Análisis Yoshi's Crafted World, otra divertida aventura de Yoshi (Switch)
Se ha hecho de rogar un poco más de lo esperado, pero tal y como suele ocurrir con los juegos de Nintendo, cuando hay un retraso suele ser por un buen motivo. En este caso no ha sido otro que el de garantizar la calidad de Yoshi's Crafted World, la nueva aventura de nuestro dinosaurio favorito, y os podemos asegurar que la espera ha merecido la pena, pues ha dado como resultado un título muy divertido y ameno al que cualquier amante del género debería de echarle un vistazo.
Videoanálisis
¡Yoshi!
Como ya sabréis si habéis seguido su desarrollo, volvemos a encontrarnos ante un juego de plataformas bidimensional muy centrado en la exploración y en la recolección de secretos y coleccionables que hace gala de un ritmo lento y pausado que nos invita a investigar hasta el último recoveco de cada nivel.
Para ello, podremos saltar, impulsarnos y mantenernos levemente en el aire, atrapar enemigos y objetos con nuestra lengua y, evidentemente, lanzar huevos a modo de proyectil, por lo que os sentiréis como en casa a poco que hayáis jugado alguna de las aventuras anteriores del personaje.
Como novedad, el apuntado a la hora de disparar nuestros huevos es completamente manual. Esto quiere decir que cuando vayamos a lanzar alguno, podremos mover la mirilla con total libertad por la pantalla para colocarla en el punto exacto que queramos, algo que no es un cambio casual, ya que responde a una cuestión de diseño al permitirnos estampar nuestros proyectiles contra objetos y enemigos que se encuentren en planos de profundidad distintos del nuestro.
De hecho, aunque se trate de un título 2D, a nivel jugable es más tridimensional que nunca y tendremos que fijarnos muy bien en todo lo que veamos, tanto en el fondo de los escenarios como en primer plano, ya que estos suelen esconder un buen puñado de secretos e incluso mecanismos que necesitaremos para avanzar y abrirnos camino.
Lejos de quedarse en una mera anécdota, esto es algo que se utiliza de forma activa y que consigue potenciar enormemente la exploración, aumentando la interactividad con el entorno hasta un nuevo nivel para hacer mucho más dinámico y divertido el desarrollo de la aventura, ya que ha permitido a Good-Feel idear nuevas maneras de esconder coleccionables y crear situaciones jugables únicas.
Una divertida y variada aventura
Y esto nos lleva a hablar de otro de sus grandes puntos fuertes: su diseño de niveles. Al igual que en Yoshi's Woolly World, se ha apostado por crear fases totalmente diferentes en las que siempre nos presentan nuevas mecánicas, lo que da lugar a un título variadísimo y sorprendentemente equilibrado.
Las hay de todo tipo: centradas en el plataformeo puro y duro, en resolver puzles, en la exploración, en la acción, etcétera. Es un juego que hace todo lo posible para evitar que nos aburramos y que nos regala momentos realmente buenos e incluso sorprendentes.
Si bien comienza un poco flojo, no para de ir a más y cada pantalla es mejor que la anterior, alcanzando un punto muy dulce justo a partir de la segunda mitad, donde nos encontraremos con las pantallas más originales, creativas, desafiantes y divertidas.
Tan pronto estaremos dando saltos con poca gravedad que intentando escapar de una casa encantada resolviendo puzles y consiguiendo llaves al más puro estilo survival horror (enemigos invencibles y capaces de eliminarnos de un solo golpe incluidos), infiltrándonos en una fábrica evitando activar las alarmas como si fuésemos el propio Solid Snake, luchando en una batalla naval o escapando a toda velocidad del esqueleto reanimado de un dinosaurio.
Y estos son solo unos poquísimos ejemplos de todo lo que os espera. Por lo general, funcionan muy bien y saben hacer un uso muy ingenioso de los escenarios y de la nueva mecánica de apuntado para esconder coleccionables en sitios lógicos. La parte negativa la tendríamos, tal y como hemos comentado, en los primeros mundos. Sin ser malos, sí que resultan un poco más irregulares que el resto, con mecánicas un tanto sosas y poco inspiradas, pero que, por suerte, nunca llegan a aburrir.
Rara vez alcanza la excelencia de los mejores del género, pero el nivel suele ser muy alto, dejándonos con un producto totalmente disfrutable y recomendable. Además, no es nada corto y si queremos hacernos con el 100% vamos a tener que echarle un buen número de horas.
¡A por el 100%!
Llegar a los títulos de créditos es una tarea que no nos llevará más de ocho horas, pero hay tantísimas cosas por hacer que la cifra se puede disparar perfectamente a las 30 y 40 horas si lo que buscamos es conseguirlo todo.
