictivas- de Fuel es la sensación de libertad que tiene el jugador nada más hacerse con el control. Dicha sensación está limitada, en algunos casos, a seguir una serie de mini objetivos dentro de la carrera, es decir, los puntos de control. En función de la carrera tendremos podremos decidir si hacer un uso continuado del GPS o si de lo contrario apagarlo y olvidarnos de él, algo que, en algunas ocasiones, es muy poco inteligente.
Cuestión de gustos
Que la variedad de escenarios está por encima de todo en la obra de la desarrolla francesa es algo que ya hemos contado con anterioridad. Lo que también hay que aclarar es que el juego cuenta con todo tipo de vehículos para asimilar los distintos tipos de terreno y eventos que existen dentro del título. Por un lado tendremos vehículos como los coches, ideales para hacer carreras a una velocidad vertiginosa en carretera, pero que lamentablemente queda completamente fuera de lugar en una carrera campo a través. Luego también tendremos viejos conocidos en este tipo de juegos, como los camiones, motos, buggies y los quads.
Como era de esperar, cada vehículo cuenta con un comportamiento en el asfalto -y el terreno en general- completamente distinto, lo que hace que la selección sea crucial si queremos completar con éxito la carrera. Cada uno, además, contará con diferentes ventajas e inconvenientes. Por ejemplo, no querremos tener un coche de velocidad o una moto en una zona pantanosa en la que perder unos valiosos segundos derrapando entre el barro, o incluso quedándonos atrapados en el lodo mientras los demás pasan de largo. Para ello, el juego se reserva a limitarnos los tipos de vehículo a escoger en cada carrera -no así en el modo multijugador-, por lo que más o menos siempre tendremos una idea de cómo va a ser la carrera antes de disputarla.
GPS vs. Intuición
Tener un terreno tan grande como el de Fuel implica que el jugador pueda perderse antes de hacer la primera curva del juego, por eso los desarrolladores han incluido un GPS bien integrado, que nos ayudará a tomar referencias a la hora de pisar el acelerador. La brújula, situada en el apartado superior de la pantalla, se verá complementada con unas flechas que aparecerán en el terreno indicándonos la ruta más adecuada en función del vehículo que llevemos en ese momento. Evidentemente el sistema no es perfecto, y está hecho adrede para que el jugador decida si seguir los majestuosos pasos del dispositivo o si, de lo contrario, hacer un poco más el loco y dejarse llevar por la intuición que corre por nuestras venas.
De esta manera nos encontramos con un debate bastante interesante y que, en parte, es donde reside la gracia de Fuel. ¿GPS o intuición? Está claro que el sistema de navegación nos ayudará en multitud de ocasiones a ver el camino entre la maleza, pero lo verdaderamente divertido es inventar nuevas rutas y ver cómo una idea disparatada -que puede ser, por ejemplo, saltar un pequeño precipicio a ciegas- puede dar unos resultados que ninguno de los demás participantes esperaba, pudiendo sentenciar la carrera en el último minuto.
A todo esto hay que sumarle un pequeño mapa que, situado en la esquina inferior izquierda, nos ayudará a ubicar las curvas y caminos transitables, así como los puntos de control de la carrera y demás. Lamentablemente en algunas ocasiones el mapa se nos antojará un poco pequeño, ya que la acumulación de jugadores puede hacer que no veamos con demasiada claridad lo que el radar debería decirnos.
Miles de kilómetros. Miles de carreras
Uno de los modos más potentes de Fuel es, sin duda, el modo multijugador, en el que tendremos la posibilidad de competir contra gente de todo el mundo en carreras para demostrar quién es el rey del combustible. Hasta 16 jugadores podrán participar en todas y cada una de las carreras disponibles que hay en el juego, seleccionando el vehículo que queramos mientras desvelamos poco a poco los atajos que descubrimos en el modo para un jugador.
La vertiente online no quedará ahí, sino que más allá de dejarnos disputar las numerosas carreras que existen en el modo principal, también tendremos la opción de crear nuestras propias carreras y de disputarlas con los amigos, de una manera muy sencilla, fácil e intuitiva. Las posibilidades, en este caso, son infinitas al contar con una explanada tan grande como la de Fuel, donde colocar los puntos de control y la meta no nos llevará más de cinco minutos. Podremos colocar hasta 32 checkpoints, aunque lo más divertido, sin duda, es poner el inicio y el final en polos opuestos del mapa y que los jugadores se busquen la vida para llegar lo antes posible.
La comunidad de jugadores tiene la posibilidad de crear un juego de carreras infinito, pues los 14.400 kilómetros cuadrados de los que hace gala el juego dan para incontables carreras, y más si tenemos en cuenta que nos llevará horas y horas descubrir todos los rincones que Asobo Studios ha puesto a nuestra disposición.
