Análisis de Fable III (Xbox 360)
Tras levantar unas exageradas expectativas con la primera parte, y dejar satisfecho a casi todo el mundo con la segunda, Lionhead Studios y Peter Molyneux vuelven a la carga, tan solo dos años después, con Fable III, una tercera parte continuista en algunas cosas con la anterior, pero que cambia muchas otras. El mundo de Albion sigue siendo el mismo de siempre, manteniendo algunas de las localizaciones del segundo juego, pero avanzando unos años la época. Si Fable II nos situaba en una especie de edad Moderna, pre-industrial, de este reino de fantasía inspirado en Inglaterra, esta tercera parte da el salto a la época industrial y, controlando al hijo del protagonista de anterior juego, tendremos que llevar a cabo una revolución para acabar con el rey Logan, el tirano que domina el reino.
Han pasado 50 años desde que nuestro padre salvase a Albión de su fin, y el reino ha cambiado mucho desde entonces. Aunque sus partes más periféricas conservan todavía ese estilo agreste y místico de anteriores juego, la capital, Bowerstone, es ahora una ciudad industrial, y parte de su paisaje está ocupado ahora por fábricas y otras industrias que fabrican productos. La máquina de vapor se ha instalado en sus puertos, y el modo de vida está cambiando para los ciudadanos, que además se ven agobiados por el estado policial de un rey injusto y opresor. Abunda la propaganda oficial llamando a la unión para la fuerza del país, advirtiendo a los ciudadanos que o se portan bien o serán decapitados (behave or behead, en inglés), y otros mensajes en carteles que homenajean a la propaganda política de extremos de hace dos siglos.
Nuestra misión, como descubriremos en las primeras horas de juego, será convertirnos de nuevo en el héroe que Albión necesita. Ya no como reino amenazado por las fuerzas del mal, sino como sociedad en peligro por culpa de un tirano. Pero es este componente de sociedad lo que entra precisamente en juego como novedad en esta nueva entrega. En anteriores juegos de Fable, nosotros éramos el héroe y teníamos que acabar con la maldad que amenazaba el mundo. El populacho y sus diferentes caciques podían interactuar más o menos, pero daban igual a fin de cuentas. En esta ocasión, todo el sistema de avance del juego, a medida que realizamos aventuras y otras acciones, está determinado por los seguidores que iremos obteniendo.
Como os hemos contado en anteriores ocasiones, el sistema de evolución de personaje de Fable III está mezclado o solapado con el avance a través del juego. Para poder derrocar al tirano, el rey Logan, tenemos que completar un sendero de progreso, que el juego muestra en una pantalla aparte (una especie de "otra dimensión") como metáfora. Se trata de un camino sinuoso que nos lleva al castillo del rey, atravesado por puertas que no podemos abrir hasta conseguir un determinado número de seguidores. A medida que abramos puertas, más cerca estaremos de nuestro objetivo final: convertirnos nosotros mismo en el rey (y, si queremos, tirano).
El juego, por lo tanto, carece de un sistema de experiencia o niveles al uso, sino que todo lo que hagamos nos granjeará seguidores. Evidentemente el juego tiene una serie de misiones "de la historia", que tendremos que ir completando de manera lineal o, al menos, de forma escalonada, y todas estas misiones nos ofrecen un número de seguidores como recompensa. Pero también tendremos que realizar todo tipo de misiones paralelas, de aventurillas extra, o de interacciones sociales, que también hará que ganemos seguidores para nuestra causa. El sistema ético, en el que unas decisiones son buenas y otras malas, sigue presente, pero los seguidores acaparan la mayoría del protagonismo del sistema de evolución del personaje.
Mata a unos lobos que te encuentres por el camino y ganarás seguidores, estrecha la mano de un viandante de un pueblo cualquiera y, no solo le caerás mejor, también ganarás seguidores. Da dinero a los pobres y ganarás seguidores. Y, por supuesto, hay todo tipo de misiones secundarias, opcionales, pero algunas de ellas las tendremos que cumplir por la inevitable necesidad de ganar seguidores para seguir avanzando, o para conseguir algo. En este sentido, y aquí destripamos una mínima parte de la historia de juego, es buen ejemplo lo que nos pide el primer "cacique local" al que intentamos convencer para nuestra causa. Primero, que consigamos un objeto de poder en una aventura. Segundo, que venzamos a unos mercenarios que le molestan. Tercero, que convenzamos a un pueblo de que comparta su pan. Las dos primeras misiones las cumpliremos con el método tradicional, espada, pistola y magia, pero para la tercera no tendremos más remedio que ganarnos el "corazón" de ese pueblo realizando misiones que nos encarguen sus habitantes.
Algunas de las misiones secundarias tienen muy poco que ver con lo que esperamos de Fable, y es en cierto modo una forma de meter obligatoriamente en el juego algunas partes opcionales de Fable 2 que muchos usuarios ni siquiera experimentaron por falta de interés. Esta faceta está bastante presente en todo el juego. Obligarnos a probar una cierta mecánica, como la de trabajar, y permitirnos exprimirla si queremos en el resto de la aventura, pero no de forma obligatoria. El juego te enseña puertas, te las abre y te obliga a asomar la cabeza; nos obliga a conocerlas, pero no a pasar horas en mecánicas que no nos convencen.