A los típicos coleccionables de siempre (flores sonrientes y monedas rojas), tenemos que sumarles una serie de misiones secundarias que nos invitarán a rejugar pantallas en busca de ciertos elementos del escenario que podremos recoger a huevazos. Tampoco podemos olvidarnos de los niveles reverso, donde deberemos jugar cada fase desde el final hasta el principio de la misma y con la cámara situada en el lado contrario, lo que nos dará una nueva perspectiva de nuestro entorno con la que podremos ver cosas que antes no eran visibles.
Más allá de esto, cuando juguemos en el reverso tendremos dos objetivos adicionales: llegar al final en un tiempo determinado y encontrar a tres poochitos, cambiando así la dinámica habitual para ofrecernos fases con un ritmo más frenético y movido. Por supuesto, la cosa no acaba aquí, ya que tras finalizar la aventura aguardan más sorpresas de las que no os podemos hablar por motivos obvios, algunas de ellas realmente agradables y desafiantes.
Hablando de desafíos, tal y como podréis suponer, llegar hasta el final es algo muy sencillo que no debería suponer un gran problema para nadie, aunque todo cambia en el momento en el que nos proponemos hacernos con el 100%, lo que nos requerirá, además de explorar concienzudamente cada rincón y cierto nivel de habilidad, llegar hasta la meta de las pantalla con nuestra barra de vida al máximo.
Las fases que hemos conseguido hacernos al completo en nuestra primera pasada se pueden contar con los dedos de una mano, ya que lo más habitual suele ser que se nos escape alguna flor o moneda roja que nos obligue a volver a intentarlo. Estas suelen estar muy bien escondidas, así que los más completistas encontrarán aquí un reto muy interesante y estimulante.
Un precioso mundo artesanal
En lo que respecta a su apartado gráfico, tenemos ante nosotros uno de los juegos más bonitos y cuidados en lo artístico de la consola. Esta vez nos moveremos por un mundo hecho con materiales caseros, como si fuese una maqueta que un niño ha construido para jugar con sus juguetes, algo que se aprovecha de innumerables formas para crear todo tipo de originales estructuras y diseñar niveles muy imaginativos.
El nivel de detalle de los escenarios es increíble, incluso enfermizo, modelando una ingente cantidad de pequeños elementos que es perfectamente posible que nunca lleguemos a ver o solo lo hagamos durante muy poco tiempo, como bien demuestran las fases reverso. Se trata de un título en el que cuesta avanzar sin pararse cada pocos pasos a apreciar todo lo que vemos en pantalla y fijarnos en cómo se ha realizado todo. Simplemente espectacular.
Todo esto es también posible gracias al buen uso que se ha hecho del Unreal Engine 4, dejándonos así con unos modelados realmente buenos, texturas logradísimas, unas animaciones que son una auténtica delicia para la vista y un rendimiento a 60 imágenes por segundo ejemplar. La resolución es variable, aunque siempre se las apaña para mostrarnos una imagen nítida y limpia en sobremesa.
La parte negativa la tendríamos en el difuminado de los fondos, una decisión totalmente consciente e intencionada (de hecho, a veces se usa para esconder secretos), aunque no nos termina de convencer al impedirnos disfrutar por completo de su fantástica dirección de arte. Aquí también hay que señalar que en portátil la resolución se resiente lo suficiente como para emborronar un poco la imagen. No es nada grave, pero si queréis recrearos con su apartado audiovisual, os recomendamos que juguéis en sobremesa siempre que podáis.
Finalmente, llegamos al punto más oscuro: su banda sonora. Nos resulta imposible de comprender que un juego tan trabajado y con un diseño artístico tan mimado haya descuidado tantísimo su apartado musical, hasta el punto de poder llegar a estropear la experiencia.
De las 20 canciones que componen su banda sonora, la inmensa mayoría son ligeras variaciones de su tema principal, una composición machacona, estridente, molesta y con un loop cortísimo que nos martirizará a lo largo de toda la aventura, salvo contadas excepciones. Lo peor es que ni uno solo de sus arreglos consigue que suene mínimamente decente, por lo que queda claro que no se han esforzado mucho. Al menos, los efectos sí mantienen un buen nivel y son variados y reconocibles.
Conclusiones
Yoshi's Crafted World es un juego de plataformas muy recomendable: variadísimo, divertido, ameno, entretenido y con mucho contenido para cualquiera con ganas de completarlo en su totalidad. Una pena que falle tantísimo en su banda sonora, aunque siempre está la opción de bajar el volumen y escuchar algo que nos resulte más agradable mientras jugamos. Sea de un modo u otro, si os gusta el género, no deberíais dejarlo escapar.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.