Análisis Kaze and the Wild Masks, un buen plataformas clásico (Switch, PC, PS4, Xbox One)
El género de las plataformas (así en general) está resucitando, lo cual a muchos de nosotros nos parece una situación fenomenal porque siendo honestos y en generaciones recientes, lo cierto es que era un estilo de juego que apenas gozaba de trascendencia. Por fortuna, todo ha cambiado gracias al empuje de sagas que han regresado con toda la fuerza del mundo como Crash Bandicoot, Ratchet and Clank o los propios Super Mario, Donkey Kong y Sonic, por citas varios ejemplos. Un buen cúmulo de clásicos renovados a los que se han ido uniendo una amplia cantidad de obras de todos los estilos que, finalmente, han dado forma a un gran resurgimiento. Y uno de estos últimos títulos en potenciar el género es Kaze and the Wild Masks, una obra del estudio PixelHive que, sin llegar a sorprender en ningún apartado, nos ha parecido una producción plenamente disfrutable.
Tal y como suele suceder en la inmensa mayoría de los juegos pertenecientes a este género, el argumento es meramente funcional y casi sirve como mera excusa para trasladarnos hasta la exótica tierra de Carrotland, localización donde tiene lugar toda la aventura. Resulta que como consecuencia de una especie de maldición asociada a un anillo, el pobre conejito Hogo así como una amplia cantidad de verduras (¿?) pasan al lado oscuro, por lo que le toca a la buena de Kaze solucionar dicho entuerto.
Una historia sencilla que va transcurriendo a lo largo de diversas escenas de estáticas… sin texto ni conversaciones que llevarse a la boca. Pero bueno, en este tipo de propuestas lo más importante tiene que ver con todo lo que está relacionado con la vertiente jugable, algo que se ha cuidado mucho más.
Saltos increíblemente vistosos en 2D
La estructura que pone en liza el título es muy simple. A lo largo de diversos mundos bien diferenciados (y a los que vamos a parar a través de un curioso vehículo volador) debemos ir superando las diferentes fases que se encuentran en todos ellos. En total existen más de 30 niveles de un tamaño razonable, los cuales son bastante lineales pero esconden diferentes coleccionables que les aportan más vidilla. De todos ellos, destacan dos portales ocultos por nivel que nos transportan a las típicas fases de bonus en las que debemos acabar con un número determinado de enemigos o recoger una especie de cristales (que vienen a ser las monedas de los juegos de Super Mario, los lums de Rayman, etc.). Y como ya estaréis sospechando, lo suyo consiste en recopilar todos ellos para superar cada zona al 100%, algo que insufla bastante rejugabilidad a la aventura y que, también, aumenta un tanto el nivel de desafío, dado que en general no es una obra especialmente complicada de finalizar, aunque afortunadamente tampoco es un paseo.
El diseño de los niveles va de menos a más, y si bien no gozan del nivel de perfección de los actuales referentes del género en materia de plataformas 2D, sí que nos han parecido lo suficientemente variados y divertidos como para que merezca la pena llegar hasta el final. Y para ello es necesario sortear los consabidos jefes finales que se encuentran al término de cada mundo, enfrentamientos que siempre añaden algo de picante al asunto, aunque tampoco son los más épicos que hemos disfrutado nunca en un título de este estilo. En general es necesario afirmar que no hay nada que sorprenda ni que llame la atención especialmente en su vertiente jugable, pero la mecánica funciona realmente bien en su conjunto y además esconde una característica que, sin ser excesivamente novedosa, tiene su gracia: las caretas que puede ir empleando la protagonista.
En ciertos niveles, Kaze puede cambiar su aspecto gracias al poder que la otorgan unas máscaras mágicas que, además de modificar su aspecto físico, la proporcionan nuevas habilidades. Volar, nadar o la posibilidad de efectuar ataques más contundentes son algunas de las aptitudes que la proporcionan las máscaras del águila, tiburón, lagarto y tigre, modificando claramente la morfología de dichas fases, dotando de esta forma de mayor dinamismo y diversidad a las partidas. Una faceta que nos ha gustado bastante… pero que pensamos que ha sido algo desaprovechada, puesto que las veces que podemos disfrutar del poder de dichas máscaras no es tan elevada como nos hubiera gustado. Y, ya puestos a pedir, hubiera estado mejor todavía que pudiéramos alternar su uso a lo largo de cada nivel. Pero bueno, a pesar de eso, desde el punto de vista jugable se trata de un gran título, que además posee un manejo tan sencillo como preciso.
Sin embargo, no podemos negar que el principal valor que alberga esta producción desde nuestro punto de vista es su increíblemente atractivo y mimado apartado visual. Retomando la estética de los 16 bits pero aprovechando las tecnologías actuales, Kaze and the Wild Masks es un título realmente impactante al ser contemplado. Los escenarios son preciosos, están dotados de efectos de todo tipo y los personajes gozan de unas animaciones excelentes. Un conjunto estético maravilloso que también incorpora escenas que nos dejan ilustraciones bastante bellas. El sonido no alcanza la misma calidad, y si bien los efectos cumplen, las melodías no terminan de acaparar la importancia que sí poseían los grandes representantes del género de los 16 bits como las bandas sonoras irrepetibles de las ya mencionadas sagas Sonic, Super Mario o Donkey Kong (franquicia en la que se inspira de manera especial) así como de otras muchas como Dynamite Headdy, Rocket Knight y tantas otras.
Una aventura plataformera de los 90
Está muy clara la intención que han tenido los desarrolladores a la hora de concebir Kaze and the Wild Masks. Lejos de querer innovar o apostar por conceptos de juego modernos, lo que han tratado es de recrear una aventura de plataformas muy tradicional que hereda los conceptos básicos integrados en las producciones del género que tanto nos hicieron disfrutar durante la década de los 90 principalmente. Por eso mismo, el sabor y el talante que posee este título de PixelHive es perfectamente reconocible y tremendamente disfrutable para todos los que experimentamos dicha época, la más gloriosa que se recuerda en cuanto a la proliferación de este tipo de aventuras plataformeras en 2D. No es el mejor exponente, ni tan siquiera dentro de su categoría, pero es bastante bueno y gráficamente da gusto verlo en movimiento.
Hemos realizado este análisis en su versión de Nintendo Switch con un código enviado por PixelHive.