De este modo, tras una serie de misiones lineales en las primeras horas de juego, el mundo de Albión se abre ante nosotros para que lo exploremos y lo aprovechemos de la forma que más nos guste. Podemos conseguir seguidores de muchas maneras y, salvo al principio, no estaremos necesariamente obligados a ganar esos seguidores con mecánicas jugables que no nos entretengan. Éste es uno de los aciertos de Fable III, descubriendo todas sus posibilidades al principio y luego dejándonos la libertad de decidir si las queremos aprovechar.
Algo parecido ocurre con el sistema de evolución del personaje, que por supuesto funciona con seguidores. A medida que abramos diferentes tramos de ese camino al reinado que hemos comentado, iremos descubriendo cofres a ambos lados del sendero. Estos cofres, que se abren gastando seguidores, nos dan acceso a nuevas facetas del juego y nuevos poderes. Los de la izquierda tienen que ver con opciones de interacción con el mundo, como por ejemplo la posibilidad de casarse, nuevas expresiones sociales, poder comprar negocios... el juego nos da la posibilidad de "comprar" o no estas opciones, sin obligarnos a usarlas. Más interesante para el jugón de toda la vida es el lado de la derecha, con mejoras en armas cuerpo a cuerpo, a distancia y magia, y otros extras para todo el apartado de combate. Jugando normal, no conseguiremos los suficientes seguidores para comprarlo todo, así que es una cuestión de elegir entre un estilo u otro de juego, o de esforzarse en conseguir más seguidores para poder tenerlo todo. De nuevo la libertad para que el jugador exprima el juego al máximo, o vaya al grano y derroque cuanto antes al rey Logan.
El sistema de combate y de armamento ha sufrido algunos cambios. El control y el estilo general de Fable 2 se mantiene, contando con un botón para el ataque cuerpo a cuerpo, otro para los ataques con armas de fuego, y otro para la magia. Como en el anterior, tenemos asignado a cada ataque un arma (o hechizo), y podemos combinar los diferentes movimientos entre sí, ya sean pulsaciones cortas o ataques con carga. El sistema sigue funcionando bien y recompensando la sincronización, pero en situaciones con muchos enemigos en pantalla, resulta a veces un tanto caótico. Si en la segunda parte era toda una novedad en el género de los juegos de rol, en esta tercera parte este sistema ha envejecido, por así decirlo, y se echan en falta algunos cambios que lo acerquen más a un juego de acción como Darksiders. La cantidad de armas se ha reducido, y en cambio se ha cambiado por un sistema de evolución de cada tipo de arma que tenemos. Contamos con una única espada o un único rifle, pero estos irán evolucionando de una u otra forma dependiendo de nuestras acciones éticas y de nuestra forma de combatir. Una novedad interesante.
Que la fórmula no resulte tan fresca como en el anterior juego no significa que haya perdido esa capacidad de absorbernos y sumergirnos en el mundo de Albión. Fable 3 sigue estando repleto de esa magia que Lionhead Studios supo dar al anterior, con un mundo lleno de posibilidades para los jugadores, siempre salpicadas de ese toque de humor británico y con un punto absurdo, y además en esta ocasión todo está mejor organizado y el juego es más accesible, tanto para los jugadores que solo quieran vencer al malo como para aquéllos que quieran exprimir todo el jugo que puede dar Albión. La parte del juego "sorpresa" es aquella que viene después de nuestra toma de poder. Ahora somos nosotros el rey, y deberemos tomar decisiones difíciles. No dura mucho, pues la mayor parte del juego es nuestro ascenso hacia el poder, pero es algo por lo que merece la pena jugar a Fable 3.
A nivel gráfico Fable 3 es muy continuista respecto a la segunda parte, tanto en estilo visual como en calidad gráfica. El problema es que han pasado dos años, y el juego no resiste tan bien la comparación con los actuales exponentes gráficos de Xbox 360. Sigue contando con mundos llenos de detalles, un diseño artístico excepcional, como de cuento de hadas, y cientos de detalles originales y sorprendentes, pero el acabado gráfico está lejos de impresionar en los tiempos que corren, y el motor tiene algún que otro fallo, como generación repentina de texturas o partes del escenario, y alguna que otra ralentización (incluso en los minijuegos de sincronización).
En sonido, en cambio, el juego vuelve a brillar tanto en banda sonora como en efectos de sonido, tanto los de las armas como los del mundo en general, que contribuyen a dar a Fable III esa ambientación de cuento de hadas corrupto por los avances tecnológicos. El doblaje al castellano está a un gran nivel también, no solo por Carlos Latre en el papel del mayordomo; todos los actores están a un gran nivel, los momentos de drama suenan dramáticos, los numerosos momentos de humor tienen el tono adecuado, y en combinación con la excelente banda sonora completan un apartado sensacional.
Aunque no es una continuación tan revolucionaria como supuso Fable 2 respecto al primer juego, Fable 3 da una vuelta de tuerca más a la fórmula del anterior, mejorando aquellos aspectos que no convencieron a todos los jugadores y, sobre todo, intentando complacer a todo tipo de usuario, para que nadie se vea obligado a repetir más de un par de veces una mecánica que no le guste. Así, entre la inmensidad de opciones y posibilidades que tiene el mundo del juego, al jugador se le ofrece en una bandeja de plata lo que más le guste. Aunque gráficamente ya no luce tan bien, y el sistema de combate ha envejecido considerablemente en estos dos años, sigue siendo una gran aventura y un juego único, pero ha perdido parte del impacto de Fable 2. Muy recomendando para los que disfrutaron con la segunda parte, y para los nuevos en la saga que quieran probar un juego de rol diferente a lo que están acostumbrados.