Muchísimo terreno, muchísima variedad
Técnicamente Fuel es una de las apuestas más arriesgadas dentro del género de la conducción. Como decíamos, traer un campo de proporciones tan grandes tiene su riesgo, tanto en materia gráfica como jugable, aunque los chicos de Asobo Studios han sabido llevarlo como es debido, pese a contar con algunos detalles que empañan lo que podría haber sido un resultado mucho más gratificante para el jugador. De esta manera nos encontramos con una representación muy digna de todos los escenarios que propone el juego, bosques tropicales, carreteras y urbanizaciones completamente desoladas, campo abierto... y eso es sólo una minúscula parte de lo que en realidad Fuel ofrece. Todo está bastante bien representado, incluso el trascurso entre el día y la noche es más que digno, con una puesta de sol bastante espectacular, todo sea dicho.
Por desgracia, en momentos puntuales el motor de la obra no aguanta el tipo, presentando varios errores típicos dentro de los videojuegos para guardar recursos, como el popping, que hace aparecer diversos objetos -pequeños, nada que afecte a la jugabilidad- a medida que vamos avanzando por el sendero o carretera.. También veremos como en -puntuales- ocasiones la tasa de imágenes por segundo desciende mínimamente, lo que puede presentar algún conflicto con la jugabilidad. Las físicas del juego están bastante bien, aunque nos hemos encontrado con alguna que otra incongruencia -sobre todo con los rebotes en los saltos grandes- que ha empañado la sensación de realismo.
Poco a poco y a medida que vayamos avanzando por el juego nos daremos cuenta de que el tema del calentamiento global también hace estragos en el videojuego, presenciando unas tormentas eléctricas, lluvias torrenciales e incluso tsunamis que más de un juego de aventura quisiera tener entre sus filas. La sensación de descontrol en este tipo de eventos, el roce del viento y la sensación de estar conduciendo a contracorriente es muy buena, experimentando un feeling que de buen seguro contentará a los usuarios más dedicados. Otro de los aspectos negativos de la obra son los tiempos de carga que presenta el juego, aunque completamente comprensibles si tenemos en cuenta la cantidad de material que tiene que dibujar la consola (la distancia de dibujado es muy grande), así como los cálculos para mostrar todos los elementos en pantalla correctamente.
Pese a todo, la apuesta de Asobo Studios luce bastante bien, podrían haberse perfilado un poco mejor algunos aspectos para hacer la experiencia de juego mucho más atractiva de cara al usuario, pero el conjunto global aprueba con nota, nota que por desgracia no comparte el apartado musical del título, cuyas melodías demuestran que un juego frenético sin una banda sonora a la altura puede hacer que más de uno decida apagar los altavoces y poner un CD de su banda favorita.
De hecho, la banda sonora de Fuel es un conjunto de canciones genéricas que lamentablemente no están a la altura de lo esperado, abusando demasiado de la guitarra eléctrica y la batería con unas composiciones que no le dirán nada a nadie. Es incomprensible como en un videojuego de este calibre no se ha optado por realizar una banda sonora con los temas más influyentes de la última década, como ya han hecho títulos como Burnout Paradise o Pure, la majestuosa apuesta de Disney y Blackrock Studios en el mundo de los off road. Así pues, nos quedamos con unas piezas muy discretas que los usuarios de Xbox 360 no tardarán en sustituir por la música que albergue su disco duro, opción que viene de serie con la videoconsola, aunque lamentablemente la apuesta en PlayStation 3 no permite el cambio de música.
Se acabó el combustible
Fuel abre la puerta a lo que podría ser el inicio de un nuevo género de conducción, donde las carreras simples y predeterminadas no tienen cabida alguna, para así dejar al jugador libre elección sobre los caminos que quiera -o no- seguir. La apuesta de Asobo Studios ha entrado con buen pie dentro del mundo de los videojuegos, aunque hay algunos aspectos, sobre todo en lo referente al tema audiovisual, que podría haber jugado mucho más a su favor. La variedad de los retos se hace escasa y la apuesta de un mundo abierto en pos de carreras determinadas puede no llegar a gustar a los jugadores más dedicados. Pese a todo, estamos ante un buen título de carreras, que dará horas y horas de diversión a todos aquellos fans de las carreras alejadas de la simulación sin demasiadas pretensiones. Tienes todo un mundo por el que conducir, multitud de elementos atmosféricos que harán que te abroches el cinturón antes de meter la llave en el contacto. ¿Te lo vas a perder?